Cursiviolento: las ironías del amor
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Cursiviolento: las ironías del amor

En el corazón de Boedo hay una pequeña selva. Se llama Animal Teatro y los jueves a las 21 hs. se presenta Cursiviolento, la nueva obra de la dramaturga y directora entrerriana Lucía Tomás.

29 de marzo de 2022

El espectáculo comienza sin demasiado aviso. En escena hay solo unas banquetas con asientos fucsias y turquesas de peluche. Nada más, o mejor dicho, el resto es todo plantas y cielo abierto. Cinco actrices entran en el espacio con unos trajes estampados y chillones. Nos miran con cierta familiaridad, como si ya nos conocieran, y tocan una canción. Tierna, simpática, extraña. Escuchamos en simultáneo la ligereza del ukulele y la nostalgia de un acordeón. Nos hipnotizan con sus voces y miradas, y antes de que nos podamos dar cuenta, ya entramos a este mundo de lo cursiviolento. Tan romántico, tan kitsch que duele.

De ahí en adelante, la obra continuará alternando entre momentos musicales y monólogos a público. En simultáneo se arman y desarman situaciones de mucha fragilidad entre los personajes, que nos recuerdan esos días que estamos “en una”, pero nunca entendemos en cuál. O esos instantes donde se nos estalla el corazón de amor y aún así, siempre hay un pero y nada es suficiente. En definitiva, la poética de Lucía Tomás explota lo dulce y virulento que tienen las metáforas rosa pastel, que a primera vista parecen tan inofensivas. A su vez, las actuaciones de Garcilazo, Rey, Fusari, Wassaf y Fajn son directas, potentes, y proponen un juego constante entre ellas como también con el público.

Cursiviolento tal vez sea una obra sobre la ansiedad que provoca hoy por hoy el amor. Un retrato del desequilibrio emocional millenial, ambivalente y lleno de incertidumbre, pero que puede reírse de sí mismo. Casi como un meme: crudo, irónico y cierto a la vez.

 

Por Laila Desmery

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