Cada vez más artistas que realizan creaciones de danza poseen una formación que se complejiza en espacios universitarios dedicados a las artes del movimiento. Es el caso de Abril Lis Varela y Rocío García Brangeri, egresadas de la Universidad Nacional de las Artes y directoras de Orlando García tropieza de nuevo, obra que en 2022 obtuvo una mención especial del jurado del Festival FAUNA y que regresa los viernes de julio en el Portón de Sánchez: “la danza contemporánea es un campo desde el cual podemos explorar y experimentar sobre nuestros intereses con la mayor libertad posible, abriendo el juego a distintos lenguajes de movimiento y códigos escénicos”, señalan.
Ambas directoras reconocen a las publicaciones editoriales, instalaciones, intervenciones en el espacio público, composiciones en tiempo real, en relación a otras artes, conferencias performáticas, etc., como productos de la reflexión que genera esa práctica: “Es en el área independiente de la danza donde se produce pensamiento y sensibilidad, y se discuten las ideas del presente. Es donde se toman riesgos y se empujan los límites. Esta expansión del campo de la danza revela la persistencia de un sector en su quehacer a pesar de tratarse de una actividad muy difícil de sostener en términos productivos o de mercado, mientras que los apoyos y líneas de fomento son muy escasos e insuficientes”.
La compañía de danza independiente Orlando García viene trabajando desde hace unos cinco años, cuando Abril Lis Varela se propuso crear a partir de la novela Orlando de Virginia Woolf. Después de mucho tiempo de pruebas y ensayos llegaron a pensar en un Orlando que era bailarina argentina, vivía en Temperley y se tomaba el tren Roca para ir a ensayar. Pero cerca del estreno restructuraron la obra usando a su favor los condicionamientos del contexto y los escasos recursos habituales en la producción independiente, y decidieron tomar eso como tema: “descubrir cómo hacer dialogar nuestro mundo de ficción con material que expone –y revaloriza– nuestro proceso de trabajo que es colectivo, insistente y perseverante”.
La propuesta toma de base la literatura para explorar la dramaturgia en dos sentidos. Uno a partir de la apropiación de la novela Orlando de Virginia Woolf como disparador y a la temática sobre aquel poeta que no puede finalizar su obra, y el otro, relacionado con los emergentes de este vínculo de apropiación que exponen las adversidades que atraviesa un grupo de artistas jóvenes en el intento de hacer obra. “Nosotras construimos una estructura escénica que permite la interacción de materiales provenientes de distintos ámbitos como, por ejemplo, el teatro musical, el café concert, el ballet, un tema de David Bowie, referencias a la pintura renacentista, a la estética de la Bauhaus, el twerk, entre otras. En algunas ocasiones la interacción se da desde la hibridación, es decir, una permeabilidad que sintetiza rasgos de distintos lenguajes en un mismo discurso. Mientras que en otros casos sólo se retroalimentan en su convivencia”.
En cuanto al uso de la literatura, tomaron del humor de Woolf a partir de su burla de la biografía como género en el que encontraron la potencia de reírse de ellas mismas siendo críticas con la situación actual de producción escénica independiente al mismo tiempo. “Desde el momento en que decidimos hacer evidente la irrupción de lo real procesual en la ficción, la obra se pensó como un falso biodrama de la misma compañía tratando de acabar la obra incansablemente, así como Orlando pasa cientos de años intentando acabar su primer poema”, agregan las directoras.
Respecto a la identidad de género, el rasgo más conocido de la novela, ambas retoman las palabras de Woolf de su ensayo Un cuarto propio en el que la autora expresa que ojalá hubiese cientos, miles o infinitos géneros. “Creemos que esta idea se hace presente durante toda nuestra obra de manera transversal, mas no explícita. En algunas escenas exploramos sobre genitalidades inventadas, o construimos personajes que escapan a los estereotipos de género”.
Una propuesta para que las ideas se agolpen y tropiecen con el único afán de aprender a tomarse las pausas para los procesos, el tiempo necesario para que algo se manifieste, a fuerza de construir en grupo, colectivamente, más allá de la prerrogativa del consumo fugaz que propone esta época individualista y neoliberal, con sus reglas de mundo moderno globalizado.
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Actúan: Braian Bre, Rocío García Brangeri, Jazmín Levitán, Inés Maas, Florencia Macche, Abril Lis Varela.
Coreografía: María Belén García, Braian Bre, Mercedes Ferrari, Rocío García Brangeri, Florencia Macche, Abril Lis Varela.
Dramaturgia y dirección: Rocío García Brangeri, Abril Lis Varela.
EL PORTÓN DE SÁNCHEZ
Sánchez de Bustamante 1034
Viernes a las 22:30 h