Nothing to hide es una propuesta escénica que gira en torno a la manipulación mediática y pone de manifiesto la espectacularización del sufrimiento ajeno y los mecanismos de banalización de los medios como forma de entretenimiento, a través de una serie de noticias brindadas por la conductora de un medio de comunicación encarnada por Melina Seldes. Una experiencia en la que el cuerpo de la intérprete esconde lo que muestra en su desnudez mientras el cuerpo del público es incorporado como instrumento de ese mecanismo, parafraseando las palabras de su actual director Pablo Ariel Bursztyn.
Luego de una serie de cambios que involucran una apuesta artística y técnica que incluye pantallas, proyecciones y cámaras en vivo, vuelve a escena en el espacio Planta con el objetivo de ampliar el universo informativo mediático a través de recursos como el streaming y la apelación directa en un diálogo que pretende dejar expuesto (“al desnudo”) ese mecanismo perverso que parece mostrar todo lo que en realidad está ocultando.
La historia detrás a la producción local
El trabajo surge a partir de una investigación artística realizada en 2013 en la ciudad de Zurich, por Melina Seldes y Bruno Catalano, ambos bailarinxs y coreógrafxs, junto a la compañía suiza Piccoli Production. Una vez creada la obra les fue tan bien que Melina siempre tuvo el deseo de traerla a Argentina sabiendo que debía transformar las lógicas y los modos de producción para que eso sucediera: “ese concepto de obra en un ecosistema como el argentino y el porteño podía tener mucha más repercusión e interlocutores que en un ecosistema como el suizo o algunos espacios europeos, pero para eso había que asumir el cambio”, señala la coreógrafa.
Al pensar en la versión argentina se encontró con que acá el público está conformado por un interlocutor informado, por lo que debía crear una obra con un texto completamente nuevo y una profundización local: “El lugar que ocupan los medios en nuestra sociedad es muy potente, es un interlocutor que el ciudadano medio tiene. A donde vas hay una tele prendida, subís a un bondi o a un taxi y suena la radio, somos uno de los países que usan más redes sociales en el mundo, estamos atentxs y en relación a todo a lo que sucede”, apunta Melina que reconoce en el público a un espectador exigente donde además, hay un cincuenta por ciento que también es hacedor.
La artista, luego de vivir 15 años desarrollándose fuera del país, veía como una utopía poder realizar el proyecto acá, en una ciudad donde siente que pese a que la economía es un inconveniente, el medio es más desafiante y hay más posibilidades en desarrollo artístico e ideológico, en recursos humanos, de red, de desafío por la interpelación de pares o de tener colegas que cuestionen, como ella misma reconoce: “Para mí era reivindicar lo propio, porque es una decisión mía residir acá. Desde el punto personal de tener un hijo que deseo que crezca acá y no en Londres y también porque me parece un espacio mucho más habilitador que el europeo para el desarrollo de las obras, del pensamiento y de la ideología; desde cualquier punto de vista es un lugar muy inspirador y que te mantiene todo el tiempo vivo profesionalmente”. También relata que incluso Pablo Bursztyn, el nuevo director está regresando a Argentina luego de 35 años porque más allá del supuesto bienestar, “de qué va la vida si uno no tiene la ebullición y el desafío del desarrollo”. De esta manera, señala que lo que da la estabilidad en Europa también achata porque tienen un piso y un techo muy predeterminados y los modos de acceder establecen un camino que se sabe dónde se puede llegar.
Ahora, bajo la mirada de Pablo encararon una puesta escénica en la que se proponen ir hacia un nivel de producción internacional: “En términos de concepto, si el comercial se lleva las obras del independiente, traigamos la calidad del comercial al independiente como un desafío. Que el know-how del recorrido europeo técnico de Pablo tenga donde plasmarse acá en lo artesanal”, apunta Melina.
Construir desde lo físico.
Como bailarina, performer y coreógrafa, reflexionamos sobre la danza en una obra como esta. Pensamos que la teatralidad que propone presenta una oscilación del cuerpo entre la materialidad de la intérprete y la virtualidad de las proyecciones, como si la presencia del cuerpo acentuara esa tensión que la obra provoca entre el mundo de la ficción, el informativo y el documental. Como si el cuerpo fuera la prueba diferencial entre el mundo de lo tangible y de lo intangible.
Melina, plantea que la danza está en la construcción de la pieza, en cómo se utiliza el cuerpo y se construye sentido en el encuentro con lo dramático: “la obra parte de la danza y está construida desde la fisicalidad porque tanto Bruno (el ideólogo) como yo somos coreógrafxs y bailarinxs. Tiene lo que necesita la obra, el cuerpo no va a perder. Esta nueva puesta viene a realzar el cuerpo, a contenerlo”, puntualiza mientras piensa en cómo la obra puede atravesar y llegar a la “panza” del espectador, además de a su entendimiento, porque ya sabe que es un espectador que le gusta que “lo desafíen en términos reflexivos”.
El público podrá asistir a un espectáculo mediático donde el cuerpo ocupa un lugar plagado de sentidos, en el juego de la representación de la realidad. Algo que se conoce entre en estas latitudes donde, como dice Melina, “el bombardeo visual es el desayuno diario”.
Planta: Inclán 2661 CABA
Idea original: Bruno Catalano.- Dramaturgia: Melina Seldes y Bruno Catalano.- Dirección general y puesta en escena: Pablo Ariel Bursztyn.- Actúa: Melina Seldes.
Funciones: sábado 17 y 24 de sept. a las 21 hs; y domingo 18, 25 de sept., 2 y 9 de octubre a las 20 hs