Imprenteros se estrenó en 2018 en el marco del “Proyecto Familia”, ciclo curado por Maruja Bustamante en el Centro Cultural Ricardo Rojas UBA, y desde entonces se convirtió en un verdadero suceso teatral. La obra cumple un lustro y en estos años fue generando su propio público que acompaña, la recomienda, repite y lleva más gente. La pieza visibiliza la dimensión del trabajo atravesada por los lazos familiares y la experiencia de vivir en el conurbano. La dramaturgia combina ficción interpretada por actores con la biografía de la autora, actriz y directora Lorena Vega: hay material de archivo y también participan sus hermanos. Vega realizó la puesta en escena junto a Damiana Poggi. Cuando se le pregunta por ese trabajo, ella lo define como “la labor de dos tejedoras”.
“Creo que para que este proceso sea nutritivo, y en cierto aspecto eficaz, hace falta construir un pacto de intimidad y me emociona pensar que con Lore supimos encontrarlo con mucha rapidez y sensibilidad. En ese contexto de escucha y observación conjunta fuimos armando la trama de Imprenteros a medida que los diferentes elementos aparecían en el proceso”, cuenta Poggi, y subraya que la obra “crece, o leva, como lo hace el pan; aumenta, engorda y se vuele más rica con el pasar de los años”. En relación a esa labor puntillosa, dice que tuvo “la dicha de ver a Lorena ejecutar con precisión y un oficio apabullante cada movimiento de este proceso: una artesana demoníaca, poseída por la fuerza del trabajo”.
A la hora de definir Imprenteros, Poggi asegura que “además de una obra se ha convertido en una gran familia heterodoxa” y para describir el proceso recurre a una metáfora: “Pienso en las viejas técnicas de revelado fotográfico en donde la imagen invisible, sellada con luz en el papel, se hace visible poco a poco al ser sumergida en el líquido revelador. Esa hoja blanca se manifiesta con la potencia de un fantasma. Crece gradualmente hasta darle forma total a la imagen final, que luego es colgada en un cordel para escurrir el remanente de químico. Algo de ese fenómeno fantasmagórico que contiene la fotografía analógica es constitutivo en el ejercicio de esa mirada externa”. Cuando se le consulta por los desafíos que tuvo en ese rol, sugiere que “quizás consista en convertirse en una testigo atenta, capaz de meter los pies en el barro pero siempre lista para salir y tomar distancia: con las patas sucias, pero afuera para poder mirar y escuchar. Entrar y salir con suavidad, como si una tuviera un pájaro entre las manos, así de delicado y amoroso debe ser el asunto”.
Uno de los momentos más desopilantes de la obra es cuando Lorena pide que se proyecten algunos fragmentos de su fiesta de 15: ella pausa la filmación en distintos momentos y señala varios detalles hilarantes. Emilia Castañeda, quien se ocupó del montaje de los archivos audiovisuales, cuenta: “Fue muy divertido. Yo la pasé bomba. Y lo que me encanta es que lo que me pasó a mí editando es lo mismo que le pasa al público cuando ve el video de la fiesta o la entrevista a Fede (hermano de Lorena). Eso es maravilloso y, en general, en cine o TV es una reacción que te perdés. Al editar muchas veces intentamos transmitir las emociones que sentimos en esa primera mirada. Lore trajo el material y me empezó a explicar lo que sucedía con Yeni (su mamá), cómo iba buscando soluciones para que no se notara la ausencia del padre. Cuando empecé a manipular el material entendí que eso mismo que había pasado en la isla con Lore era lo que tenía que suceder en escena. El video no podía reproducirse sin su intervención. Su palabra guiando al público era fundamental para que se concentraran en la mamá, entonces edité las imágenes haciendo los cortes para que se produjera esa sensación de ‘acumulación’ de parejas de baile que buscaba Yeni”. Castañeda explica que el ritmo del montaje va mucho más rápido que la descripción de la actriz y esos contrastes rítmicos son los que generan la carcajada. Algo similar ocurre con los tiempos de la entrevista al hermano.
Con respecto a la mutación de la obra, dice: “Hay cosas que van cambiando, que se van aggiornando, siempre es lindo volver a verla. Lore tiene una capacidad increíble y capta todo lo que pasa alrededor, todo lo capitaliza para la escena”. Cuando se le pregunta por el impacto que tuvo la obra en estas temporadas, la montajista subraya la dimensión del trabajo: “Creo que la recepción tiene que ver con una cosa muy empática que se produce con un público que también es trabajador. La obra habla del trabajo y a la vez muestra el trabajo de todxs: de la directora, lxs actores y actrices, la técnica. Eso es hermoso porque para el público no es tan común ver el dispositivo escénico. Que me estén preguntando estas cosas a mí para una revista habla de la visibilización del trabajo. Uno de los problemas de lxs montajistas es que tenemos un trabajo muy invisible y muchas veces poco reconocido. Para mí Imprenteros puede seguir muchos años más y el público se va a renovar sin fin. La clase trabajadora es la más numerosa de todas”.
Por Laura Gómez
Dramaturgia y dirección: Lorena Vega
Puesta en escena: Lorena Vega y Damiana Poggi
Montaje: Emilia Castañeda
Interpretes: Julieta Brito, Juan Pablo Garaventa, Christian Garcia, Vanesa Maja, Federico Vega, Lorena Vega, Sergio Vega
Funciones en CABA: 15 de septiembre a las 20 y 16 de septiembre a las 20 y 22 en el Centro Cultural Ricardo Rojas UBA (Av. Corrientes 2038) y 22 de septiembre a las 20 en Fundación Gutenberg (Av. Belgrano 4299).