La revolución productiva a cargo de los cyborgs
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Teatro

La revolución productiva a cargo de los cyborgs

FEMBOT (El sueño argentino) abre, desde la comicidad como estandarte, una serie de interrogantes en cuanto a los límites entre tecnología, sujetos, arte e identidad nacional. Incentiva, además, lecturas en torno a la inteligencia artificial y la necesidad de pensarnos en contacto con ella. Por Agustina Trupia

28 de octubre de 2024

¿Con qué soñamos quienes vivimos en Argentina? ¿Qué creación tecnológica sería ideal para alcanzar nuestros deseos, necesidades y aspiraciones? ¿Podemos acaso pensar en una sola invención que satisfaga a todes? Cualquier persona que esté viviendo en el país puede pensar diversas respuestas a estas ambiciosas preguntas. En medio del crecimiento de las desigualdades, recortes presupuestarios y amplificación de las violencias, nos gustaría imaginar que creamos un dispositivo tecnológico para resolver algunos de estos problemas.

Pues bien, FEMBOT (El sueño argentino) retoma este desafío desde la comicidad absoluta: la comedia, a partir de la reunión de elementos improbables, es el pilar central de la obra de teatro. El sueño por antonomasia es en ese mundo construido sobre el pequeño escenario de Espacio Polonia. Un robot, un cyborg, deviene famosa cantante de moda hasta atravesar todos los límites geográficos conocidos. La propuesta es absolutamente delirante y eficaz. El responsable de la creación es un científico rural, que parece ligado a un tiempo anterior, encarnado por Martín Henderson. Por otra parte, Cuchu, aquel robot que revoluciona la industria musical y que contiene la argentinidad en sí misma, a partir de sus materiales de origen, es llevada adelante por Fabiana Rey. Montada con elementos que remiten al universo transformista, brillante e imposible, su figura discute los límites de la ciencia.

La obra fue escrita por elles dos junto con Esteban Meloni, quien se encarga de la dirección. Se inserta dentro del caudal de obras que surgieron en los últimos años en la escena porteña, cada vez más habituales, que tematizan la presencia de la tecnología y virtualidad en nuestras vidas. Son ejemplo de esto las obras que llevan a escena la dimensión de los videojuegos. En este caso, lo que aparece es la inteligencia artificial y la posibilidad de pensar un desarrollo nacional contundente en esta área. Así, el sueño argentino es, de cierta forma, recuperar la producción nacional como un punto vigoroso que revitalice la nación. La posibilidad de imaginar la gestación de tecnología de punta —que hace existir una habilidosa, encantadora y exitosa cantante en nuestro territorio— aparece como respuesta a la pregunta inicial de esta nota.

Junto con esto, la obra ofrece una reflexión en torno a nuestra existencia modificada y atravesada por lo tecnológico. La creación de inteligencia artificial nos lleva a repensar los límites entre lo humano y lo cibernético. En el último tiempo, cambió profundamente nuestra relación con el mundo: videos, voces, pinturas, intercambios por mensaje son sostenidos actualmente por inteligencia artificial. En este sentido, FEMBOT retoma con un humor inteligente una cuestión que atraviesa nuestra vida diaria y que no cesa de abrir debates filosóficos. La inteligencia artificial nos lleva a reflexionar sobre nuestras capacidades como personas humanas. Nos obliga a defender e indagar nuestras especificidades, en aquello que tenemos para aportarle al mundo, en eso que nos diferencia de las máquinas. 

Cada vez las distancias parecen ser menores. Enamorarse, convivir, escribir, soñar, cantar, crear gracias a la inteligencia artificial es un hecho. La obra se hace eco de esta coyuntura y la exacerba. Así también produce reflexiones en torno al lugar de les artistas. ¿Pueden todavía concebirse las prácticas artísticas como algo profundamente humano cuando ya sabemos que hay desarrollos tecnológicos que producen cuadros, canciones, videos y voces maravillosas?

Junto con estas derivas, a partir de la obra se puede pensar en torno a los géneros. La bióloga y filósofa feminista estadounidense Donna Haraway postuló, hace más de tres décadas, la figura del cyborg como una posibilidad de extender y discutir el binarismo de género. Esta identidad humana y cibernética es estimulante para imaginar salidas de los dualismos identitarios. Frente a las imposiciones que rigen sobre las masculinidades y las feminidades, el cyborg habilita una vía ligada a lo que excede lo humano. Hacernos un poco cyborgs, un poco monstruosos, es un modo de desviarnos, al menos por un rato, de las normas impuestas en torno a las identidades de género, orientaciones sexuales y roles adjudicados.

Mientras tanto, la Cuchu en FEMBOT despliega su carrera meteórica en búsqueda del éxito universal, que trasciende los límites conocidos. El lugar transitado de la máquina que se rebela frente a quien la inventa adquiere una nueva capa de espesor en la obra, que entrelaza el teatro con lo musical, en un contexto de desarrollo vertiginoso de la inteligencia artificial. ¿Qué tenemos los humanos para ofrecerle? ¿Qué tiene para ofrecernos a nosotres? ¿Qué alianzas virtuosas podemos construir para no ser reemplazados, aniquilados o quedar vetustos? El teatro en tanto acontecimiento vivo y sitio del cuerpo presente tiene, por el momento, algunas respuestas para darnos. Y FEMBOT, en especial, trae, aparte de cataratas de risas, reflexiones al respecto.

Foto: Seedy Gonzalez Paz

FEMBOT
Actúan: Martín Henderson, Fabiana Rey
Dramaturgia: Martín Henderson, Esteban Meloni, Fabiana Rey
Dirección: Esteban Meloni

Espacio Polonia
Fitz Roy 1477
Viernes 23 h

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