Salvar el fuego toma el cuento “Las cosas que perdimos en el fuego” que pertenece al libro homónimo de Enríquez editado en 2016. La obra propone un recorrido del espacio teatral: las seis personas que participan en la obra nos guían por esa casa donde funciona De la tía Espacio. Victoria Duarte, Gabi Moura, Sol Rieznik Aguiar, Magui Downes, Jazmín Siñeriz y Myriam Ramírez nos hacen subir las escaleras, atravesar pasillos, descender escalones, observar detrás de ventanas y entre los marcos de una puerta. Se van alternando las distintas partes del relato de Enríquez. Por momentos ocupan el lugar de quien narra y, en otros, interpretan los diálogos.
Desde el inicio, la calidez e intimidad de la casa se hace presente. La obra alberga una cantidad reducida de espectadores y esto potencia el encuentro. Estamos cerca de las personas que van a poner su cuerpo y van a trasladarnos a otro espacio. Las funciones se realizan en pleno día y esta luz natural juega un papel importante al modalizar el encuentro. Hay una intención de cotidianidad, desde que ingresamos al espacio teatral y esperamos en el pequeño patio, que se verá interrumpida por el relato que cobra cuerpo. Tal como hace Enríquez en sus cuentos, la obra nos traslada desde lo habitual a un universo que se parece mucho al nuestro, pero con elementos desconocidos y perturbadores.
El cuento de la autora se ubica en un futuro cercano donde las identidades asumidas como feminidades comienzan a quemar sus cuerpos a propósito y de manera organizada para evitar ser atacadas y asesinadas por las masculinidades hegemónicas y violentas. Abundan las similitudes con nuestra realidad: se habla de mujeres quemadas que son víctimas de la violencia de género, de la pobreza a la que se ven arrojadas, la indiferencia y superioridad moral del discurso mediático más pregnante. Dentro de esas coordenadas lamentablemente conocidas, se crea una vía de escape por medio de la autolaceración a través del fuego de manera colaborativa con otras personas.
Esta es la historia que retoma Jorge Thefs, intérprete, performer, bailarínx, directorx y diseñadorx de iluminación. Cada performer nos mira a los ojos y relata los acontecimientos. En cada uno de esos cuerpos, convive la fortaleza con la fragilidad. Los movimientos coreográficos dinamizan la puesta en escena. La repetición de frases y movimientos se conjugan con la linealidad del relato. A su vez, aparecen elementos musicales, ya sea el uso de platillos o el canto, que nos golpean y conmueven. La obra deja a la vista la construcción del artificio como ocurre con la participación activa de Daira Escalera, directora asistente, y la construcción de la escena con tubos de luces.
Junto con esto, la puesta en escena ofrece elementos que, de manera lúdica, vamos descubriendo a lo largo del recorrido por la casa y por la obra. Algunos de estos son los bidones con líquido inflamable dispuestos desde el inicio y el libro de Enríquez que contiene el cuento. La propuesta escénica toma lo íntimo y pequeño como plataforma para desplegar una enorme potencialidad. La emoción que es producida se logra sin recurrir a grandes efectos, sino que se centra en la transmisión de lo textual y en las miradas de quienes están en escena. Se contrapone la fuerza destructiva del fuego y del patriarcado frente a la luminosidad presente en la sala. Es una obra que produce un movimiento en quienes la vemos para no terminar siendo presas del fuego, ya sea intencionado como forma de defensa o provocado como manera de adoctrinamiento.
Por Agustina Trupia
Salvar el fuego se presenta los sábados a las 13 y a las 14:30hs en De la tía Espacio, zona del Abasto.