Mariela Asencio compone un texto para contarle a Llegás como se enfrenta a la dificil tarea de convivir con el tiempo libre
Hablar de ocio es para mí como hacer terapia. Todas mis limitaciones existenciales quedan de manifiesto en un abrir y cerrar de ojos cuando el tiempo libre se abre paso en mi cotidianidad. Hacer cosas que no necesito hacer. Pasar el rato sin objetivos claros. Prescindir de las obligaciones. Olvidar por un momento los pendientes. Voy a decirlo sin rodeos: El ocio me resulta extenuante. Nada me cansa mas que el hecho de no hacer nada en particular. El tiempo a la deriva me abruma. Me cuestan las tardes al sol, las piletas, los paseos al aire libre. No soporto la playa. Soy esa clase de persona que no puede permanecer mucho tiempo en una misma posición o en mismo lugar. Me aburro con facilidad. Prefiero las vacaciones en una gran ciudad, caminar hasta caerme, visitar lugares de manera demencial. Lo mío no es la montaña ni es el mar. Me gustan el movimiento y el ruido. Estar en acción. Llegar con lo justo y correr para llegar. Si, lo sé, soy infumable. Me ponen bien la adrenalina y la velocidad. Soy esa clase de persona que organiza todo el tiempo todo de manera que nunca queda un espacio sin completar. Lleno la grilla de mis días metódicamente y nunca tengo tiempo para nada.
Ahora bien, hago este punto aparte y respiro despacio - aunque admito que prefiero salir a correr que meditar - pongo el freno de mano y respiro. Me obligo a parar. A conectar con el ocio. Ese espacio de tiempo sin ocupaciones habituales. Esa pausa necesaria. ¿Esa distracción?... Me digo a mi misma: “Mariela no corras mas”.
De un tiempo a esta parte mi cerebro colapsó; el aislamiento obligatorio, la nueva normalidad, las reuniones por zoom, el tapa bocas, la ausencia de abrazos, el miedo, el living comedor como espacio de usos múltiples, el cansancio que provee la incertidumbre, las redes, los grupos de whatsapp, las filas para comprar en el supermercado, el encierro, los eventos postergados, las pausas eternas. La vida nueva aquí y allá. El mundo al limite de su propia estructura. Todo, absolutamente todo me agotó. Es así que colgué los guantes y me dispuse a recrear mi propia existencia. Mi vida desconocida y nueva. Mis horas en medio de este caos total. Y sin animo de romantizar nada porque no es mi estilo, confieso que adoro jugar con mis gatos, puedo pasar horas mirándolos y teniendo absoluta conciencia de toda la hermosura que los habita. Adoro merendar con mi hijo Rocco en el vegano del barrio que tiene juegos de mesa. Pasar con él la tarde jugando al Monopoly o armando palabras con el scrabble. Adoro los bares a toda hora, salir a buscarlos sin rumbo y tomar el café de la tarde sentada en una mesa pegada a la ventana. Disfruto de las series policiales, me fanatiza estudiarlas en detalle para comprender la estructura en la que se construyen sus relatos. Asociar de forma infinita y ponerme a googlear. Disfruto locamente cuando una cosa me lleva a la otra y me encuentro leyendo sobre temas impensados tirada en la cama o en el sofá. Es terapéutico tener la tarde libre y ponerme a ordenar, limpiar cada rincón de un espacio en particular, cambiar las cosas de lugar. Tener una idea y articularla; puedo mirar tutoriales hasta el cansancio cuando me dispongo a llevar adelante una tarea determinada que en nada se asocia a mis saberes. Cuando tengo tiempo me vuelvo experta en cosas imposibles, como el email marketing, la huerta urbana o la oratoria.
Adoro usar mi tiempo de ocio en cosas que no tienen nada que ver con mi actividad principal. Es así que puedo forrar muebles, pegar vinílicos o dibujar cuadernos con lápices y acuarelas. Me confieso fanática de los videos musicales, puedo pasar horas mirándolos en continuado. Estudiar la vida de un/a artista en particular. Linkear hasta el infinito mientras la horas pasan hasta quedarme dormida.
El ocio nunca me resulto fácil, tuve que aprenderlo a fuerza de voluntad. Ejercitarlo como a un musculo débil que poco a poco fue ganando fuerza. El maldito ocio que tanto miedo da, sobre todo si tenemos en cuenta que cuando aparece, trae consigo un sinfín de emociones, que solo ese espacio energético permiten manifestar.
Bienvenido seas entonces. Mientras escribo estas palabras pienso, que ya es hora de entregarme al descanso.
Mariela Asensio
Dramaturga, directora, docente, actriz
El 3 de abril estrena como directora EL ARREBATO de Emiliano Dionisi, en el marco de la comedia municipal de Bahia Blanca.
En junio estrena "Esa extraña forma de pasion" de Susana Torres Molina, en el Cultural San Martin y como actriz La Casa oscura, junto a Maruja Bustamante, compartiendo dramaturgia con Maruja Bustamante, con direccion de Paola Luttini.
Continua escribiendo la obra "Matar al muerto", una comedia sobre la comunicacion en la era de las redes sociales.
En breve podra verse en el canal virtual del Cervantes, la obra que dirigió, "El ojo del destino" de Francisco Estrada.