"Los Ahogados" Poner en duda la percepción
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"Los Ahogados" Poner en duda la percepción

31 de octubre de 2022

Los ahogados es una obra de un grupo llamado Teatro de Ilusiones animadas, que en 2022 cumple diez años de existencia proponiendo espectáculos relacionados con el lenguaje de títeres, teatro de objetos y formas animadas.  La expansión en la denominación no es un exceso: hay quienes no llegan a imaginar los modos de construir, articular, contar, manipular ¿animar? (sí, concepciones en pugna, tal vez), en fin, de multiplicar posibilidades poéticas, narrativas y otras yerbas que habilitan esta familia de lenguajes (donde se suman las sombras, los dibujos con arena, los objetos documentales y la lista sigue).

La compañía investiga y propone teatro de objetos/títeres para adultos y para las infancias. Algunos para ambas franjas etarias.

Han llevado a cabo propuestas como El procedimiento basada en El proceso de Franz Kafka y Casa Cortázar a partir de “Casa tomada” de Julio Cortázar. En este caso, Los ahogados es un cuento de Teresa Andruetto. Pero además tienen Cabeza de aire, realizada con títeres corporales y Bruno estampilla, un clásico guantero,  Lo de siempre pero doble, un policial titiritero -para ponerlo en algún casillero inútil-. Han recorrido festivales y países, llevando su maravillosa producción desde su Córdoba natal.

Para ver Los ahogados hay que disponerse a desarticular lo que vemos de lo que nos narran, no es más que poner en duda la percepción, desconfiar de los sentidos pero con una justificación brutal y a rajatabla. En ocasiones las cosas no son lo que aparentan. Y los modos rotos de construir son los únicos posibles.  

Ahora bien, todo tiene un hilo que conecta con una instancia previa. Conversamos con el intérprete, Santiago San Paulo  que nos fue revelando cuestiones del origen, el proceso y el recorrido de esta propuesta tan particular.

En 2015 hicieron un trabajo con un poemario de María Teresa Andruetto, Sueño americano: una apuesta experimental. Así nació el vínculo con la Tere, que les mandó por mail el cuento en cuestión, “Los ahogados” cuando todavía estaba inédito. Recién se editó a los dos años en un suplemento de Página Doce y a los tres o cuatro años se publicó en Colombia, única edición de ese cuento.

Desde el principio, la autora señaló su interés en que ellos hicieran algo con ese texto ¿el qué? ¡quién podría imaginarlo! Tardaron unos años en llevar ese algo adelante. Recién en 2020, en ocasión de la pandemia, formaron una burbuja de trabajo con todo el grupo y empezaron a montar la obra.

Nuestro grupo, agrega Santiago, tiene un repetorio amplio y solemos hacer giras. En ese contexto no podíamos salir a trabajar. Así que empezó ahí el proceso de laburo que tardó un año.  Ese verano se abrió un poco la cosa y salimos a hacer funciones al aire libre y después retomamos el proceso creativo y en julio de 2021 cerramos el proceso y empezamos a invitar a gente amiga (de a diez personas y con protocolo; también hubo algunas experiencias virtuales). En agosto ya habíamos probado la obra con público.

Un año de trabajo.  Estrenaron en el teatro La Chacarita y la obra ya tiene más de 50 funciones. Fueron al norte, al sur, al conurbano. Ahora por suerte, están con funciones en CABA.

Trabajaron el cuento letra por letra. Hicieron un recorte del cuento porque es más largo. Lo que quedó decidieron trabajarlo de manera literal, incorporándolo como un elemento más en la escena sin poner en juego una adaptación. Ya habían trabajado con textos de Cortázar, de Kafka, de Claudia Masín, el poemario de La materia sensible, en este caso con la Tere, en ese vínculo entre la literatura y el teatro de objetos descubrieron que para que los objetos puedan plantarse en su poética, el texto tiene que ingresar tal cual está escrito.

Creo que hay una premisa, afirma Santiago, de que todo teatro es político, estoy de acuerdo con eso no solo por los temas sino por las formas teatrales que se presentan ante los públicos. Pero también pienso que con que esa frase se puede anular a un teatro específico que se vincula con lo que nos sucede como sociedad. Político porque habla de los temas de la polis,  de lo que nos pasa o nos pasó como sociedad. Una revisión histórica es trabajar escénicamente en este cuento sobre los vuelos de la muerte, porque el teatro  habla en presente. Cuando abordamos lo que nos sucedió como sociedad, en algún punto, se está  hablando de cómo estamos hoy.  La cuestión de la violencia: la institucional o  la represión estatal.

Nos cuenta que unos días atrás hicieron una función de Los ahogados y que enfrente había un desfile de las comunidades originarias con sus bailes y sus cantos en el marco de una gran represión que hubo en el sur a la comunidad mapuche.  Les tocó fuerte esta manifestación de esas comunidades que estaban afuera del teatro mientras armaban… un teatro que se fija en lo que nos pasa como sociedad, lo que nos ha pasado, un teatro atento, artistas de teatro que registran lo que sucede en la calle. Santiago prefiere “teatro situado” a “teatro político” para caracterizar lo que hacen.

El teatro es un lugar de resistencia en relación a los signos, porque la realidad está muy cargada de teatralidades. El teatro se hace cargo de plantar convenciones para que esas teatralidades puedan ser leídas, eso significa que quienes espectan entrenan un músculo, un sentido crítico que muchas veces se pasan por alto en las convenciones sociales.  Ante las representaciones políticas, de los medios de comunicación, de la publicidad, el lugar del teatro es un lugar de resistencia en torno a la representación. Y específicamente el teatro de objetos dentro de la historia teatral  porque los objetos además de su función en el teatro, en la comunidad, más allá de las funciones rituales, dan testimonio de lo que somos.

Conversando con Shaday Larios, agrega Santiago, nos decía que si vas a un lugar en el que no están las personas pero sí los objetos podés decir cómo eran las personas de esa comunidad; ese carácter testimonial de los objetos, ya plantea una vida previa del objeto sin siquiera la participación de un titiritere, ya solo con su presencia está testimoniando y esos objetos en el teatro muestran la capacidad de ampliar la metáfora.  Ampliar la capacidad de sentir lo que no está. Eso es algo con lo que trabaja cualquier tipo de teatro, me parece,  y en el caso de los objetos eso está muy presente. Poner un objeto en escena ya  nos ayuda a ampliar el campo de la imaginación y eso es una resistencia importante de los objetos en la escena teatral en nuestro país. En otras latitudes el teatro de objetos tienen distintas funciones.

Luego señala que le interesa contar algunas cuestiones en relación a la itinerancia.

En CABA estamos en el ex Teatro del Pueblo, cargado de historia, cargado de sentido que hoy es el Barletta del CCC,  con toda la disponibilidad técnica del teatro que es impresionante y con todas esas comodidades que también nos significan un riesgo a la hora de presentarnos.

Pero tenemos experiencias de lo más diversas. En una escuela secundaria nos presentamos en el sum, con tres luces y un equipo de sonido muy viejo y tuvimos que llevar un parlante para el micrófono. Había 200 personas en semi círculo;  presentamos la obra en el centro de memoria La Perla, un ex centro clandestino de personas, el más grande de la provincia de Córdoba, recuperado por un organismo de Derechos Humanos. Allí hubo 500 personas en un espacio no convencional y trabajamos con los foquitos de dicroicas que tienen para muestras de arte que se suelen hacer y la gente se sentó directamente en círculo, trabajamos en 360. También tuvimos una experiencia así en Salta porque no podíamos quedarnos más tiempo y había mucha gente que quería ver la función, así que decidimos hacer dos funciones no en una sala sino en una casa teatro La ventolera e hicimos un trabajo espacial equivalente.

Lo mismo nos pasó en el Festival de San Martín de los Andes, en la segunda función había más gente de lo previsto y pusimos a parte de la platea en el escenario y nosotros trabajamos en piso.  Hemos ido a una biblioteca  en la sierra de Córdoba, el pueblo donde vive Tere Andruetto e hicimos una función a beneficio de la biblioteca y ahí la hicimos al aire libre, con iluminación natural, el técnico tuvo que averiguar a qué hora se iba el sol, a dónde daba la sombra. A medida que el sol iba cayendo la obra avanzaba. Terminamos solo con los objetos iluminados en el momento en el que el sol se escondió.  Fue bellísimo pero más allá de eso me parece que está bueno rescatar la posibilidad de un grupo, de una compañía (esto lo aprendí de la gran familia de los títeres y del circo) la cuestión de la itinerancia y de poder adaptarse a diferentes circunstancias con tal de plantar una escena teatral. Por eso es que podemos hacer tantas funciones, por nuestra capacidad de adaptación que no es solamente mía,  de Sofi, de Carlos  sino también de otros compañeros, como Cruz que hace la música. En un momento la hizo en vivo porque no había equipo de sonido en una función en la sierra de Córdoba. Diego, con esta cuestión del sol,  Agustina Blanc que nos hace la puesta de luces, en espacios no convencionales, por ejemplo, en la escuela, se llevó unos artefactos para poder generar unos climas generales y trabajar con los cortinados del sum… es como investigar, también, la arquitectura. Eso significa un trabajo, no es que ponemos la obra en cualquier lado como sea. Pensar los colores de las paredes; hay un gran equipo ahí que se mueve en torno a eso que es la itinerancia, la capacidad de adaptación de la obra a eso nos permite hacer muchas funciones y a mí que soy el que actúa me da mucho entrenamiento. Eso me parece que está bueno tenerlo en cuenta. Yo lo he aprendido mucho de todos los titiriteros y titiriteras que he visto y a los que no he visto pero  que he podido estudiar.

Oportunidad de disfrutar a esta compañía cordobesa en nuestra ciudad, con un trabajo muy singular. En el espacio experimental Barletta.

Por Monica Berman

 

Autora: María Teresa Andruetto Actor: Santiago San Paulo Dirección: Carlos Piñero Producción: Sofía Piñero Gallo Escenografía: Diego Trejo Música original: Cruz Zorrilla

 

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