“El pueblo paga”. Ese verso se repite varias veces en Milonga sin variaciones, obra escrita por Vicente Muleiro, con dirección de Manuel Callau y protagónicos de Carlos March y Carlos Vignona, quienes encarnan a dos payasos rioplatenses que hacen un repaso de la historia argentina: por allí desfilan Dorrego, Lavalle, Rosas, Urquiza, Perón o Yrigoyen para bailar esa milonga que –tal como reza la gacetilla– siempre se va de pista hacia el mismo lado. La intención del texto es clara: en Argentina se repite hace décadas (e incluso siglos) un mismo rito, y parece imposible escapar de ese designio. El problema es que por momentos el mensaje obtura las formas. Es interesante la exploración en los géneros rioplatenses y esa tradición que se remonta a José Podestá con Pepino el 88, pero la síntesis entre el texto y ese registro no siempre es buena; la operación estaba mejor lograda (en ese caso en clave de grotesco) en obras anteriores del mismo autor como Vidé/la muerte móvil. Una de las reglas esenciales del teatro es que una acción siempre lleve a otra, que haya ritmo, musicalidad. Aquí, aunque hay destellos de brillantez en la gestualidad y esa corporalidad exacerbada a cargo de los intérpretes, no aparece ese ritmo con tanta nitidez; hay momentos en los que no ocurre nada o el pasaje de una escena a otra no está del todo articulado, entonces desde la platea se percibe una suerte de vacío. Sin embargo, hay segmentos notables como el encuentro entre Juan Domingo e Hipólito en el limbo –de donde están destinados a esfumarse el día que ya nadie los piense– y el humor siempre es un recurso interesante para explorar nuestras históricas “grietas”.
Laura Gómez
Dramaturgia: Vicente Muleiro
Dirección: Manuel Callau
Intérpretes: Carlos March y Carlos Vignona
El Tinglado, Mario Bravo 948
Sábados 22.15 hs. Entrada general: $2500