Una historia que de pronto se ilumina. La hija mueve las piezas del rompecabezas hasta que cada anécdota y cada recuerdo encuentran su lugar. Desmenuza una escena: la plaza, las hamacas, la bocina, el saludo. El amor irrumpe como una luz cegadora. Con la contundencia de una verdad.
La actriz y bailarina Maria Ucedo, referente del mítico grupo El Descueve, protagoniza este biodrama conmovedor. Ya desde la primera imagen, la obra tiene una enorme potencia poetica. En el escenario despojado, con una larga tela sobre los hombros a modo de capa infinita, Ucedo se balancea como si quisiera lanzarse al vacío, salir volando. Como una superheroina. Caminar por las paredes. El impulso de sentirse valiente; esa valentía que también está en el relato que va desenterrando.
Se enhebran dos historias a la vez. La de una mujer que revela a su hija un secreto guardado durante cinco décadas y la de la hija sorprendida que siempre se mantuvo en la sombra del desconocimiento.
Además de la plasticidad moldeada de manera hermosa en distintos momentos del encuentro tela-cuerpo y del uso (más escaso que en otros biodramas) de las diapositivas, el trabajo hace pie en lo sonoro. La obra, coescrita y dirigida con Valeria Correa (integrante del grupo Piel de Lava), encuentra varios recursos auditivos y sabe aprovecharlos de manera sugerente. Tiene música original de Martín Pavlovsky.
Cada uno edita los recuerdos a su manera, dice la protagonista. Las pistas de ese pasado que se revisita siempre estuvieron cerca, guardadas en fotos e imágenes mentales en algún cajón de la infancia. Por un instante, todo se puede ver con claridad.