#ROSETIENCASA, EPISODIO 2: Esther Diaz y Marina Otero
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Notas

#ROSETIENCASA, EPISODIO 2: Esther Diaz y Marina Otero

26 de junio de 2020

#Rosetiencasa es un ciclo que nació en el marco del aislamiento social obligatorio como manera de crear encuentros entre artistas que trabajan en ella o son afines a las búsquedas que se gestan en nuestro espacio. También como alternativa solidaria, necesaria y urgente para poder solventar los gastos de la sala y a todo el equipo que en ella trabaja.

Marina Otero – Esther Díaz Moderadora: Gisella Ferraro.

Moderadora: ¿Cómo las encontró la cuarentena?

Marina Otero:- A mí me agarró en cuarentena antes, pero no tanto. Porque venía de una operación de columna y me la pasé encerrada en mi casa, durante ese proceso estrené FUCK ME en el FIBA. Justo después de estrenar tuve un viaje a Perú a presentar Recordar 30 años para vivir 65 minutos y después de ahí nos fuimos a Brasil de vacaciones.  Apenas llegamos tuvimos que volver porque se cerraban las fronteras. Me agarró en cuarentena porque no llegamos a hacer esas vacaciones. Esto igual es un encierro distinto, antes al menos tenía alguna posibilidad de hacerme unas escapadas al teatro y después volvía a casa. Esther Díaz: -Voy a citarlo a Leibniz ya que parece que estoy dando clases: “En el mejor de los mundos posibles” y él que dijo eso, que vivimos en el mejor de los mundos posibles, fue muy criticado y burlado ¿Cómo va a decir eso? ¡Con las desgracias que pasan en el mundo! ¡Con los que nos pasa a todos planetariamente! Hay mundos posibles mucho mejores que este pero no existen. Solo existe ese. Estamos en el mejor de todos, porque es en el que estamos viviendo. Deleuze dice: “Lo virtual es Real”. Este intercambio es Real, está ocurriendo. Es espacial pero no hay corporalidad. Muchos de ustedes saben que cuando era chica no me permitieron hacer el secundario, si me veían leyendo, me hacían lavar los platos para ser buena ama de casa. Cuando empezó la cuarentena estaba haciendo un trabajo para el CCK (con Albertina Carri) que se llama Correspondencia abierta, en formato virtual. Nos teníamos que mandar mails sobre la memoria y, nosotras que no nos conocíamos presencialmente, intimamos de manera virtual. Además, estoy haciendolo que nopude de niña: encerrarme a estudiar, leer y escribir. ¡Volví a mis 13 años! Por eso estoy en el mejor de los mundos posibles, obviamente sin olvidar la desgracia que está ocurriendo en todo el mundo, las muertes, la pandemia. Eso es un fantasma. Pero dentro de esas condiciones, estoy en el mejor de los mundos posibles. M: -Ahora les pido que cada una lea una parte de la obra que seleccionó de la otra para empezar a reflexionar y dar comienzo a esta charla.

  1. D: - (…) Este es mi novio de los 13 años, un vecino de barrio que al poco tiempo de ponernos de novios, me empezaron a gustar todos sus amigos. Me pasaba lo mismo en todos los grupos en los que entraba. Re trola! También fantaseo con que un desconocido entre al escenario y me bese en la boca. Es cierto que hago esta obra para poder ser promiscua sin culpa y que me vengan a ver para vestirme de trola todas las noches y recibir a cambio algunos pocos billetes con cara de próceres muertos.”
  2. O: -El fragmento que elegí de Esther: “Desde mis 25 años me persiguen fantasmas de suicidio. Pero hasta esa noche nunca había intentado nada. Esa madrugada toque un fondo oscuro. Sin embargo como quien se olvida, me di una mínima chance. Compre medialunas, un diario y fui a casa. No había nadie. No lograba reponerme de la humillación. Me acordé que en el baño, detrás del espejo había 50 pastillas de Lexotanil. Que coincidencia! También eran 50 como la cantidad de años que me perturbaba. Busqué la caja y la llevé al escritorio. El mismo en el que ahora, tanto tiempo después, estoy escribiendo. Empecé a tomar las pastillas. Una a una. Despacio. Sentía como se demoraban un instante en la garganta. Las tragaba con la misma tranquilidad con la que tomaba mate. Una pastilla, una chupada. Se escuchaba los trinos de los pájaros madrugar. De pronto quise apresurar el trámite; comencé a ponerme de a varias pastillas en la mano. Me las metí en la boca y seguía empujando con mate. Cuando se terminaron me di cuenta que era difícil que muriera con esa dosis. Me puse de pie, fui a la puerta de entrada y la trabé como Leopoldo Lugones, fui al baño y llené la bañera. Me senté sobre el piso, apoyé los dos brazos sobre el borde y hundí la mano izquierda en el agua. Con tres dedos sostenía una hojita de afeitar, apoyé sobre la piel y apreté con miedo. Un temblor me aflojaba los dedos, no es tan fácil como parece en las películas pero algo logré. De la muñeca brotó un hilito rojo. Dí una última pitada al porro y perdí la conciencia.”

M: -¿Esther qué más nos podes decir sobre las sensaciones de ahora después de escuchar este texto?

  1. D: -Mi corazón anda a mil al escucharlo interpretado por Marina. Incluso no lo reconocía. No me había dado cuenta lo duro que era hasta que no lo escuché recién. Estoy muy emocionada por el espectáculo que nos brindó recién Marina. ¡Estoy temblando! Que diga algo Marina…

M.O: -Cuando fui a ver la película (Mujer Nómade) me impactó mucho ese texto. Me pasó que sentí que había muchas coincidencias. Ese texto me impactó, hay algo de lo que se habla de la Autodestrucción o Autoboicot, que en mi caso desde lo personal siempre estuvo, más allá de la idea del suicidio. Me llamó la atención que habla de los 50 años y eso me parecía impactante porque la idea del suicidio se tiene más en la adolescencia y pareciera ser que en cierto momento de la vida ya no sucede. Me impactó la edad digamos. Yo en “Recordar…” también relato un pequeño texto en el que me quería suicidar cuando tenía 22 años.  Me llamó la atención algo del tiempo: como que esa manifestación podría estar toda la vida. Para las personas que tenemos problemas con la realidad es un tema la autodestrucción. Como si pensara que hay algo de esa idea que te persigue para siempre. Como el dolor que lo manifestamos en distintas cosas: el arte, la filosofía. Cada uno hace lo que puede con eso. Me impactó de una manera intuitiva quizás. E.D.: -Está bien lo que decís de la edad, pero la visión tuya no está para nada equivocada porque yo viví a contramano. Yo empecé a vivir muy tarde: hasta que no tuve la posibilidad de divorciarme, venirme para el centro y empezar a hacer lo que yo quería hacer es como si antes no hubiera vivido. Empecé a vivir el día que comencé el secundario. Cuando comprobé que tenía alguna capacidad diferente. En verdad ese intento es como si me hubiera sucedido a los 20… No me pareció desubicado lo que dijiste. ¡La angustia que tenía es que cuando veía a mi abuelita de 50 años era una viejita! ¡Hoy una mujer de 50 años es bellísima, está espléndida! Ha cambiado todo. Por ejemplo cuando se ven fotos de futbolistas de antes, 30, 40 años atrás, parecen viejos y son chicos de 18, 20 años, pero si los comparás con los actuales parecen los hijos de aquellos. Lo que más llama la atención es que el miedo a la muerte me hace acelerar la muerte, eso suele pasar. En ese momento ya no soportaba más, era demasiado lo que estaba pesando sobre mí. A esa chica de 20 años (pero con 50 en verdad) le pareció que había que terminar con todo. Esa fantasía la seguí manteniendo cuando me casé, que fue una de las cosas más espantosas que me pasó en la vida. Y paradójicamente ahora que estoy en el duelo en el que estoy (han fallecido mi hija y mi hijo, hace 3 y 5 años respectivamente) nunca más tuve esa fantasía, para nada. En este momento que soy grupo de riesgo, lo vivo con mucha serenidad. Obviamente que si tengo síntomas me voy a cagar en las patas, pero mirándolo en frío, ¡está bien! ¡Tuve una larguísima vida! Me pasaron cosas espantosas y cosas maravillosas. Y ahora antes de despedirme me están reconociendo en lo que yo siempre quise. ¡En este momento estamos viviendo cerca de la muerte y de la muerte no se habla! Creo que por eso nos da tanto miedo. Obviamente, en filosofía,  hablamos todo el tiempo de la muerte, pero una cosa es el concepto y otra la práctica. O sea, en el concepto podemos decir desde Heidegger: “Soy para la muerte” porque ¿para qué somos si no para la muerte? La muerte es una parte de la vida, es natural morirse, sin embargo, Occidente ha negado la muerte. Por eso me parece muy oportuno ese texto, que en este momento que estamos sin saber que va a pasar con nosotros en el futuro, traer el tema de la muerte me parece muy saludable y más en un ambiente de teatro y que no tiene nada que ver con lo solemne, triste o desesperante. Es una realidad de la vida que tenemos que asumir con la mayor alegría posible. Para terminar: En las ruinas de Pompeya cerca de Roma, se encontraron cosas intactas después de la erupción del Volcán. Se encontraron los “lugares de placer” y en los frisos hay escenas de muerte, porque los latinos pensaban que si tenemos presente que la vida es corta y que nos vamos a morir, podemos disfrutar más de la vida. Y en cierto modo los porteños nos quedamos con algo de eso, porque alrededor de la Recoleta hay unos cuantos boliches de fiestecitas privadas y orgías. Somos más clásicos de lo que creemos. M: -¿Qué te llamaba la atención del texto de Marina? E.D: Me súper identifiqué a punto tal que yo quería que Marina eligiera el fragmento de mi libro cuando yo cuento que tenía tanta calentura que cuando una persona cualquiera me presentaba a alguien yo estaba celosa, porque pensaba que todos los hombres eran para mí, los que me gustaban, los que no me gustaban. Porque somos unas trolas realmente. M.O: -Estuve a punto pero era un fragmento corto. M:- ¿Qué es un cuerpo en la virtualidad? E.D: - Yo empezaría por responder ¿qué es un cuerpo?  Uno los cuerpos los piensa en movimiento, en el campo, en la ciudad, en el universo y ahora no: los tiene que pensar recluidos al límite de la casa. Así que se me ocurre que un cuerpo lo podríamos imaginar metafóricamente como una casa. Podemos imaginar que la parte de arriba (el intelecto) no tiene ventanas, pero tiene mucha comunicación con la planta baja tiene 5 aberturas, 5 ventanas, que nos comunica con el exterior. Y esa comunicación por esos pliegues y repliegues a la vez va pasando al intelecto. Ese es nuestro cuerpo en estado “normal” (con las salvedades de esta palabra). Ahora en la virtualidad nosotros podemos estar comunicándonos, pero si quiero brindar con alguien ya no lo puedo hacer. La posibilidad de tocar ya no la tengo, no hay volumen, no hay tacto. No hay gusto. No puedo oler. Fíjense cuantas ventanas se van cerrando en la virtualidad. Quedamos reducidos a vista y al oído, pero dependemos de la “pila”, de la electricidad. Este simulacro de cuerpo en realidad es Luz. Somos un rayo de luz que da la imagen. Quedó solo la imagen, el sonido, ¿y la vibración de los cuerpos?  Somos simulacros hechos con telas de arañas, con algo muy débil y frágil. Un corte de luz terminaría con esta comunicación. Así que creo que eso es a lo que queda reducido un cuerpo en la virtualidad. Como decía antes es Real pero no es empírico, pero no hay posibilidad de contaminación. Esta es la primera vez en la historia de la humanidad en que se han cerrado las fronteras de todos los países, sin embargo, parecería que ya estaba implícita esta posibilidad de lo virtual, ahora, si desde lo virtual existiera la posibilidad de contagio ahí sí que volvíamos a las cavernas. Y no es algo tan loco lo que digo. Yo estoy viviendo en el futuro, yo lo disfruto más que un chico, estoy en un mundo maravilloso y terrible. ¡Hoy que todo el mundo tiene terror por el futuro…El futuro ya llegó! ¡La nueva normalidad es esto! Yo creo que estamos en una gran borrachera del mundo, si no fuera por las muertes y por la gente que está sufriendo es para disfrutarlo.                  

Juan Ignacio Crespo Autor
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