La participación activa de trans, mujeres y hombres en el campo teatral arrojó cifras que demuestran que la paridad es algo que aún deja bastante que desear. 

La disputa por los espacios de representación y el cese de la violencia contra las mujeres, travestis, trans y no binaries constituyen una de las principales voces de los colectivos que se alzan en las calles, pero también en instituciones vinculados a la actividad teatral independiente y oficial. En el campo teatral de la Ciudad de Buenos Aires, un estudio que sirvió de fundamento para el proyecto de “Ley de participación de géneros en el Complejo Teatral de Buenos Aires”, arrojó datos alarmantes. El estudio titulado “Análisis de la participación femenina por roles en la programación teatral para adultos del Complejo Teatral San Martín en 2017” indicaba que:  

- solo un 20% eran las obras cuya dirección estaba a cargo de mujeres (todas presentadas en el Teatro Regio); 

- de las 17 obras en las que se basaba el informe, solo una de ellas contaba con la dramaturgia de una mujer.  

- el área donde las mujeres superaban en cantidad a los varones, solamente, era en la de vestuario, en un 80%; 

- en el rubro elenco, el 61,5% se conformó por varones, mientras que el 38,5 por mujeres. 

- En total, en el CTBA, el 64% de las contrataciones de ese año habían sido a varones y solo el 36% a mujeres. 

- Además, no se había podido detectar la participación travesti/trans/no binaria.

Se torna necesario visualizar estos datos para pensar la actual participación de género diferencial (desigual) que continúa perpetuando discursos de desvalorización, invisibilización y exclusión que se traduce en violencia simbólica hacia los sectores minoritarios/minorizados.

Para un breve y parcial análisis comparativo, se puede tomar como referencia el catálogo de programación 2022 del CTBA. Se consideraron cuatro rubros (autoría; adaptación; dirección y elenco) de once obras que pertenecen a la categoría de producción nacional para público adulto, es decir, el mismo criterio que en el informe de 2017. El análisis de estas indica que solo el 30% de las obras fueron escritas por mujeres. Asimismo, en el campo de adaptaciones la fórmula se repite: 70% de participación de varones y 30% de mujeres; mientras que no hay participación en ninguno de los dos campos mencionados de travestis/trans/no binarias. Por otra parte, en el campo de la dirección, si hay un gran cambio en relación al estudio realizado en 2017 ya que, el 55% de las obras del CTBA, es dirigida por varones, mientras que el 45% por mujeres. Sin embargo, continúa la gran vacancia: la comunidad travesti/trans. Por último, de las obras consideradas (Cae la noche tropical; Las cautivas; Vassa; Pequeña Pamela; Julio César; Lo que el río hace; Bodas de sangre; Las ciencias naturales; Borkman; La gran renuncia; y Su nombre significa mujer), solo siete de ellas consignan elenco. En este campo, un 63,5% corresponde a mujeres cis; un 33,5 a varones cis y 3% a la comunidad travesti/trans, siendo este porcentaje cubierto por una sola persona. 

Si bien estos datos son parciales, bastan para constatar ausencias y diferencias pero también continuidades en espacios que, históricamente, fueron permeables a la participación minoritaria en el campo teatral, la actuación. Asimismo, lejos nuestros propósitos están de abonar miradas esencializantes en torno al género y la actividad artística; mas, a pesar de los avances en materia de derechos y la creación de agrupaciones e instituciones que abogan por la paridad de género, se torna urgente y necesario insistir en una plena participación de todos los sectores de la comunidad teatral en la actividad oficial porque, pareciera que ni diez años de la Ley de Identidad de Género ni un siglo de oro trans, sean suficientes -tal como proponía Act Up- para intervenir lógicas arraigadas en la escena teatral contemporánea del CTBA.  

Por Mina Bevaqua