A partir de una puesta en escena que funciona cómo metáfora de un naufragio, el director Javier Swedzky evoca el sisma del 2001 uniendo lo personal y lo colectivo.
Aquí hay leones es una propuesta muy singular, las razones son varias: tematiza un momento de crisis vernácula, nuestro 2001, -lo hace observando la intimidad de un hogar- ni calles, ni saqueos, ni asambleas- y no necesita poner en escena la palabra “inestabilidad” porque los dos protagonistas trabajan largo rato encima de una enorme pila de colchones.
Conversamos con Javier Swedzky, su director y le peguntamos por todo y por todos los protagonistas encima y detrás del escenario porque para una puesta como la mencionada se necesita una suma de cabezas y de manos, sin duda alguna.
Nos cuenta que era un tema que le venía dando vueltas porque en la experiencia de 2001 se mezclaba lo colectivo y lo personal y no había demasiadas obras que se detuviesen allí. Se preguntaba cómo hacer una escritura espacial de un naufragio social. Ése fue uno de los puntos de partida.
La idea no era trabajar una reconstrucción histórica sino generar una forma poética. ¿Cómo representar un equilibrio frágil en lo personal, lo económico, lo cotidiano? ¿cómo dar cuenta de la zozobra de aquello que estaba establecido? Un momento en el que se torna difícil aprehender la realidad y en la que hay una urgencia para resolver el presente. ¿Cómo volver poesía esos momentos?
En el escenario se buscó la puesta en crisis de la idea misma de estabilidad. Una exigencia de un presente escénico; si Florencia Sartelli y Leonardo Volpedo, los intérpretes, no están en el presente no pueden resolver lo que pasa. Pero también aparece la necesidad de ser feliz. Esa pareja, en medio de la desprotección, inventa formas para obtener ganas y para luchar por sus vidas.
Ante la pregunta de por qué contar con objetos nos responde que el objeto expone todo de manera cruda; como no representan, son. Muestran lo que la palabra no puede decir. Los objetos que integran la escena son aquellos que no perduran, son frágiles, inestables, perecederos, no hay que darlos por definitivos. También hay objetos testimoniales como los que estaban en el club del trueque o las cuasi monedas, los patacones, etc. que permiten contextualizar algunas cuestiones de esos personajes que están ahí. Es importante señalar que los objetos se vuelven esenciales en el discurso escénico, simplemente siendo lo que son, sin necesidad de estar animados.
Sin embargo, no estamos hablando de una tragedia ¿no? es decir, no está contado como tal. Ahí, Javier nos revela que no se puede dar cuenta de lo real (o al menos, no es su decisión) y decidieron reírse un poco, tomar el humor como estrategia para atravesar la tormenta.
Por supuesto que no podíamos dejar de preguntar por el lugar de los colchones. Y nos cuenta que en ellos no se puede construir nada, es una obra que tiene su propio mecanismo de autodestrucción puesto en juego ya que no se puede manipular ahí arriba (ninguno de ellos viene del circo, lo que cambiaría las cosas) Gente común puesta en una circunstancia excepcional. Sabían que se iban a imponer, que había un montón de cosas que no iban a poder hacerse.
Nos suma un dato central: venían con una idea de estructura que se cayó en cuanto probaron los colchones. La abandonaron para que estos determinaran movimientos, ritmos, el climax de la obra. Los colchones y los objetos asumen la parte principal de lo que se quería contar, se hacen cargo de la dramaturgia; querían que ellos accionen, que condicionen todo el resto de lo que sucede en escena. Corren el texto de lugar porque ya no hace falta decir la palabra “inestabilidad” o alguna equivalente. Pone lo verbal en un lugar más poético, más separado de la información.
Nunca se sabe qué es lo que van a hacer los colchones, pasan cosas muy divertidas. Se caen para cualquier lado. Y la idea es aprovechar esas cosas, esas caídas. O se caen en un momento en el que no deberían. La obra tiene partes marcadas y otras improvisadas. Se trata de un comportamiento particular, un trayecto que nunca es el mismo, nunca pueden subirse de la misma forma y lejos de disimularlo, lo que se hace es aprovecharlo.
¿Cómo nace la obra? A partir de una convocatoria de Vera Vera, de Rubén Sabbadini. Recurrieron un poco a lo que tenían a mano pero también salieron a buscar algunas cosas específicas. A Swedzky le interesan los juguetes en los que se mezcla lo mecánico, los sentimientos, la repetición de un solo gesto. Entonces salieron a buscar al genio de Hernán Lira que pensó cómo sería una máquina de abrazar. Nicolás Botte se encargó de los artefactos lumínicos, que de manera muy inocente proyecta esos leones que giran alrededor. También tuvieron la colaboración en realización de títeres y objetos de Ivo Siffredi, de Román Lamas que ayudó a realizar el títere de la abuela y de Pablo Shapira que hizo unas copas de vidrio increíbles que después hubo que reemplazar por otras de plástico porque se podían lastimar en escena.
Otro tema, súper importante es la música que está ahí para romper toda solemnidad posible y ser un elemento molesto, un afuera que todo el tiempo permanece entre la molestia y la diversión. También fue muy importante la entrada de Laura Cardoso al equipo con la realización, aparte de la mirada aguda que tiene sobre el teatro aportó desde el universo plástico.
Por Monica Berman
Aquí hay leones
Viernes 21:00hs – Teatro AREA 623 (Pasco 623)
Dramaturgia y dirección: Javier Swedzky
Actúan: Florencia Sartelli, Leonardo Volpedo