La pandemia está transformando nuestras formas de relacionarnos con todo lo que nos rodea, afecta las maneras de movernos, de vincularnos, e incide en la sensibilidad y los afectos. Establece un tiempo de tránsito, aunque todavía no sepamos bien hacia dónde.
A la semana de arrancar la cuarentena, la bailarina, coreógrafa e investigadora Melanie Alfie, tuvo un impulso creativo para hacer frente a lo que se acercaba. Así surgió este proyecto que ofrece un testimonio, en palabras y danzas, de la experiencia del encierro.
“La urgencia interna de responder al impacto de la pandemia se transformó en una necesidad de encontrarnos de un modo desconocido con la danza”, expresa Melanie, cuya labor docente y artística la ha llevado a dar seminarios y presentar obras en Granada, Madrid, Sicilia, Roma, Firenze, Francia, Guatemala, Cuba y Perú.
Esta vez, desde el espacio de su hogar, lejos de los viajes y con el ánimo reactivo frente a lo que se avecinaba, Melanie realizó unos talleres de movimiento, con el objetivo de mover lo que sucedía dentro de cada unx y alrededor, en el contexto de la cuarentena.
La virtualidad no deseada por la coreógrafa (quien asegura poder sostener apenas ese formato) tuvo sin embargo, sus ventajas. En los talleres se anotaron más de 70 personas de puntos geográficos tan distantes como Cusco, Madrid, Granada, Roma, Chaco o Buenos Aires. Gente de edades que llegaban a los 80 años, con diferentes situaciones de vida y que eran, tanto bailarines profesionales como personas que se acercaban al movimiento sin experiencia previa.
Ese proyecto tomó forma de documental testimonial danzado en “Visiones desde este tiempo/ Testimonios en danza (De marzo a julio del 2020)”. El material surgió a partir de pautas de movimiento, consignas de dirección y algunos textos de autores diversos como Chagall, Giovanni Drogo, Heidegger, Tarkovski, Holderling, Ozu; además de las devoluciones de Melanie para generar nuevos materiales porque crear es su “manera de responder a la angustia”, como ella expresa.
La producción del documental se organizó en cuatro instancias que implicaron los diferentes espacios interiores, la salida, los alrededores y entrevistas. Así se articularon imágenes del ‘adentro’ de cada participante, la salida como un pasaje hacia el que cada unx accede, el alrededor como un afuera cercano y las entrevistas como una manera de contar la situación de vida de cada unx.
En el documental aparecen las danzas “confesoras de sentimientos” de lxs danzantes, intérpretes que atraviesan sus tiempos para encontrarse en la virtualidad y coincidir en una situación creativa que, además de sostenerlxs en red, da como resultado un objeto artístico que documenta su época.
Para completar el trabajo, participó un equipo que incluye a Paula Sànchez (Colaboradora en Direcciòn), Carolina Ersinger (Ediciòn y montaje) y el músico del Theatre du Soleil Jean -Jacques Lemetre (Música).
Una propuesta que invita a reflexionar desde la danza y la virtualidad sobre los cuerpos, el movimiento y los vínculos. Que intenta responder la pregunta que se plantea la coreógrafa:
¿De qué está hecho el movimiento en estos tiempos?