Pucho y Raquel son artistas: componen tangos, los cantan. Un día Chuchi y el Mudo secruzan en su camino y la pareja los reconoce como iguales: el muchacho no emite palabra pero ejecuta instrumentos, la joven intenta desarrollar alguna destreza que le permita formar parte del grupo tras haber sido expulsada de un cabaret. A pesar de la miseria –viven en unrancho suburbano donde nunca sobra nada y a duras penas consiguen algo para comer– los cuatro defienden su vocación a capa y espada. La pieza de Longhi se define como una tragicomedia político social y la referencia es precisa: entre la desolación y la carcajada hay apenas unos pasos, y esa oscilación está habilitada por el grotesco. El elenco da vida con talento a estas criaturas marginales que ya desde el texto están planteados como personajes tridimensionales: una de las claves para identificar esa construcción es el modo diferenciadoen que se relacionan. Chuchi, por ejemplo, es seductora con Pucho, cómplice de Raquel ymaternal con el Mudo. La puesta de Delgado opta por incluir la música y es otro acierto.Como telón de fondo aparece la década infame, el fraude electoral, la presidencia de AgustínP. Justo y el dios-mito de los recortados del sistema: Carlos Gardel. Una reflexión sobre elpasado que ilumina el presente a partir de los lenguajes propios, y una mirada sobre la importancia de la solidaridad entre los miembros del campo artístico a la hora de subsistir.
Por Laura Gómez
Domingos 21:00hs
Nün Teatro Bar, Juan Ramírez de Velasco 419
Dramaturgia: Luis Longhi
Dirección: Natacha Delgado
Actúan: Rosario Albornoz, Mariano Cáceres, Natalia Chiesi y Rober Segura