Como un testigo cercano a los hechos intuyo lo que sucede. Entiendo lo que pasa. Siento que fui parte, pero cuando trato de revivir esas vivencias aparece una mirada propia y honesta del autor.
Santiago arma una línea de tiempo recopilando momentos que lo marcaron como actor, como músico, como artista y claramente como persona.
Disfrazada de una road movie teatral, una actriz y un director, amigos, viajan a Mar del Plata a contactar un actor, mientras tratan de terminar una película en blanco y negro que los tiene a los dos como protagonistas excluyentes.
Esto es sin duda una excusa, lo importante es otra cosa. Tal vez mantenerse vivo, resolver lo simple que en el arte siempre es complicado, reírse de todo y de todos (de uno también) y compartir una amistad donde la creación y los sueños no dejan de dar vuelta casi nunca.
En ese viaje, Herzog convive con Panero, Mar del Plata se parece a Lima, los 90`se vuelven propios y una remera de Daniel Johnston nos confirma quienes son estos antihéroes.
Los recuerdos son muchos, a veces con risa, a veces con sorpresa, a veces con un poco de locura pero con mucha verdad; el teatro, la poesía, la música y el cine son el marco ideal para revisar la propia experiencia. Una experiencia que cierra una etapa y abre otra. Un nuevo lugar donde Santiago se siente seguro; escribiendo, dirigiendo, mirando, sintiendo y compartiendo su mundo.
Por Ezequiel Acuña