Siguiendo aquello que hizo al dirigir Paquito (La cabeza contra el suelo), Juanse Rausch repara en la potencia de la ternura desde el seno de la comunidad LGBTIQ+ a partir de materiales históricos. La contención, la reunión y la celebración, como formas de existencia y resistencia, aparecen esta vez en Saraos uranistas.
La relectura nos permite volver a detenernos en lo que ya fue constituido para pensarlo de otra manera. Ofrece múltiples sentidos nuevos en torno a lo ya consensuado. Es así un ejercicio que implica levantar el revés de una superficie para dibujar nuevos recorridos sensoriales. En el caso de la obra teatral Saraos uranistas, su director y dramaturgo, Juanse Rausch, hace este ejercicio en base a documentos de sanidad y control social emitidos por agentes regulatorios a inicios del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires. Sobre aquello escrito a los fines de operar como dispositivos de organización y normalización, se crea, en esta obra de teatro, el doblez de aquello que se quiso denunciar décadas atrás. La obra, que fue estrenada en octubre, ocupa de modo ingenioso el espacio del escenario de nün teatro bar.
La obra echa luz sobre esos sitios de contención identitaria y de encuentro con otras personas que comparten deseos y experiencias al margen de los parámetros de lo establecido como normal. Así, en base a la relectura de archivos psiquiátricos y notas periodísticas, se ejerce una interpretación también sobre el tiempo presente. El reducto posee, tanto en los archivos psiquiátricos como en la obra de Rausch, un doble carácter constitutivo: mientras que genera malestar y preocupación en aquella parte de la sociedad que lo quiere domesticar, produce una atracción e hipnosis profundas. En este carácter dual se detiene la obra: el sector médico busca controlar, nombrar, categorizar, mientras que quienes son ubicados como sujetos a analizar gozan y construyen un presente vivible y rebalsado de ingenio.
Este universo fantástico —aunque no por eso menos real— reúne personajes marginados por la sociedad e integra incluso seres maravillosos como sirenas. El gran elenco que lleva adelante la obra está compuesto por Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz Bravo, Manuel di Francesco, Emiliano Figueredo y Tomás Wicz. La maleabilidad de sus cuerpos, la ductilidad de sus voces y la propuesta escénica remarca la dualidad antes mencionada: quienes anhelan controlar y quienes desean vivir en un entorno amoroso. A su vez, la música en vivo también colabora en la construcción de un mundo deslumbrante construido en los márgenes de la sociedad. El vestuario, las pelucas, los tocados, el calzado y el maquillaje suman a un delicado trabajo en cada uno de los cuerpos.
En tiempos de avanzada neoliberal violenta contra la comunidad LGBTIQ+, y otros grupos menos representados en la sociedad, volver a reparar sobre la importancia del trabajo con los archivos y de los espacios contraculturales es central. Por un lado, porque hace hincapié en la importancia de disputar el armado de la memoria colectiva y de repensar los límites entre lo aceptado y aquello que se ubica a la periferia. Por otro lado, porque lo comunitario arroja respuestas frente a las violencias ejercidas y ofrece un modo de organizar la vida con las demás personas. En este sentido, la comunidad LGBTIQ+ históricamente supo reunir la celebración con la lucha política. Con mucho humor y virtuosismo, la obra encarna esta característica constitutiva.
A su vez, Saraos uranistas concretiza un ejemplo de teatro musical a menor escala, una cuestión que se está viendo a menudo en la escena porteña. Se canta en reiterados momentos, se incorporan pasos de baile y se halla un piano en escena tocado por Gabriel Illanes. Se acerca también a la poética del café concert. Junto con esto, los sujetos que han estado bajo vigilancia y situados como objetos de observación son restituidos en su carácter de sujetos y se les da voz. De este modo, tienen la posibilidad de contar en primera persona sus historias y de presentarse ante nuestros ojos. Al modo de una restitución cariñosa y un acto de justicia tierno, la obra les da voz, cuerpo y tiempo a sus historias para que sean narradas.
Saraos uranistas es, de cierta manera, todos esos espacios que quienes formamos parte de la comunidad sexo-género disidente construimos entre nosotres para encontrarnos sin correr ciertos riesgos, ser quienes somos y celebrar nuestras existencias. La emoción producida por la obra se ve impulsada por el continuo desmantelamiento de los programas que benefician a la comunidad y por la violencia en crecimiento en la sociedad. Frente a esto, la obra misma se vuelve un espacio de contención y celebración. Un espejo donde reflejarnos. Reconocernos, ver personas de la comunidad travesti-trans-no binarie sobre el escenario, disfrutar del talento y abonar un imaginario donde podamos concebirnos como sujetos de deseo es vital.
---
Foto: Irish Suarez
SARAOS URANISTAS
Actúan: Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz Bravo, Manuel di Francesco, Emiliano Figueredo y Tomás Wicz
Dramaturgia y dirección: Juanse Rausch
NÜN TEATRO BAR
Juan Ramírez de Velasco 419
Miércoles 21 h y viernes 23 h.