Lo marrón que ignoramos
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Lo marrón que ignoramos

"El David marrón" es un ejercicio de discusión de la identidad nacional y del canon artístico. A la vez, señala el racismo estructural y el sistema de violencias del que, de distintas maneras, formamos parte. Laura Fernández dirige esta obra escrita y actuada por David Gudiño, ganador del premio Trinidad Guevara 2023 en el rubro revelación masculina. Por Agustina Trupia.

12 de agosto de 2024

Nuestras identidades están determinadas en gran parte por la mirada del resto: el modo en que nos ven, nos perciben, nos tratan hace a nuestra autoestima y construye nuestro lugar en el mundo. En vinculación con las violencias que se imparten en la sociedad, se configuran diversos anillos de exclusión según parámetros que se construyen como lo otro y lo no deseable por parte de la norma. Nuestra identidad de género, sexualidad, pertenencia de clase, color de piel, religión, tamaño del cuerpo son algunos de los elementos que constituyen una circulación diferenciada de las violencias. Es así que el color de nuestra piel, por tomar uno de esos aspectos, configura el sitio que ocupamos. En nuestra sociedad, la idea de argentinidad se fue construyendo a lo largo de los siglos como blanca y heredera de Europa. Todo aquello que sea indicio de lo contrario queda relegado a la extranjería y a una categoría secundaria.

Antes de seguir, resulta imperioso decirlo: soy una persona blanca. Por lo tanto, recibo con atención, respeto y sin estar exenta de responsabilidades lo que se plantea en El David marrón. Esta obra fue escrita por David Gudiño quien también actúa allí. Lo que se tematiza principalmente está vinculado al racismo estructural que construimos entre todes en la sociedad. Se pone en primer plano la vivencia de una persona marrón que es cotidianamente percibida como aquello que no es propio del imaginario nacionalista, como algo negativo. 

El actor desarrolla una dramaturgia que entrelaza material autobiográfico con lo ficcional. Además, centra el procedimiento a partir de la multiplicidad de capas que se despliegan en torno a su nombre. De esta forma, es David-actor quien entra en relación con David-personaje y, a su vez, con el David de Miguel Ángel y con el David bíblico que venció a Goliat. La lucidez dramatúrgica reside en sumar sentidos para hablar del modo en que se consolida un relato único y absoluto en torno a las identidades que son válidas y que son, en todos los casos, de piel clara. 

En este sentido, se retoman dos aspectos. Por un lado, surge la cuestión del poder que ejerce la institución artística en cuanto a la valoración de ciertas disciplinas y la constitución de un canon. Así, obras como la de Miguel Ángel —junto con pinturas como La vuelta del malón de Ángel Della Valle— representan la consumación del virtuosismo y del buen arte a la vez que conforman un discurso en torno a la masculinidad. El varón de músculos fuertes, dimensiones inmensas y proporciones perfectas abona una idea de masculinidad que, además, es tan blanca como se puede llegar a ser. Por otro lado, aparece el mito de la victoria de David frente al gigante imposible como una analogía de aquello que, aun teniendo menos poder, puede derrotar la masa articulada. 
Así, David Gudiño pelea por su derecho a una vida digna tal como lo hizo antaño el otro David contra Goliat. Con él, aunque no estén en escena, aparece todo el colectivo de personas marrones discriminadas. Se suma la cuestión de la masculinidad: aparte de ser marrón, el personaje se corre de la heterosexualidad.

Así, las aristas identitarias se entrecruzan. ¿Qué lugar posee una masculinidad marrón y que no es heterosexual? ¿De qué herramientas tiene que valerse para poder ocupar un espacio respetado en la sociedad? ¿Cuántas obras vimos antes donde hubiera identidades marrones sobre el escenario?

Desde la comicidad y la capacidad de reírse de sí mismo, El David marrón se constituye como un arsenal de preguntas. Trae cuestiones en torno al odio a lo percibido como distinto. Junto con el tema racial aparece el de la institución artística. El vínculo entre el original y copia; entre idea y representación. Se profundiza la posibilidad de desmembrar las obras canónicas para hacerlas hablar con otras ideas. David Gudiño pone a dialogar la obra de Miguel Ángel con la historia pasada y deja expuestos los procesos de emblanquecimiento que ocurren. A la vez que trae a colación la tensión entre la escultura —eterna e inmóvil— y las artes escénicas —efímeras e incapturables—. Sobre todo, expone su cuerpo marrón, transpirado, bello para que no podamos irnos indemnes como espectadores. Salir de la sala sin hacernos preguntas sobre el color de piel de las personas con las que nos relacionamos y de las que ocupan los lugares de poder sería no hacernos cargo de nuestra parte de responsabilidad en la cuestión. En definitiva, David Gudiño, el David marrón, nos invita a incomodarnos, a repensarnos, a mirarlo con atención.

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EL DAVID MARRÓN
Actúa: David Gudiño
Vestuario: Rodrigo González Garillo
Dramaturgia: David Gudiño
Dirección: Laura Fernández

DUMONT 4040
Santos Dumont 4040
Viernes 22 h

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