¿Qué es la vida sin cuestión? ¿Cuándo nos damos cuenta de que la muerte es inevitable? Convivir con la finitud sin la pregunta ¿Ser o no Ser? De los lugares para ir a curarse con aguja e hilo emocional, a recargar pilas, para preguntarse quiénes somos, qué estamos haciendo. Frenar en la era de la velocidad, la excusa perfecta para llorar y llorar de verdad.
Esta experiencia, esta obra, no es una más de las tantas ofertas culturales que hay en Buenos Aires, así aparece Lautaro Vilo dándose el lujo de construir teatro en el cementerio Británico, con una invitación a recorrer la obra de Shakespeare, con paseo (¿inusual?) y brindis al final.
La distancia que aleja o acerca esta obra con la fórmula de hacer una experiencia no convencional es un gran secreto como las horas que faltan para morir.
¿Qué esperar que suceda en los pasos que damos en el recorrido? ¿Qué es lo que muta en el espectador viviendo este tipo de experiencias? ¿Qué se tramita yendo a ver teatro al cementerio? Un sitio específico, el cementerio. Vilo actúa y narra. Un paseo vital, hipnótico y fugaz. La palabra acortando las distancias en su comprensión, de la obra del autor inglés, dándole valor inmortal y peso histórico.
Vilo se pone el traje de anfitrión y va contando, se divierte y divierte a los demás. Vilo es un tipo minucioso con las palabras, con el contar atrapa, mientras lustra lápidas, les saca brillo e ilumina el cementerio, sumergiendo al espectador en un viaje azaroso de imágenes con una narración auténtica llena de actuación sincera.
¿Cómo aparece la idea del recorrido Shakespeare en el cementerio?
El lugar narra. Así de simple. Fui a conocerlo y lo que me fascinó del cementerio Británico es esa forma que tiene de película. Vi tantas películas de cementerios y de pronto me parecía estar en Los Soprano. El tema era cómo construir una narración y un recorrido que tuviera sentido en ese lugar. El teatro tiene una capacidad de apareamiento sensacional, con todo o con casi todo, pero que tiene que fundirse con el espacio, se tiene que dar ese cruce. No es lo mismo tener una obra en una sala y llevarla así como está al cementerio. Nos dimos cuenta de que el espacio determinaba algunas cosas y la posibilidad de referir a la obra de Shakespeare en el recorrido. Lo maravilloso es que hay cosas que son específicas del lugar, cuando sucede la obra se hace de noche, cae el crepúsculo durante el paseo y ahí tiene más sentido porque es un cementerio. El espectador vive las dos instancias; el día y la noche en la misma obra. En el cementerio es inevitable hablar sobre la muerte, sobre la idea de morirse y como Hamlet tiene tanta reflexión, tanto desarrollo temático y poético sobre la muerte calza justo. Qué mejor lugar donde referirse a la escena de Yorick de la calavera que en ese lugar. Después empecé a pensar cómo recorrer los distintos niveles, por un lado la figura de Shakespeare condensada en esa cita de la calavera, porque Hamlet es una obra súper conocida y desconocida.
Cuando fuimos a hacer la primera visita para ver el lugar, Verónica Pelaccini, mi mujer, me dijo una frase muy iluminadora “Estás un rato acá y los patitos se te acomodan solos en la cabeza”. Uno está acostumbrado a hacer uso del cementerio que no es el de ir para hacer una obra, entonces, te narra otra cosa, la finitud claro, pero no te narra la pérdida del ser querido.
Entonces, con el recorrido, el cementerio se transforma en un lugar de mucha vida…
Eso lo da la intensidad de Shakespeare, como decía Borges, sus palabras eran copiosas, fantásticas y agitadas. Al mencionar la cantidad de personajes que tiene, aparece la vida en todas sus formas y cuando uno hace un paneo visual por el cementerio, se empieza a preguntar quiénes serán todos esos tipos. Me parece que hay algo que está muy claro en esa funeraria, en ese tipo de monumentos funerarios, que es como la entidad de la vida. Cuando ves las tumbas, con sus nombres, con sus epitafios, te das cuenta de que ahí hay alguien. Entonces aparece una galería de personajes. Siempre me llamó la atención la idea de la frase bíblica de “enterrar a tus muertos”. Me parece que estaría bueno que cada uno de nosotros cavara el pozo para enterrar a sus muertos, que no fuera delegada esa tarea, hay algo realmente sanador en esa acción física, sobretodo porque es un acto vital, que no merece ser delegado. Entonces es un cuerpo que no va a desaparecer, se va a corroer y en todo caso ira desapareciendo a lo largo de mucho tiempo por un proceso natural. Después cultivar algo, que crezca ahí… habla de un ciclo: algo de lo vital se resignifica.
El cementerio Británico es antiguo. Posee una arquitectura que refleja un salto en el tiempo con las cruces Celtas que le hay. O sea, uno sabe, al ver la lápida, que el tipo se murió en 1900, pero a su vez tiene una cruz que hace referencia a la época medieval. Entonces, ¿qué hace acá, en un país tan joven? Eso tiene este cementerio, en particular, esa convivencia con el pasado y con todas las eras. Tiene algo universal en esa arquitectura donde Shakespeare calza perfecto.
¿Cómo aparece la teatralidad en el recorrido de la obra?
Ahí actúa todo. La noche que va apareciendo, pasa el tren y suenan unas campanas que es un sonido que no tiene tiempo. Me reservé muchas partes de la obra para actuarlas dándome el gusto de hacerlas. Es un paseo, no pretende ser conclusivo respecto de la obra. Si bien actúo, siempre está referida la obra. Quiero decir, en un momento del recorrido pregunto qué pasaría si esta escena u otra sucede en un teatro, pero hay un segundo nivel donde la gente escucha el relato y a la vez se imagina la puesta de esa obra. Hay una parte fundamental que es acercar, sin reducir, la complejidad de la obra, o sea, al entendimiento de lo que sucede. Que puedan ser entendidos más allá de que estén alambicados en su construcción. Eso luce como un plus, porque el espectador completa y construye la idea de la obra. La gente en ese contexto, escuchando esos textos, se emociona, o asocia con sus propios muertos o le dan ganas de leer a Shakespeare. Se configura el tiempo vital en el recorrido. Toda la obra de Shakespeare es una de las cosas buenas que tiene el mundo para ofrecernos: encontramos una galería de personajes, cantidad de metáforas, situaciones donde inspirarse. Eso es lo que lo hace vital, porque estamos rodeados de muerte y reflexionando sobre el tiempo que nos queda. Al final del recorrido tomamos un vino como una celebración que pone de relieve que nos queda una cierta cantidad de tiempo por vivir.
¿En qué momento de la vida de un artista te encontrás?
Siento que con este trabajo se condensaron varias cosas. Siempre me gustaron mucho los narradores, el actor en su faceta de narrador: Orson Welles, Tato Pavlovsky, Luis Landrisina. Siempre la cuestión de lo literario tuvo mucha pregnancia para mí en el trabajo teatral. Llevo una cantidad de tiempo trabajando sobre la obra de Shakespeare, durante la pandemia di muchos cursos. Y ahí, en ese recorrido, me encontré con mucha gente de otras profesiones que tomaban los cursos y leían desde sus profesiones: psicólogos, historiadores, abogados. Fue un momento muy revelador sobre la reverbererancia de la pieza. Cuando hice Enrique IV, uno de los personajes dice: «La política que hay que llevar a cabo, es mantener a las mentes ocupadas con guerras en el extranjero para que la memoria del pasado se borre.» O sea, esto lo escribió hace 400 años, entonces uno piensa que vio todo lo que iba a pasar.
¿Qué pasa con el público?
Hay conexión con sus seres queridos, se les vienen imágenes. O sea, el recuerdo es un banco de imágenes de algo que no está. El teatro lo hace todo el tiempo, con los muertos pasa lo mismo, la gente imagina que hay alguien ahí pero a la vez no está. Hay una dualidad. Vas a llevarle flores a los restos de alguien que no está. El actor gasta tiempo de su vida para que el espectador lo mire. Eso pasa con el teatro, que es un arte de extrema generosidad. En el paseo, se nombran algunos notables que descansan ahí. Por eso en la entrada se le sirve a la gente Esperidina, el tipo que creó esa bebida descansa en el cementerio Británico. Y pasamos por la tumba de Kapelusz que es alguien que también forma parte de la vida de todos nosotros. Esos cruces convierten a la experiencia en algo estremecedor.
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SHAKESPEARE EN EL CEMENTERIO
Actúa y narra: Lautaro Vilo
CEMENTERIO BRITÁNICO
Av. Elcano 4568
Sábados 18.30 h
MUY IMPORTANTE
Este es un evento al aire libre; en caso de lluvia, se reprograma la actividad.