¿Cómo llevar el terror al teatro? El desafío no parece sencillo y prueba de ello es la escasez de este tipo de propuestas en la cartelera. Sin embargo, esto no es lo que motivó inicialmente a Candelaria Gauffin para crear The bloody love. Lo primero que apareció fue el romanticismo y el repertorio de la danza clásica. Eso responde a sus gustos personales, ya que baila desde los 3 años: “Uno no puede escapar de los intereses propios y yo estudié danza clásica desde muy chiquitita. Aunque me distancié un poco de ese universo fue algo que siempre me interesó. En las improvisaciones aparecían otras cosas pero el ojo se me iba hacia ese mundo”, confiesa la directora.
Después llegó la pandemia, el equipo empezó a trabajar por zoom y el terror apareció de manera espontánea en los encuentros a través de esa plataforma. Como telón de fondo, los cuidados, la distancia y el miedo generalizado en la población. “Aprovechamos algo del zoom: la imagen se frena, hay distorsión sonora e intervienen varios elementos para darle al trabajo esta impronta terrorífica. El gore tiene que ver con un interés personal a partir del erotismo que genera”, señala Gauffin. The bloody love podría ser perfectamente un cuento de Angela Carter incluido en alguna de sus magníficas compilaciones, esos que mezclan lo romántico, lo sensual, lo sanguinario y lo siniestro.
Mailén Briatore, Canela Escala Usategui y Violeta Montes son las intérpretes encargadas de llevar esa idea a escena y lo hacen con destreza, osadía, sensualidad e incluso algunos toques de humor. Cuando se le consulta a Gauffin por las referencias, ella dice que “es una ensalada donde hay de todo, desde lo más culto hasta lo más mainstream”. La lista incluye a creadores de la escena independiente porteña como Pablo Rotemberg, Carla Rímola y Ayelén Clavin, pero también música de películas de Chayanne o Pampita, figuras como Susana Estrada o Rocío Dúrcal y directores de género como Dario Argento, Lucio Fulci o Ruggero Deodato. Hay una escena maravillosa interpretada por Montes al ritmo de la banda sonora de Holocausto caníbal (Riz Ortolani) y un cuadro en el que aparece la tríada danzando al compás del legendario tema principal de Suspiria (Goblin).
La directora explica que el cine de terror es particularmente misógino y le interesaba entrecruzarlo con la lógica de las femineidades. Para eso recurrió al mito de Giselle –aquella campesina que se enamora de un príncipe y, frente a la imposibilidad del amor, se vuelve loca y baila hasta morir– y las Willis, personajes alucinantes que vagan en los bosques durante la noche y devoran a todo aquel que se atreva a internarse en su morada.
En la web se indica que la pieza “incluye desnudos, imágenes violentas y sexo implícito”, así que todes advertides. Al inicio las intérpretes aparecen cubiertas por un delicado velo transparente, pero a los pocos minutos estarán completamente desnudas. Sin embargo, esto pasa a un segundo plano de inmediato porque no forma parte de un momento tabú sino que configura la escena de manera orgánica. “Para mí lo más importante es el cuerpo –dice Gauffin–. Trabajamos mucho en la particularidad de cada uno: con Canela el bolero y las pinturas del romanticismo a partir de su impronta barroca; con Violeta la danza clásica y sus repertorios, ella construye esta travesti hermosa y fantástica; y con Mailén nos enfocamos en el porno y el erotismo a partir de su rostro, que expresa inocencia pero dialoga también con la peligrosidad”. The bloody love es una apuesta fuera de lo común y acertada en casi todos los campos que explora (quizás el aspecto vocal requiera algunos ajustes en ciertos pasajes). Hay escenas espectaculares donde los cuerpos se cargan de nuevos sentidos a partir de la música, la danza, la sangre y el glitter. Hay sexo, hay canibalismo, pero sobre todo belleza al ver –por fin– lo terrorífico en una sala subterránea del corazón del microcentro porteño.
Por Laura Gómez
Idea y dirección: Candelaria Gauffin
Actúan: Mailén Briatore, Canela Escala Usategui y Violeta Montes
Sala de Máquinas, Lavalle 1145
Sábados 23 hs. Entradas: $800