Una propuesta particular, que no sólo evoca a Eduardo “Tato” Pavlovsky, sino que también decide plasmar a la pieza teatral a través de una sesión grupal de terapia. Con rasgos verídicos y biográficos, pero también ficcionales, la obra se puede ver los domingos en Nün Teatro Bar.
La obra, mediante una sesión de psicodrama imaginaria, pero a la vez verídica, despliega parte de la biografía del reconocido psiquiatra, dramaturgo y actor argentino, Eduardo Tato Pavlovsky. También están presentes extractos de sus textos, y varias anécdotas. Con la existencia de un único actor en el escenario, Maximiliano Sarramone; almohadones y algunos pares de zapatillas, la pieza recorre el pasado, el presente, y hasta el futuro, inundando el espacio de reflexiones sobre el “mundo” de Pavlovsky. Uno de los condimentos indiscutibles, que tal vez sea la herramienta más significativa de la obra, es la versatilidad del intérprete, quien desde su cuerpo logra darle vida a las historias de varias y varios pacientes que acudían --verdaderamente o no-- a las sesiones de Tato. Por lo cual, otro de los factores interesantes, es el hecho de que tenga fidelidad, ya que Gabriela Villalonga y Rodrigo Cárdenas, quienes construyeron y dieron a luz Deviniendo Tato, han sido partícipes de sus sesiones grupales de psicodrama y también de su vida.
Podrían haber sido muchas, y muy distintas, las obras que hablaran del gran Tato, sin embargo, esta logra mostrar una multiplicidad de sus versiones, ideas, tragedias, experiencia y legado. Atraviesa, desde el drama, pero también desde la risa, las discusiones y contradicciones de la humanidad, el amor, el dolor, la muerte, el vacío, la sexualidad, la vejez, entre otros temas.
Homenajear al dramaturgo puede haber sido un disparador, una razón o un horizonte, sin embargo, el homenaje es también por lo compartido con él. Por cómo la vida y la terapia, y el haber expuesto el dolor en un colectivo, ha sido indiscutidamente una flecha, de esas que atraviesan la vivencia y no permite que el día a día continúe de la misma manera. La certeza es que Pavlovsky fue un antes y un después para quienes forman parte de esta creación.
Un componente que encuentra siempre lugar, para ser pensado, y que interpela casi de manera omnipresente y continua, a las y los espectadores, es el pensarse colectivamente. Dentro de la obra no solo se territorializa un sinfín de emociones, que permiten entrar en una sensibilidad muy bonita, sino que también devienen las preguntas: ¿cómo nos vemos desde los ojos de un otro o una otra? ¿Cuánto duele el dolor propio desde una mirada ajena? ¿Avanzaremos hacia un lenguaje emocional que no sea tan narcisista? Porque en lo colectivo se pierde la visión monocular, o bien, como lo plantea el intérprete en el último suspiro poético de la pieza… “Lo grupal será la terapia del futuro”.
Por Dolores Emilia San Pelegrini
Domingos 18 hs
Nün Teatro Bar (Juan Ramírez de Velasco 419)
Actuación: Maximiliano Sarramone
Dirección: Gabriela Villalonga