El libro como fuga de las normas morales. De carácter autogestivo, Servidumbre maquínica es una compilación de textos donde la escritora Leonor Silvestri conjura los males de esta época que se percibe apocalíptica.
Se abre con una sentencia de Nietzsche: No hay hechos morales. Hay interpretaciones morales de los hechos. Es un mantra. Una prescripción. Una advertencia: cualquier fenómeno puede ser capturado (Ella dirá reterritorializado) y se volverá más insidioso como el Poder cuando se reconduce bajo gramáticas revolucionarias. Política de los devenires animales, desconfianza en el humanismo: “…es todo aquello a través de lo cual se ha obstruido el deseo de poder en Occidente – prohibido querer el poder, excluida la posibilidad de tomarlo” (Microfísica del poder. Foucault). “Preferiría no hacerlo” a lo Bartleby. Huelga humana: es la huelga que, en el punto en que SE esperaba tal o cual reacción previsible, PREFIERE NO (…) Así de huelga humana, en huelga humana, propagar la insurrección, donde ya solo hay, y donde somos todas, singularidades cualquiera” (¿Cómo hacer?. Tiqqun). El cristianismo adentrándose como Subjetividad. Rechazo de la filosofía, el logos y la Academia: “Que no entre aquí quien no sepa geometría”. Igual no queríamos entrar. Devoción, sin embargo, por la sabiduría de los templos de Apolo, el que hiere de lejos y te manda al tacho. Asumirse Pitia, adivina, desquiciada: la manía es intrínseca a la sabiduría. Sabiduría, de ningún modo amor por la sabiduría. Ted Kaczynski, el unabomber de Netflix y el truco más ingenioso del sistema, los espacios de encierro, el crimen y el castigo, las etimologías para minar el campo del lenguaje cotidiano y su uso. Con todo esto Servidumbre maquínica, el nuevo libro de Leonor Silvestri es el desplazamiento del fuego sinuoso hasta una carga explosiva.
¿Cuál es tu captura Moral? ¿Cuál es tu régimen de verdad? ¿Cuáles son tus privilegios? ¿Cuáles tus miserias? Como sucede con Foucault para encapuchadas y en Ética amatoria del deseo libertario definir el estilo es anotar la provocación. Sirviéndose fundamentalmente de la episteme foucaultiana, Silvestri propone una técnica para el desmontaje de las estructuras ideológicas y afectivas que sostienen los discursos contemporáneos, aun los que están cargados de buenas intenciones (demás está decir que son los más peligrosos en su bonomía). Feminismos blancos microfascistas, Activistas que obtienen reformas que impiden el colapso, lo gay que se convierte en reforzador occidental. Cada capítulo (destacándose “El trabajo doméstico no debería existir” y “La legalidad como caballo de Troya”) compone un haz de relaciones con los otros mostrando el entramado secreto de signos que arman finalmente un sistema complejo (y su compulsión a aggiornarse y updatearse). En una suerte de giro althuseriano el libro funciona como una interpelación positiva y ofrece herramientas para evitar subjetividades rancias y alienadas.
Escrito desde el encierro de la cuarentena hay algo de urgente en Servidumbre maquínica que parece ser la puesta en claro de las ideas que la autora expresa en sus redes sociales. Quienes sigan periódicamente las diatribas de esta influencer malditx, profesora de pensamiento crítico, ¿filólogx?, no se sorprenderán de leer críticas a la sociedad capacitista, al nuevo control del Estado sobre los úteros y a “quienes viven de contar muertas no te quieren viva” (entre otros slogans que son parte del idiolecto-Silvestri). Las sentencias intempestivas pueden funcionar como herramientas de defensa y de ataque.
Como toda su obra, Servidumbre maquínica: punitivismo, trabajo y espacios de encierro es de carácter autogestivo y es llevado a cabo por Guarra editora, desmarcándose así de una trampa que el propio libro denuncia: “ El sistema convierte la rebelión inherente al descontento y frustración producido por el mismo sistema, en algo de suma utilidad para el mismo sistema, mediante la estereotipación u oferta de bienes de consumos rebeldes merch del bien en la góndola del supermercado de los deseos de rebeldía”. Quizás el gesto político más radical del libro, no se encuentre entre sus párrafos donde la corrección política es desterrada sino en su forma de producción: es esta forma la única que se repite en forma infinita y retorna eternamente igual.
*Lugares que la sociedad sitúa en sus márgenes, en las zonas vacías que la rodean, reservados a individuos cuyo comportamiento es desviante con respecto a la media o a la norma exigida” (Michel Foucault. Le Corps utopique)
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