Invocando a los diablos de la danza
Sección Danza - Revista Llegás
Danza

Invocando a los diablos de la danza

Conversamos con Diana Szeinblum sobre el estreno de Obra del demonio, primera obra de danza producida completamente por el Teatro Nacional Cervantes, se puede ver de jueves a domingos a las 20 hs.

14 de septiembre de 2022

El Ciclo Invocaciones abraza a la danza en la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes con su Invocación XI a la obra de Pina Bausch. En este ritual, un extraordinario grupo de intérpretes dirigidos por la coreógrafa Diana Szeinblum invocan el influjo de Pina: “Su hacer modificó las condiciones del mundo artístico, dejando atrás la separación entre la danza y el teatro para crear una inconmensurable unión. Introdujo al gesto cotidiano, que nos habló de la danza más que cualquier ampuloso movimiento. Pina subrayó la subjetividad del bailarín como única e ineludible forma de colaboración creativa”, expresa la coreógrafa que sostiene que nada fue igual en la danza luego de ella.

Invocaciones es un ciclo creado por Mercedes Halfon y producido por Carolina Martín Ferro que inicia en 2014 como un espacio de diálogo entre concepciones escénicas que poseen directores de Buenos Aires y otras que provienen de la Historia del siglo XX a través de escritos no dramáticos, textos de teoría o las propias biografías de aquellxs creadores con quienes dialoga.

Obra del demonio es el resultado de que Invocaciones invitara a una coreógrafa y que el Cervantes alojara y produjera un proyecto de danza, tal como explica Diana y agrega que cuando la convocan Carolina Martín Ferro y Mercedes Halfon le interesaba trabajar con colegas, “gente que no solamente fueran bailarines, sino que tuvieran prácticas coreográficas dentro de su interés en la creación”.

La artista también se refiere al largo proceso creativo que estuvo atravesado por la pandemia y del que aún considera que continua en duelo. Tras haber iniciado en el 2019 en el Cultural San Martín, donde se hacía originalmente, el ciclo fue suspendido. Entonces el productor Sebastián Blutrach es quien lo retoma, generando la posibilidad de que la danza aterrizara en el Cervantes por primera vez en 100 años, según cuenta Diana. “Quiero decir, hay danza en el Cervantes, invitan cosas ya hechas (de hecho, yo hice cosas mías), pero es la primera vez que se produce un espectáculo puertas adentro”. También señala la coreógrafa que produjo un enorme entusiasmo en el grupo porque les parecía imposible poder trabajar juntxs y además ser pagados, como destaca ella misma, “era muy ideal en un punto, todo el proyecto, algo muy a favor la verdad. La obra es un logro, como una profecía cumplida”.

El acontecimiento / Invocar a Pina

Pina Bausch (1940-2009)  fue bailarina, coreógrafa y directora alemana, paradigma de ese ‘nuevo género” llamado Tanztheater (danza-teatro), una danza heredera del ‘Ausdruckstanz’ de principios del Siglo XX, atravesada por el expresionismo alemán y que pone el foco en los elementos humanos de la composición llevando la vida cotidiana a la danza.

“Es gracioso que digamos que Pina sea un acontecimiento en la danza, pero también es interesante pensar que su nombre hace que sea un acontecimiento para nosotros, para la comunidad de la danza aquí. Entiendo que poder ocupar ese espacio [el teatro Cervantes], hacer algo juntos, cobrar por lo que hacemos, también eso es un acontecimiento en la danza, en nuestra comunidad” expresa la directora.

Sabemos que solo tres artistas argentinxs han atravesado la experiencia de trabajar con Pina: la cordobesa Silvia Farías, Daniel Goldín y Diana, que es la única que vive en Buenos Aires actualmente y puede invocar ese legado aquí y ahora desde su propia memoria. Por eso, su trabajo tiene la profundidad del artista que, luego de un largo recorrido, vuelve a ponerse en diálogo con sus maestrxs. Ella manifiesta que siente muchas cosas encontradas, “desde un deseo enorme a un amor enorme, a un volver a algo que yo ya había abandonado hace muchísimos años. Trabajé con ella, mamé su forma de trabajo, después volví y con los años fui realmente tratando de separarme de mamá y de papá y hacer mi camino. Realmente tuve que hacer un esfuerzo para entender quién era yo después de haber mamado tan de cerca lo que esta mujer fue”.

Sin embargo, reconoce algunos influjos en su trabajo, ciertas cuestiones que le interesaron especialmente como la atención sobre el detalle en una persona que, como recuerda Diana, hablaba muy poco: “a veces no decía mucho con palabras. Una de las cosas que más me impresionaba era como miraba y qué era lo que miraba. Al tenerla cerca pude ver concretamente que ella estaba muy interesada en los detalles. Siempre me impresionó mucho cómo se acercaba a los bailarines a hablarles de detalles, de lo mínimo, el pequeño gesto, las mínimas cosas del movimiento. No la veías pensando en dónde estabas ubicado, no. Era muy simple y muy aguda su mirada y eso me impresionó siempre”.

Con toda esa impronta, Diana Szeinblum crea esta propuesta junto a un elenco que tiene mucha experiencia y es muy colaborativo: “Estoy entregando mucha confianza porque sé que hay grandes performers, hay grandes pensadores y grandes coreógrafos. Tuve que hacerme cargo de contingencias que me han sacado horas de trabajo de dirección. Ellos están haciendo mucho de lo que yo creo que debería estar haciendo”, señala la coreógrafa que no sabe si en este espectáculo pudo llevar al máximo las consecuencias que tiene la influencia de la mirada de Pina porque“ el espectáculo es muy grande y tuve que hacerme cargo de muchos otros problemas” aunque cree que sus obras en general tienen mucha impronta en ese sentido: “Creo que lo que más llevo conmigo a mis obras es ese ajuste, esa necesidad del detalle. Esto es una monstruosidad grande, me hubiese gustado más detalle”.

La puesta en escena: La danza

La puesta en escena es producto del trabajo de un equipo técnico artístico que colaboró desde el principio durante el desarrollo de varios anteproyectos. Uno de quienes acompaña la obra desde el comienzo es el artista plástico Eduardo Basualdo con cuyas ideas trabajaron los performers. “En cuanto a lo espacial, a lo matérico, a las imágenes, hay mucha bajada de su trabajo. Él trabaja con un material que se llama foil, que está en el espectáculo. Así que nos moldea geográficamente su materia”, afirma la coreógrafa que indica que ella siempre hizo obras pero esto para ella es un espectáculo, porque es la primera vez que puede pensar en esos términos: “siempre vi mis obras como son fuera del país, cuando yo me voy afuera veo mis obras como espectáculos, acá la veo en espacios pequeños, con poca producción y demás. Es la primera vez que tengo la posibilidad de hacer un espectáculo en un teatro con producción, con talleres, con luces, con una gran platea. O sea, es completamente otra mi predisposición y quiero que la vean porque me interesa mucho la reacción de la gente”.

El público está invitado a disfrutar de una propuesta escénica que ella nombra como acontecimiento, pero que define como danza: “Ahí soy bastante categórica, me gusta decir que todo es danza. Yo entiendo que la gente necesita discernir para sentirse más tranquilo, pero justamente de lo que habló Pina, que para mí personalmente rompió con lo que tenía pensado sobre lo que era la danza, es que la danza y la coreografía tienen la posibilidad de englobar cualquier cosa que se mueve en este mundo. Por lo tanto, para mí el texto es danza, el pensamiento es danza, todo lo que se mueve, todo lo que contiene movimiento es danza. Para mí todo es danza”.

“Obra del demonio tiene muchos sentidos, el más directo es que hay un texto en la obra donde dice que la danza es ambigüedad, capa, misterio, abstracción, no narración, obra del demonio. También la obra de Pina es una obra del demonio. Lo que atravesó en nosotros nos cambió absolutamente. Cuando te entra el demonio ya no sos el mismo. Por lo tanto, sentimos que es una obra del demonio en múltiples sentidos… tiene algo endemoniado en su forma de ser también”.

 

OBRA DEL DEMONIO

De jueves a domingos a las 20 hs. en el Teatro Nacional Cervantes.

Bailarinxs / coreografía: Celia Argüello Rena, Pablo Castronovo, Hernán Franco, Iván Haidar, Bárbara Hang, Josefina Imfeld, Alina Marinelli, Margarita Molfino, Andrés Molina, Quillen Mut, Rodolfo Opazo, Florencia Vecino y Diego Velázquez.

Música original y en escena: Ulises Conti.

Coreografía, dramaturgia y dirección: Diana Szeinblum.

Dulcinea Segura Autor
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