El derrumbe no es opción
Sección Danza - Revista Llegás
Danza

El derrumbe no es opción

26 de noviembre de 2024

Mientras el país parece caerse por diferentes flancos, la cultura resiste y el arte persiste en su insistencia de proponer otras maneras de habitar el mundo y relacionarnos. La danza demuestra su lucha y la capacidad de conmover que tiene tal como se vio en el flashmov que realizaron estudiantes de Artes del Movimiento de la Universidad Nacional de las Artes en la estación de trenes de Once, acción que sorprendió a quien andaba por ahí y circuló por los medios a fines de octubre.

Esa sintonía con el contexto resuena en artistas del movimiento cuyas preguntas invitan a reflexionar sobre la vida, la debilidad de algunas certezas, la vulnerabilidad de la existencia y la capacidad resiliente de dar respuesta. 

Arquitecturas del derrumbe es la última creación del binomio Lesgart-Binetti, una obra de danza basada en las ideas de construcción, demolición, ruina y reconstrucción, tal como anuncian sus creadorxs. Esta propuesta toma impulso inicial en Notas para la montaña, un trabajo anterior de colaboración entre ambxs.  A partir de sus restos, de aquello remanente que quedó, proponen un relato en el que componen diferentes arquitecturas en el espacio a través de los cuerpos y unos listones de madera. 

Las composiciones creadas entre la madera en diálogo con la piel o manipulada por lxs intérpretes, dan cuenta de la vulnerabilidad de la existencia así como de la necesidad de equilibrio en los apoyos.  Todo puede desmoronarse en cualquier momento. Sólo la apertura a las múltiples posibilidades del presente prepara al cuerpo para intentar una respuesta. No hay certezas.

Los cuerpos de lxs intérpretes conviven en escena con la materia orgánica de la madera en creaciones inestables, “con un soporte que prevé el derrumbe, que juega todo el tiempo con lo frágil, con la posibilidad de que todo eso que se está construyendo, pueda deshacerse, desarmarse, caerse, fracasar, de un momento al otro”, dice Lesgart. 

Entonces surge la pregunta sobre qué sucede después de que todo se derrumba, cómo reconstruir desde las ruinas de aquello que hubo antes. Desde su propuesta, observamos que el planteo alude a lo que quedó de su colaboración artística anterior, pero en este momento que comienza la circulación de la obra resulta casi inevitable pensar en la realidad sociopolítica y cultural. El contexto se filtra en todas las creaciones y aporta otros sentidos. La inestabilidad está latente.

Y si sobrevolamos la obra desde una perspectiva existencial,  podemos pensar en los procesos de la vida misma, en los fracasos y aciertos que constituyen derrumbes, construcciones y reconstrucciones necesarias para continuar. Ahí el poder de la resiliencia. “La creación artística tiene una arquitectura que de algún modo nos sostiene al mismo tiempo mientras nos estamos derrumbando”, expresa Quío en una frase que podemos llevar hacia la potencia de lo colectivo y pensar qué tan necesaria es la comunidad para sostenerse y componer alternativas. 

Esto se plantea en escena a través de una práctica que utiliza los materiales para construir espacialidades fugaces, líneas de fuga que se transforman en oposición, cuerpos que se acompañan, se agarran, se aprietan, se sostienen.  Una fragilidad del ser que necesita del otro para continuar.  

La vulnerabilidad y fortaleza del ser humano también está propuesta desde el título, en la arquitectura que nos habla de algo construido, sólido, con estructura, mientras que el derrumbe propone desestructura y destrucción. 

Por otro lado, la pieza también cuestiona la idea de original al proponerse trabajar con materiales que migraron desde Notas para la montaña a Algo inútil (obra dirigida por Lesgart y realizada por la Compañía Nacional de Danza Contemporánea), para llegar a Arquitecturas del derrumbe, abonando el debate sobre la autoría original (porque ¿de quiénes son las ideas?).

Entre esas preguntas acerca del derrumbe inevitable de las cosas, sea del contexto como del cuerpo (que el paso del tiempo también desmorona) o de la existencia, Lesgart propone este interrogante: “¿cómo asumir que el derrumbe es una realidad y que en esa idea podemos seguir creando?”, y plantea la importancia de que eso no sea un imaginario sino que esté presente en la acción escénica. Que toda la fragilidad de una construcción pueda derrumbarse frente al público, porque no hay certezas, no hay verdades ineludibles (salvo la muerte). 

La esperanza resiliente la afirma esa frase que eligieron y que nosotros proponemos de final: “De  toda  ruina  emana  algo  divino, algo divino que brota de la misma entraña  de la vida humana: el algo que queda del todo que pasa” (María Zambrano)

Quizás la respuesta sea sostener y desarrollar ese “algo” que circula y se sostiene, mientras todo parece derrumbarse.

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ARQUITECTURAS DEL DERRUMBE
Creación, dirección e interpretación: Gustavo Lesgart, Quio Binetti

FUNDACIÓN CAZADORES
Villaroel 1438
Sábados 2, 9 y 16 de noviembre 21.30 hs

Dulcinea Segura Autor
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