Un torbellino llamado Valeria
Sección Entrevistas - Revista Llegás
Entrevistas

Un torbellino llamado Valeria

Entrevista a Valeria Lois

17 de marzo de 2025

Pensé que iba a ser un trámite (sentarme, escribir 5, 10 preguntas para una entrevista), pero estuve demasiados días trabada. Me di cuenta de que algo de lo que es ella me hace seguir apostando a esta profesión. ¿Cuál? La de teatrera no teatrosa. Es decir, la de aficionada a ir al teatro a ver si algo vive, si algo ahí tiene pulso. 

Pensaba en sus obras y cómo siempre me llevó a otro lugar. Me hizo conectar con mundos muy distintos e inesperados y, más impresionante, dejar de pensar en si la puesta bla o las luces ble. Creo que hay algo en su manera de viajar por las obras que hace que todxs nos subamos al mismo tren. Me estoy permitiendo ser completamente cursi porque es lo que me pasa con ella cien por cien. 

Valeria Lois es, sin dudas, una de las mejores actrices argentinas del momento. Es extraño decir esto porque con su sencillez y liviandad no se comporta como el modelo que tenemos en la cabeza de “la gran actriz”, pero lo es y por suerte lo podemos constatar casi todos los días en propuestas muy diferentes: “Esperando la Carroza”, “La vida extraordinaria” y “Precoz”, con su inminente reestreno. Incluso podemos verla en su rol de directora en “Viento Blanco”.

Me di el lujo de poder hacerle algunas preguntas sobre su oficio de actriz y directora y sobre su mirada sobre el teatro. También, me permití quedar como una idiota al compartirle mi admiración, porque los gustos hay que dárselos en vida.

¿De qué se trata para vos actuar?

Respondo esta pregunta pensando en la actuación en teatro. Podríamos decir que salir a actuar es como salir a la cancha. Pero hay algo de ese momento previo a salir que me interesa mucho: ese momento de estar entre compañeros, o sola, o hablando de cualquier cosa… esperar sentada al lado de un compañero como si estuviéramos en una sala de espera y, que de repente, lo que pasa cuando se sale no es estar en el médico sino delante de muchas personas. Eso es muy impresionante y a mí me gusta cada vez más. 

Hay padecimiento, es torturante, pienso cada vez por qué estoy yendo de nuevo a hacer esto, por qué elegí esto, qué hago acá… pero cuando salgo y arranca, hay algo que no puedo detener, un vivo de locura y descontrol. Yo disfruto mucho en ese lugar. Es medio expuesto, como surfear, hay que conquistar, hay que gustar, hay que atraer, conmover. Hay que hacer todas esas cosas juntas y me provoca. Bueno, la realidad es que actuar es algo que nunca pude dejar de hacer. 

Actuar tiene que ver, también, con una conexión con otros que no son ni tus amigos, ni tus amores; son tus compañeros… colegas en el més frío de los casos. A veces uno arma acuerdos profundos, acuerdos de moverse al ritmo de lo mismo, con personas a las que conoce poco. Actuar juntos, de algún modo, te hace amigo, te junta, eso no necesariamente está desde antes. Esa conexión se encuentra. A mí me gusta estar ahí, en ese lugar en el que hay que conectar sí o sí. Y se logra. No es forzado, sino que se busca la actuación desde ahí, desde la conexión con alguien con quien podríamos no tener nada que ver. También actuar es un acto pillo y atorrante, un acto de locura y de picardía y de disloque. Pero no es hacerte el canchero o hacerte el gracioso, sino poder ser una buena atorranta, una atorranta con valores, con buenos valores.

Ser actriz es otra cosa. Yo tengo muy reconocido el momento en el que actuaba y no vivía de la actuación. Ser actriz, vivir de la actuación, es algo más complejo que implica todo el tiempo tomar decisiones, dejar cosas por otras, elegir cosas que quizás no nos gustan tanto, pero que tienen más que ver con el trabajo y con la plata. Uno obviamente está haciendo lo que más quiere y lo que eligió hacer, pero al mismo tiempo está lidiando con una zona muy compleja que tiene que ver con el mercado, con que nos elijan, con que de un trabajo saltemos al otro, que nada tiene que ver con esa otra fiesta que implica actuar o estar en tono de actuación feliz, arriba del escenario. Siempre hay como una especie de carrera hacia adelante con la que cada vez me amigo y comprendo más. 

Pero hay muchos prejuicios también: “Ay, se puso a hacer tal cosa”, “ay, mirá, dejó esto para irse a hacer esto”. ¿Qué otra cosa pueden hacer los actores que trabajar de actores? ¿Qué deberían ser? ¿Monjes?

Actuar, ese lanzarse maravilloso y estar en familia y conectarse, viene también con eso otro, todo el tiempo uno es responsable de las decisiones que toma que muchas veces pueden ser malas y a favor de una sola cosa (la plata o el reconocimiento). Todo el tiempo hay que estar poniendo en la balanza esas cosas.

Ahora que se reestrena Precoz, ¿qué significa para vos conectar con esa mujer que se retrata?

Creo que más que conectar, la palabra es comprender a esa mujer, comprenderla y hacerla. Más que conectar, hacerla. Desde el comienzo del proyecto tuve mucho miedo y prejuicio de hacer ese personaje. Siempre tengo miedo, pero en este caso pensé que lo mejor era no hacerlo: no sabía si era capaz de despejar la cabeza de una serie de ideas que yo podía tener de esa madre, amante, mujer marginal. 

La obra se estreno? con otra actriz, Julieta Díaz. Cuando Julieta ya no pudo hacerla más, Lorena (Vega) me volvió a invitar a hacerlo. De esto yo estoy muy agradecida porque podría haber dicho “ya perdiste tu oportunidad”, pero me la volvio? a dar y sé que Julieta y yo hacemos dos cosas totalmente distintas.

Esos lugares que son “difíciles”, que tienen que ver con el patetismo, o con una especie de descuido hacia su hijo (donde podríamos señalarla como una mala madre) pero también con una mujer que ama demasiado, todas esas complejidades que tiene este personaje, ahora que me animé a hacerlo, me parecen muy atractivas. Justamente, el trabajo que hicimos con Lore, con Tomás (Wicz) y con Juan Ignacio Fernández (que adaptó la obra), tiene que ver con correrla del lugar de hija de puta: uno tiene ante sus ojos a una mujer que no puede con ella misma, ni con nadie, que hace lo que puede como lo hacemos todos.

La sensación que tengo con “Precoz”, con actuar ese personaje, es como si me vinieran pegando en la nuca todo el tiempo: tengo que seguir y seguir y seguir. En las funciones pienso “ya pasó esta escena y ahora viene esta otra”, es como una tortura. Como si corriera delante de un tren, de una “Locomotora Precoz”. Y eso me encanta.

¿Cómo fue el proceso de montaje de Precoz? ¿Cómo llegaron a esa síntesis? 

La síntesis de Precoz tuvo mucho que ver con el trabajo que hicieron Juan Ignacio, Lorena, el trabajo de Rodrigo Gonza?lez Garillo en diseño de espacio, Ricardo Zica en iluminación y Julieta Harca en vestuario. Fue posible llegar a esa síntesis (que me parece una muy buena palabra para definirlo) con todas esas cabezas, entendiendo y buscando lo mismo. A mí me parece que todo ese equipo trabajó de una manera que hizo muy posible que la actuación estuviera muy sostenida y amparada en la imagen, en lo que se veía y en el texto también. 

En la novela original, el hijo no tiene voz y acá en el montaje, lo hicieron visible, lo hicieron circular y actuar y ser uno de los protagonistas. Lo mismo sucede con el amante, que con él es más curioso aún porque no lo vemos físicamente pero está muy presente en la obra.

Actualmente tenés 4 espectáculos en cartelera, 3 como actriz y uno como directora, ¿cómo hacés para estar en tantos proyectos y no enloquecer? Me refiero no solo a la cantidad de letra que debés tener guardada en tu cabeza, sino a encarnar personajes tan distintos, uno atrás del otro, actuar todas las noches y enfrentarte a un montón de gente.

Me parece que hay un prejuicio de la gente, “Ay, estás en todas, ¿cómo haces?”. Yo siento que hay gente que vive conectada a cosas muy estresantes y trabaja mucha más cantidad de horas que las que yo le dedico a actuar o a dirigir. 

Se me va dando naturalmente. Por ejemplo, estoy haciendo Esperando la carroza en el teatro comercial cuatro veces por semana y pienso que también puedo hacer La vida extraordinaria una vez por semana, que está bueno que siga. Todo entra, nada es ni muy sacrificado, ni enloquecedor, ni mucho menos.  El sacrificio está en las muchas noches afuera de mi casa, en poner un montón el cuerpo, pero la verdad es que todo es a favor, nada va en demérito de nada. 

Lo de tanta cantidad de texto es increíble, yo tampoco entiendo cómo me entra, cómo nos entra a los actores y las actrices que trabajamos mucho con la cabeza. Es muy loco porque en mi caso, me cuesta incorporarla, pero una vez que la tengo ya no se va con nada. Encima, soy de esas personas que te hace una pregunta y a los cinco minutos te la vuelvo a hacer porque no me acuerdo la respuesta, o siquiera si te hice la pregunta. Mi memoria o mi atención son escasas, pero bueno, se ve que cuando me importa, memorizo y recuerdo.

¿Cómo vivís el encuentro con públicos tan diversos?

A veces la diferencia se da en una misma obra en diferentes días, o por épocas. A mí me pasa algo con el público: espero una respuesta rápida, sobre todo en la comedia. Si no sucede, me enojo. Ciro Zorzoli, el director de Esperando…, el otro día me dijo que tenga cuidado con tener una mala comprensión de lo que sucede en la platea, no siempre se va a expresar en risas, aplausos y festejos lo que le pasa al público. Esto lo sé de toda mi vida, pero sigue siendo un lugar medio complejo para mí. Pienso que no entienden, no sé, subestimo a la platea a veces. Después, en cada obra, hay conjuntos de públicos, pero hay también subconjuntos, intersecciones, que juntan a unos y otros. A mí me gustaría que, por ejemplo, el público de La vida extraordinaria vaya a ver Esperando la carroza, una obra que quizás quedó encasillada en un lugar más de teatro comercial (que lo es, por supuesto) pero que tiene una cantidad de actuación y de dirección y una apuesta que realmente es muy grato y sorprendente de ver. 

Después, yo con la gente, con el reconocimiento, con los comentarios, con la foto, etcétera, me llevo súper bien, lo vivo como algo muy tranquilo, me encanta cuando la gente se nos acerca a saludar a la salida de La vida extraordinaria, o en La mujer puerca, que cuando la hacemos en el espacio de Lisandro, la gente en general se queda la salida. Son los lugares donde uno se encuentra con la gente, que por cierto, en el caso de todas estas obras, cada vez es menos público exclusivo de teatro, o sea, cada vez son menos gente del mundo de la actuación o de la dirección y son más personas comunes y corrientes. A mí ese encuentro con la gente, ya sea para la foto o para una charla mano a mano, me gusta mucho.

Acabas de dirigir tu primer espectáculo, ¿cómo viviste ese proceso?

Dirigir Viento Blanco fue algo que no lo había pensado sino que fue una invitación de Mariano (Saborido) y de Santiago (Loza). Me gustó mucho el proceso de armado de la obra, el trabajo con Juanse (Rausch), o sea, la mirada conjunta para hacer andar la actuación de Mariano. Me gustó mucho trabajar con Juanse y los dos hacia Mariano. Fue muy bueno, te diría que fácil, fácil en el sentido de que no tuvimos que hacer grandes esfuerzos para entendernos y hay algo de ese proceso que me hace ver desde afuera algo de lo que pasa con la actuación: la necesidad de funciones, de relación con el público. Cómo una obra crece y se ensancha con el encuentro con el público. Todo lo que uno pudo probar en el ensayo, incluso proponer desde la dirección, necesita decantar en la cabeza y en el cuerpo del actor frente al público y en la repetición de las funciones. O sea, creo que dirigir me gusta tanto como actuar; las dos me producen lo mismo, el mismo tipo de alegría, interés y atención.

El año pasado, en el marco de un evento de Futurock, fui con una amiga a ver Con ustedes, una obra cuya propuesta es básicamente un karaoke participativo, y que el resultado es una fiesta, con un público prendido fuego. Esta obra me hizo reflexionar mucho sobre lo que potencia y lo que deprime en el teatro y la sensación de que, en este contexto, el deber es el de producir pasiones alegres (que no necesariamente es "jajaja"). ¿Coincidís con algo de esto?, ¿qué sensación tenés de la producción escénica de estos tiempos?

Sí, estoy con vos en lo de pasiones alegres, producir pasiones alegres es la tarea, es la bella tarea. Ya lo dije muchas veces, pero yo tengo en mi retina lo que era para mí ver Vivitos y coleando o ver el Hamlet de Bartís, ver, obviamente a Urdapilleta, Batato y Tortonese en el Rojas, ver a Guillermo Angelelli haciendo Asterión... Yo tengo esas cosas en mí, esas cosas guardadas en mi pecho, en mi corazón, esas cosas que me hicieron saltar lágrimas. También Marilú Marinis haciendo Las criadas con Paola Barrientos y con Vicky Almeida… cosas de esas explosivas. Es tarea del teatro hacerlo y Con ustedes fue un poco eso, modestamente. 

A mí lo que me gusta de Con ustedes es que yo me junté con Gustavo Tarrío, con quien me conozco hace muchos años e hicimos muchas cosas juntos, y le dije “quiero que hagamos para la gente eso que vivimos un fin de año antes de la pandemia en mi casa cantando, bailando y viviendo la noche a todo trapo”. Hicimos Con ustedes, que es un karaoke donde invitamos a la gente a cantar… a mí se me pone la piel de gallina con Con ustedes, no sabría explicar por qué… como con todo hecho teatral, cuando uno intenta explicarlo o definirlo lo vuelve chato, aburrido o solemne. Respecto de la producción de este momento, siento que no tengo tanta posibilidad de hablar porque no veo tantas cosas, pero bueno, yo voy a decir lo que a mí me pasa. Es un momento en el que existe un Mariano Saborido, existe Juanse Rauch, haciendo tanto Viento Blanco como sus otras obras; existe Lucía Adúriz, existe Violieta Urtizberea, existe Milva Leonardi, que es una actriz y una bailarina maravillosa, la obra de Santiago Gobernori en el teatro Astros, ni hablar de Las cautivas, de Quiero decir te amo. Hay un montón de cosas muy importantes y geniales para ver con mucha gente yendo a verlas. Toda esta gente que estoy nombrando y más, es toda gente que está viva y está despierta, y con ganas de hacer cosas. A mí me gusta todo lo que hay, todo el tiempo estamos todos yendo y viniendo y juntándonos entre nosotros. Quizás debo ir un poco más a ver a la gente más joven, es una cuestión de tiempos, pero yo creo que viene atrás mucha gente joven encolumnada.

Foto: Sebastián Freire

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LA VIDA EXTRAORDINARIA
Actúan: Valeria Lois, Lorena Vega
Dirección: Mariano Tenconi Blanco

TEATRO PICADERO
Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857
Miércoles 20 h

PRECOZ
Actúan: Valeria Lois, Toma?s Wicz
Autoría: Ariana Harcwicz
Dirección: Lorena Vega

TIMBRE 4
México 3554 * Boedo 640
Lunes 20.30 h

ESPERANDO LA CARROZA
Actúan: Campi, Paola Barrientos, Pablo Rago, Ana Katz, Sebastián Presta, Valeria Lois, Mariano Torre, Milva Leonardi, Mayra Homar, Andrés Granier, David Masajnik, Mariela Pensado
Autoría: Jacobo Langsner
Dirección: Ciro Zorzoli

TEATRO BROADWAY
Av. Corrientes 1155
Lunes, Jueves y Domingos 20.30 h
Viernes 21 h
Sábados 20 h

VIENTO BLANCO
Actúa: Mariano Saborido
Autoría: Santiago Loza
Dirección: Valeria Lois, Juanse Rausch

DUMONT 4040
Santos Dumont 4040
Domingos 20.30 h
Lunes 20 h

Agustina Soler Autor
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