Esta semana invitamos a Melisa Freund para que escriba en la sección Lado B ¿Que hace la artista en su tiempo libre?. Pasen, lean y disfruten
El ocio es eso que sucede mientras descolgás la ropa de la soga para hacerle lugar a más
ropa aprovechando un día de sol en la que se te va a secar rápido para así poder meter otro
lavado y colgarla y que se te seque mientras dejás levar la masa de pan que mezclaste
corroborando las proporciones una vez más en tu tiempo de ocio.
El ocio es eso que pasa entre que te levantas y te tomás el colectivo para ir a dar clases a
algún lugar, o a ensayar alguna obra que durará un año en cartel, mientras escuchas un
podcast sobre los 5 hábitos de la gente altamente efectiva para volverte rica en 6 meses a
partir de un foda imposible.
El ocio es eso que transcurre, ese milimétrico segundo entre que te maravillas con la idea
de hacerte rica para no trabajar nunca más y la desestimás porque, paradójicamente, es
una idea que solo te aparece en tus tiempos de ocio.
El ocio es esa hora y media en la que trotas torpemente en un parque, escuchando un
podcast de un mexicano que desgraba libros para emprendedores y te da consejos sobre
emprendedurismo que nunca llevarás a cabo.
El ocio es ese fantasma que intenta colarse por los intersticios de tu vida ordinaria
diciéndote al oído que basta que ya es suficiente, que hay que producir, leer, facturar,
escuchar, ver, socializar, encauzar, limpiar, fregar, lavandinear, escribir, pagar, hacer espacio
en el drive, producir, producir, producir.
Si diez años atrás me hubieran vaticinado que disfrutaría del ocio como de nada en este
mundo, hubiera creído que no me conocían, que no era a mí a quien le hablaban, que no
tenían idea de la exigencia y el perfeccionismo absurdo que me tomaba por completo.
Ahora, sin embargo, soy especialista en hacer NADA, una NADAdora que se revela ante la
exigencia patriarcal de convertir hobby en oficio o en actividad lucrativa.
Tener el privilegio de comer una palta (fruto de lujo en Argentina), lavar su carozo,
sumergirlo en un vasito con agua sostenido por dos escarbadientes como en el jardín de
infantes, y dejar que el sol y el agua hagan lo suyo. O poner la punta de una batata en un
frasco con agua esperar a que dé raíces para adentro y tallos y hojas salvajes en la
superficie. ¿Por qué no estudias jardinería? ¿Por qué no haces arreglo de balcones? ¿Por
qué no tenés un emprendimiento de comida? Porque dejaría de convertirse en lo que hago
en mis tiempos de ocio para convertirse en una actividad principal con otra demanda.
Porque dejaría de ser causa, para ser consecuencia. Porque dejaría de ser eso que calma
la mente, eso que sirve de excusa para que las obras y los textos se escriban solos en
algún hemisferio inefable de mi cerebro.
Para sentarme a escribir este texto necesité de mucho tiempo de ocio, básicamente desde
que me invitaron a hacerlo hasta ahora, diez minutos antes de entregarlo. Este texto se fue
escribiendo solo, en mi cotidianidad, como consecuencia de ir al parque a hacer eso que
llamo correr pero que en realidad es caminar rápido pero que yo digo correr para que mi
entorno no se burle de mi cansancio y dolor muscular extremo luego de hacerlo. Para
sentarme a escribir este texto necesité terminar de leer una novela y dos cuentos. Necesité
lavar los platos, pasar la mopa, sacar los pelos de gato de abajo del ventilador, ordenar las
medias. Amasar pan, hacer una tarta de puerros, una tortuguita braseada al horno, regar la
planta de batata, sacarle las hojitas feas al potus del patio interno, lijar dos cajones
encontrados en la calle, mirar una serie, mirar una película, tomar cerveza con amigas, reír
de memes de perritos con mi novio.
Ahí está: el ocio es eso que hago para que aparezcan las imágenes de lo que tiene que ser
escrito. El ocio es la causa. El trabajo la consecuencia.
“Escribir. Amasar el pan. No hay diferencia” dice Leila Guerriero, con la certeza de que
ambas son actividades en las que una parte nuestra que no controlamos se pone en juego y
para la que necesitamos no pensar ni cuestionar eso que hacemos mientras lo hacemos.
Tal vez, agrego yo, necesitamos permitirnos más tiempo de ocio.
Melisa Freund es actriz, directora y dramaturga.
En Abril comienza a dar su Taller de Escritura Teatral a partir de la autobiografía, los jueves de 18 a 20:30. Pueden comunicarse a freundmelisa@gmail.com