Algunas últimas palabras.
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Algunas últimas palabras.

Entrevista a Federica Baeza, Doctora en Historia de las Artes y actual directora del Palais de Glace.

21 de octubre de 2023

Hace unas semanas, Federica Baeza compartió un streaming con un youtuber liberal/libertario TipitoEnojado (“Arte pagado con impuestos”) produciendo una imagen casi imposible. Antes de eso había traducido un manual de estrategia comunicacional que funcionó para evitar la reeleción de Jair Bolsonaro  en Brasil y lo compartió en sus redes, nuevo campo real de la discusión política.

A pocos pasos de las elecciones generales, Federica Baeza, reflexiona sobre el fenómeno libertario, la diferencia entre sus votantes y sus líderes, las nuevas lógicas de comunicación, el lugar del arte en un mundo como mercado, las masculinidades desorientadas, el pos-trabajo,  y propone algunas puntas de reflexión y reorganización en vistas a un futuro incierto.

 

¿Cómo te sentíste después del streaming con el youtuber TipitoEnojado? ¿Pudiste quedarte con algo o es la otredad absoluta?

-En algunas cosas sí es la otredad absoluta. En estas semanas me dediqué bastante a intercambiar con gente que piensa o va a votar a Milei, más que nada por redes. Yo tomo todo el tiempo lo que dicen para trabajar sobre ellas. En un punto el voto de Milei es muy amplio, poco consolidado. Obvio hay un núcleo duro que viene hace tiempo pensando en estas cosas, pero en cierto punto hay poco conocimiento sobre él. Esto le puede traer ventajas, pero tampoco se lo conoce tanto. Eso te da una chance. Claro que hay que saber qué consensos son posibles con estas personas, que les podés decir sobre Milei que los podría llevar a reconsiderar lo que están pensando. Para mí es como un entrenamiento escucharlxs. Yo creo que la mayoría que va a votar a Milei es gente que está harta, desesperanzada, que el sistema democrático no les está ofreciendo algo concreto. No es cargarse con esa gente, es cargarse con aquellxs que alimentan en esas conductas.

¿No te parece que hay algunos discursos que rozan el autoritarismo, y se podría espontáneamente asociarlos con cierto tipo de fascismo?

-No son fascistas. Siempre distingo la gente que lxs vota y ellxs, hay una gran diferencia. Hay una historia de las derechas que es diferente. No es lo mismo Pinochet, no es lo mismo nuestro gobierno militar, no es lo mismo Milei y Villarruel, no es lo mismo el fascismo. Son todos devenires históricos de pensamiento ultra-conservador que han tenido estrategias y articulaciones distintas, con grupos sociales distintos. Por ejemplo, Villarruel retoma toda la agenda militarista, pero creo que este voto es amplio y no creo que haya una intensión de revisar la historia y poner en discusión todo lo hecho sobre DD.HH. Insisto es una deuda de la democracia. Tenemos niveles de pobreza muy altos, en muchos aspectos la institución ha fracasado, obvio que no todos los actores políticos tienen la misma responsabilidad. La ultra-derecha es una articulación que tiene un horizonte histórico preciso que comienza con el Brexit, llega a EE.UU con Donald Trump, luego se trasladó a Jair Bolsonaro, a Chile con Kast y así. Es un movimiento muy anclado en la comunicación de las redes. Obviamente con cosas que ya se conocen como la fake-news, con instalar creencias y discusiones que están muy atadas a la descontextualización, a la dificultad de ver la discusión política desde “los dichos y las respuestas”. Entonces la consigna, la frase de agenda, la corta duración, la posibilidad de chequear. Y lo que hacen las lógicas de las redes, por ejemplo Twitter (ahora X), u otras, es darle  visibilidad a los contenidos que generan mayor contradicción, entonces hoy en día es rentable los discursos violentos, misóginos, transfóbicos, xenófobos.

¿De qué forma es rentable?

-Es rentable en términos comunicacionales, hay que entender las novedades comunicacionales. Pero igual entiendo, por ejemplo, hablemos de la relación de la ultra-derecha de Milei y Villarruel y el fascismo, la construcción de la estigmatización de lx otrx es algo que viene de la lógica de comunicación que ese momento histórico ultra-conservador generó y que ellxs retoman. Y algo que usó el mismo Jair Bolsonaro, cada vez que él tuvo malas noticias económicas en su gestión generó cortinas de humo estigmatizando a distintos grupos que podían ser las disidencias sexuales que en algunas personas generan miedo: las mujeres, los comunistas con toda una retórica de la guerra fría, hay propiedades que vienen del fascismo, que vienen de la dictadura, pero en conjunto es un fenómeno nuevo. Y eso es importante para nosotrxs porque no sabemos cómo vertebrarlo. Hay que pensar que eje discursivo les proponemos para pensar, eso me parece que hay que trabajar. Por otro lado, hay toda una crisis de la cultura contemporánea, con respecto a los hombres, que tiene que ver un volver a ubicarse en un espacio. A los hombres les ha costado volver a pensar su nueva condición en este mundo. ¿Cuántos grupos de hombres se están reuniendo para repensarse, por ejemplo, post la despenalización del aborto?

Sobre todo porque quienes hacen ese tipo de análisis, por ejemplo, sobre la masculinidad o las nuevas masculinidades, suelen pertenecer a otros colectivos...

-Exacto, no se han generado escenas de diálogo de replanteamientos de la posición. Entonces frente a esos miedos, a ese odio, comunicacionalmente la ultra-derecha lo explota. Y lo peor de todo, es que yo creo que no es gente convencida de lo que está diciendo, es su negocio, es un negocio repentista de sembrar una idea y después dejarla. Es un negocio muy corto plazo siempre y lo peor para todxs que es un negocio que solo funciona redoblando la apuesta todo el tiempo. Si vos no redoblas la apuesta discursiva no lo ganas nunca, y eso es lo que mostró la ultra-derecha, desde Trump a Bolsonaro han llegado a ocupar los palacios de gobierno. Han redoblado la apuesta hasta el final, por eso es un gran peligro. A mí me genera duda cuánta gente va a morir en ese proceso, porque todas las recetas que propone Milei articuladas son recetas que ya conocemos y que han disparado el desempleo. Ese redoblar la apuesta es muy preocupante.

Voy a apelar a tu formación académica ¿Qué características tienen los libertarios en su dimensión estética? Para salir un poco de lo comunicacional.

-Es difícil porque es algo que está naciendo. Y yo estoy segura que va a ser distinta a la que hubo en otros lados, por ejemplo, a como se reconvirtieron las imágenes en EE.UU luego de Donald Trump en torno a un discurso cercano a la épica individualista de la constitución de su país. De alguna manera fue lo que hizo el nazismo: cuando ese régimen se terminó ninguna canción infantil alemana quedó en pie, fue una reconversión total de la cultura. Para Alemania fue muy grave perder gran parte de la historia de su nación. Nosotros aún no sabemos qué va a pasar en torno a esto. Pienso sobre algunos emergentes: en Milei la batalla cultural fue ganando cada vez más mayor terreno. Empezó con propuestas económicas, pero luego empezaron a cargarse de bagaje cultural. Hoy en día Villarruel es la que más aporta ese bagaje. Es muy militarista, ocupado en construir una historia nacional con sesgo de derecha: siempre las personas son blancas, hombres. Las mujeres son subalternas o colaboradoras de un sistema que la historia es construida por los hombres.  Eso es una parte de la estética. Otra parte es tecno: es las bitcoin, es la apuesta financiera, son generalmente hombres, chicos, que están timbeando en la computadora. También nuestra economía actual está generando esto, hay gente que está metiendo su salario en ese pequeño mecanismo de generación de beneficios para completar el mes. Es muy de la tecnología, muy individual, es de un pensamiento del beneficio del corto plazo. Gane o pierda Milei va a quedar como un actor político y eso hay que entenderlo. Este escenario si tenemos la suerte de poder revertirlo va a seguir generando una estética: cosas preexistentes que van a empezar a converger en una misma narrativa, como lo hacen todos en realidad. Pero ahí van sentar algunas cuestiones y eso está en formación.

¿Tiene algunos elementos cercanos a las narrativas utópicas que en otros tiempos se asociaban más a los socialismos?

-Hay una dimensión del futuro que ellxs presentan que puede tener que ver con esta veta tecnológica neoliberal, el mundo con las aplicaciones tiende a una nueva estética. Me parece que hay un “aceleracionismo”: el mundo funciona de este modo y hay que hacerlo ya. Y un poco de horizonte distópico donde lo que hay es una renuncia a la utopía. Todos los movimientos de izquierda, progresistas, hemos intentado construir algo en común. El “Cristinismo” lo tuvo bastante claro eso. Fue una política cultural grande. Pienso en las casas del bicentenario en todo el país orientadas a una imagen de país más desarrollistas. Ahora se propone que, frente a este horizonte distópico, a esta imposibilidad de construir un futuro en común, tenemos que adaptarnos a lógicas individuales.

¿ Y ves algún punto de contacto con un gesto de vanguardia?

-Con respecto a eso cuando la ultra-derecha dice la casta es una palabra bastante metaforizada, no es el establishment, ni la gente que tiene poder, es la casta. Hay la construcción de la palabra casta, de algo consolidado, de algo del viejo orden que es necesario destruir, destruir esos blasones. Y eso lo emparenta con las vanguardias, algo de iconoclasta. Todo esto en un horizonte tecnológico también se siente decadente que todo lo que hace – esta casta - lo arruina al no saber cómo funciona el mundo. “El Estado es decadente, anacrónico en un orden del mundo que ya es diferente”. Eso es un grupo. Yo no estoy seguro que todos piensen eso.  Las nuevas lógicas pos-trabajo de los movimientos neoliberales impulsan otro orden: es el viejo orden de la política, pero también es el viejo orden de las vacaciones, trabajo en blanco, de la indemnización.

La teoría neoliberal presenta una suerte de “estadofobia” pero no parece que estas ideas puedan llevarse ( al menos como se nos vienen planteando) a un plano concreto. Por otro lado, las lógicas de Estado a veces no son del todo discutidas por cierto pensamiento progresista. ¿Cómo podrían articularse estas dos cosas?

-Desde el punto de vista de algunas minorías esos grandes discursos del Estado fracasaron y fueron contraproducentes. Por ejemplo: para la comunidad travesti/trans los primeros años de la democracia fueron tremendos, porque había un montón de mano desocupada represiva de la dictadura se volvió al negocio de la explotación del trabajo sexual. Entonces recrudecieron modos de tortura y asesinato que no habían estado presentes en la dictadura. Las travas decimos que la democracia para nosotrxs empezó hace 12 años, esos años fueron tremendos y de exterminio. Hubo muchas minorías que han sufrido a raíz del Estado, de hecho, el Estado argentino se instituyó a partir de un exterminio, o sea, es difícil desandar esa historia, pero es nuestra obligación. Por otro lado el Estado también puede ser una herramienta de defensa de las personas que fueron más vulneradas. Es un terreno en disputa y no la va dejar de ser.

Imaginemos que efectivamente Milei logra imponerse en las elecciones ¿Cómo pensas el arte que vendría?

-Probablemente no atiendan tanto a ese sector, no generen políticas de estímulo y solo dejen aquellas partes que se pueden financiar y en la lógica de las artes visuales, van financiar algo que ya existe. Las artes visuales es un ámbito que está muy regido por las lógicas del intercambio neoliberal: una producción de valor especulativa sobre un objeto. Lo que creo es que se va a financiar cosas donde las matrices neoliberales salgan fortalecidas y promuevan un  disciplinamiento social. Es gente de clase media, produciendo estímulos objetos de interés o seducción pensadas para gente de altos ingresos, por ejemplo, el coleccionista y lo digo así porque son mayoritariamente hombres. Posiblemente sigan financiando el Colón con lo costoso que es para todos los contribuyentes, porque refuerzan la narrativa de una sociedad conservadora, donde las personas no se mueven de sus propias clases.

¿El arte puede promover una movilidad social ascendente?

-Exacto, yo desde el salón nacional intento generar políticas que intenten compensar esas diferencias al acceso a la formación artística, a la exhibición, para generar la visión que hay otros sectores sociales que tienen las mismas capacidades y posibilidades creativas. Eso creo que va a estar en riesgo, se van a generar políticas de desincentivo. Si vos sos una persona racializada, si tenés tal origen, etc...no pienses que vas a tener otros destinos posibles más que periféricos en la organización social. Hay algunos perfiles que se señalan que podrían estar en cultura y esos perfiles están en sintonía con esto que te digo.

Y entonces ¿Qué podemos hacer nosotrxs?

-Sobrevivir, no perderse, no perder la comunidad. Nos vamos a quedar frente a una gran crisis de qué es lo común. Para sostenernos vamos a tener que reagruparnos. Trabajando con los activismos para volver a colonizar el sentido común. Y no son pocos los grupos con los que trabajar. En nuestro país, nuestro colectivo son 4 millones y medio de personas, son cuatro provincias del norte. Hay mucha gente. En el terreno de la disidencia, vamos a tener que usar eso como una plataforma, la necesidad de cuidarnos, de reconocernos como una minoría grande e ir contra la normalización que la derecha va a querer producir. En estos discursos hay un pragmatismo, que es medio un falso pragmatismo de corto plazo: “yo voy a pensar en mi beneficio inmediato”. Y las artes van a tener que evitar la “coacción de la vida cotidiana”. Estas ideas de corto plazo son un poco antiestéticas. Nosotrxs en tanto artistas vamos a tener que pelear con ese sentido común y construir otro que pueda constituir una mayoría, es un desafío para nosotrxs mismxs. Y también la ultra-derecha lucha contra la idea de la intelectualidad progresista y me voy a hacer cargo: hemos fracasado, hemos vivido en un mundo muy disociado. Y nos hemos cuestionado poco nuestros privilegios, porque también es una “intelectualidad progresista” blanca, es decir de bohemia, pero ubicada en sectores sociales que habla de conflictos que en definitiva no les compete. Entonces también la salida de esta discusión es también volver a pensarnos a nosotros mismxs.

Juan Ignacio Crespo Autor
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