LA DANZA SE INSTALA
Llega la quinta edición de Instalar Danza en Fundación Cazadores, un ciclo que visibiliza la producción de la danza contemporánea a través de obras en las que se encuentra con otras disciplinas en la sede que tiene la Fundación en Villa Crespo.
El proyecto genera un espacio de creación y producción en el que se vinculan artistas de la danza, del audiovisual y de la música, ofreciendo tiempo, espacio y recursos para el desarrollo además del acompañamiento de una curadora, una dramaturgista y una artista visual asociadas al programa.
Este año y por segunda vez, las propuestas crecieron bajo la mirada curatorial de Maricel Álvarez, reconocida actriz, directora y curadora que también se ha formado y dirigido obras en danza contemporánea, además de promover el vínculo entre la danza y el teatro en sus creaciones.
“En Fundación Cazadores me concedieron absoluta libertad de acción a la hora de tomar las decisiones curatoriales que me permitieran desarrollar los contenidos del programa.
Por ello decidí hacer foco en creadores de mediana trayectoria, con un cierto recorrido y ya con un corpus de obra realizada”, expresa Álvarez en diálogo con Llegás, agregando que en esta edición invitó como a Victoria Alcalá como dramaturgista y a la artista visual Leila Tschopp, como asesoras. “Las tres hemos funcionado a lo largo de los dos meses de residencia de lxs artistas como sus interlocutoras, poniendo en tensión ciertas estrategias precisamente para poder ayudar a detectar en ellas modos fosilizados, hábitos ya instalados que atentan contra la verdadera posibilidad de experimentación”, añade.
Las obras que se presentan este año son Primer boceto, de Andrés Molina; Tierra de roces, de Eugenia Roces, y Máquina drama, de Ramiro Cortez, Federico Fontán y Julieta Ciochi.
El programa de la Fundación es reconocido por su fomento a la investigación más allá del resultado final, además de haberse constituido como uno de los refugios que van quedando para la danza en un momento de profunda crisis política y económica. La actriz reconoce el difícil recorrido de lucha de la danza con el proyecto de Ley Nacional de Danza hoy prácticamente sin posibilidades de ser concretado debido al contexto adverso que vive toda la comunidad cultural y recuerda que recién en recién en septiembre de 2023 el Ministerio de Trabajo le otorgó al gremio de trabajadores de la danza -que existe desde 2015- la inscripción gremial simple. “La situación política expone al sector a un enorme estado de fragilidad. Sin embargo, las creaciones en la danza tienen una enorme potencia y vitalidad. Eso merece ser hablado. Por ello la invitación a la conversación”, apunta señalando que la conversación se traduce en obras, conversatorios, clases abiertas y actividades públicas específicas como el cierre a cargo de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea.
La conversación viene ligada a una reflexión respecto al nombre del ciclo: Instalar. La curadora plantea que por un lado tiene que ver con el interés de la Fundación de una vinculación entre la danza y las artes visuales, pero por el otro, se relaciona con la intención de poner en el centro del diálogo un tema: “Siempre me interesó la idea de que el nombre del programa invitara a una acción, muy específica además de necesaria: la de instalar una conversación no sólo sobre la producción de la danza contemporánea en nuestra ciudad, si no también sobre un estado de cosas, en torno a la práctica y sus derivas”, señala Álvarez en un contexto que para les hacedores del arte y la cultura se está volviendo irrespirable.
Podríamos pensar que los proyectos que estrenan nos hablan de artistas que continúan creando como una manera de dar esa batalla cultural necesaria para la supervivencia afectiva, social y también política, crucial para la soberanía de un país. “Estamos atravesando tiempos aciagos y nuestra producción artística deberá hablar sobre estos tiempos. Nuestro país se ha convertido en un laboratorio fascista en el que la crueldad es celebrada a diario por quienes nos gobiernan. La comunidad artística está sumida en un tembladeral emocional al que nos tiene sometidos este gobierno que impone la deshumanización, además de atacar con ponzoñosa persistencia a las instituciones que nos representan y enorgullecen”, apunta la directora con firmeza refiriéndose al INCAA, el INT, el Fondo Nacional de las Artes, las Bibliotecas populares, y señalando cómo han sido desacreditadas, desfinanciadas y atacadas sin miramientos ni argumentos estas instituciones.
Por eso volvemos al arte, a las creaciones en las que volcar y sublimar lo que estamos atravesando, como reflexiona la curadora del ciclo. Y para eso necesitamos seguir construyendo cultura, un bastión catalizador, como espacio de resistencia.
Maricel Álvarez también desarrolla desde el año 2017 un trabajo de investigación que hace foco en la curaduría (y en la memoria) en el campo de las artes vivas y es curadora del Archivo Filoctetes, que piensa y reflexiona junto a académicos, artistas y críticos culturales en torno al tema de archivar las artes vivas. Por lo tanto, es una artista que se plantea la inmediatez del cuerpo presente, de la acción viva, del hacer urgente del hoy. Una persona que reflexiona sobre lo inmediato: “Mientras tanto, acciones urgentes, manifestaciones en el espacio público -cada vez más obstruido por las represivas medidas de control del mismo- así como los espectáculos en salas son igualmente necesarios para el sostenimiento de una actividad pujante como en pocas ciudades del mundo se da. Hoy es el momento de la resistencia, sin dudas. Y de las prácticas de cuidado, más que nunca. Cuidarnos como comunidad, cuidar la producción poética, cuidar los espacios de visibilización y defender las instituciones públicas de fomento y educación de la cultura.”
En este presente de crisis, crear trincheras culturales debe tener sentido. El cuerpo danza en los escenarios más diversos y la calle es uno de los espacios en los que danzar se vuelve casi imperioso.