Sangre coagulada
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro - Notas

Sangre coagulada

La nueva adaptación de Bodas de sangre a cargo de Vivi Tellas en el Teatro San Martín parece errar en su blanco de actualizar un clásico de las letras españolas

25 de noviembre de 2022

Bodas de sangre es una historia sobre la pasión y lo prohibido, pero también sobre el sino trágico que esas emociones desatan. En su trilogía rural (que completan Yerma y La casa de Bernarda Alba), Federico García Lorca retrata el drama de mujeres de su Andalucía natal que, como rebelión, se permitieron desear. Allí, en el deseo femenino, el puntapié para las respectivas tramas y sus sinsabores.

En esta versión de Bodas de sangre, dirigida por Vivi Tellas y adaptada por la propia Tellas y Cecilia Pavón, el protagonismo ya no está en la pasión irrefrenable del amor prohibido y los conflictos entre el deber y el deseo, sino en la tragedia de un mundo femenino que, pasivo, sufre las penurias de las acciones de los varones y su violencia intrínseca dentro del sistema patriarcal. La obra es más expositiva que conflictiva. El foco no está en su deseo sino que aparecen mujeres que esperan, se callan, obedecen y, con suerte, pueden quejarse. La madre del novio (encarnada por María Onetto en una interpretación llena de matices, incluso cómicos, que se agradecen) y la esposa de Leonardo son los iconos de este estereotipo y, si bien la novia escapa por momentos a esta condición, no deja de ser en el fondo víctima del mismo criterio. Nada en ella parece decisión consciente. Y su supuesto deseo, cerca del capricho, confirma el tipo de las mujeres no deseantes.

El tamaño del escenario de la Martín Coronado  -con dimensión variable entre 11 y 16 metros- no está del todo aprovechado. El diseño escenográfico de Guillermo Kuitka (sí, el artista plástico argentino vivo más cotizado del país) junto a la iluminación de Jorge Pastorino construye imágenes imponentes ante el primer vistazo, pero que luego resultan monótonas y demasiado estáticas. No hay transformación y la mirada se aburre. Otro desacierto de la puesta de Tellas es cerrar el telón luego de cada cuadro. El espectadorx sale de la trama, toma consciencia de la actividad escénica y "se enfría", pierde el interés en la escena. Si de llamado a la reflexión se trata no parece ser la obra de García Lorca, llena de poesía, metáforas e imágenes, la ideal para apelar al intelecto en lugar de atravesar el corazón y el cuerpo, como dicta el texto original.

La escenografía mezcla elementos simbólicos propios del universo lorquiano (como el bosque y la Luna) con otros de la poética de Kuitka (como las camas y lo morbido). Esa amalgama no logra fundirse del todo e incluso los lechos, como posibles metonimias del deseo carnal, no son aprovechados en la acción dramática.

Los números musicales, baile y canto, tampoco se amalgaman con la puesta. Aparecen. Gustan. Pero no llegan a concretar un dispositivo escénico con sentido.

Lo que sí: el diseño de vestuario de Pablo Ramírez, lo suficientemente sobrio y armónico como para no desentonar, pero con detalles de gran ingenio y una paleta escueta que comprende las necesidades de la trama.

Sobre el elenco se destacan por su compromiso y osadía Miranda de la Serna, como la novia; por su entereza y presencia María Onetto, como la madre del novio; Luciano Suardi, con una interpretación que incluye una actitud física como el padre de la novia; y un hilarante Agustin Daulte como la criada de la novia.

Si cuando las cosas llegan a los centros no hay quien las arranque, en esta versión el centro no aparece. A pesar del despliegue de recursos utilizados, al estar el eje del deseo desdibujado el dispositivo no funciona. Ni emociona.

 

Bodas de sangre

Autor: Federico García Lorca. Adaptación: Vivi Tellas y Cecilia Pavón. Dirección: Vivi Tellas. Interpretación: María Onetto, Nicolás Goldschmidt, Miranda de la Serna, Luciano Suardi, Alfredo Staffolani, Laura Nevole, María Inés Sancerni, Gaby Ferrero, Maruja Bustamante, Florencia Bergallo, Agustín Daulte, Julián Ekar, Rita Pauls, Nadia Sandrone, María Soldi, Max Suen y Mbagny Sow. Bailarines: Pablo Lugones y Eugenia Roces. Cantaora: Nina Loureiro.

Teatro San Martín, Sala Martín Coronado, Av. Corrientes 1530. Platea $1850; pullman $1400; miércoles $950. Funciones: Miércoles a domingos, 20 horas. Duración: 110 minutos, con un intervalo.

Julieta Bilik Autor
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