Un puente para cruzarlos a todos
Sección Teatro - Revista Llegás
Teatro

Un puente para cruzarlos a todos

12 de mayo de 2025

Un grupo de hacedores de teatro está ensayando una obra para estrenar. El foco está puesto en un rol que suele ser bastante invisible: la asistente de dirección. En este trayecto hasta el estreno se tematizan cuestiones que no suelen ponerse en escena, la interrogación sobre el trabajo, por ejemplo. En clave de musical, con una comedia corrida y con una crítica sobre el mundo del que también son parte, en la charla confirman que tienen muy claro qué tienen entre manos y que supieron llevarlo a escena con la máxima eficacia.

Ana Schimelman, Ian Shifres compartieron la tarea de la dramaturgia y la dirección.  Ian Shifres, además, se encargó de todo lo vinculado con lo musical.

Ana nos cuenta que el proyecto nació hace unos cinco años, a partir de una convocatoria que al final no tuvo lugar pero que funcionó como punto de partida.

Ian venía haciendo música para musicales, pero nunca se había hecho cargo hasta ahora de la dramaturgia y la dirección. Armaron una dupla de trabajo. Empezaron a barajar ideas, pensaron en hacer un musical de zombies “que quedó en el pasado (o tal vez, en el futuro)” 

Ambos creadores pensaron que era una buena idea tematizar el lugar de la asistencia de dirección, ese rol que tiene atribuciones poco claras, poco reconocimiento y escasa visibilidad, pero calcularon que el teatro de texto podía ser un poco “pesado” mientras que al género musical la temática le podría sentar mejor. 

Empezaron a ensayar en 2023. El título surge del nombre de una de las canciones. “Derecho de piso” que es un concepto que excede ampliamente la incumbencia de lo escénico.

Revelan que trabajaron en conjunto las canciones y la historia. Ian señala: primero escribimos alguna escena que teníamos en la cabeza, yo escribí el primer tema –el de la obertura– y a partir de ahí empezamos a diagramar el conjunto, hicimos un desglose de lo que queríamos que pasara en la obra. Ahí fuimos identificando dónde iban las canciones y de qué iban a hablar. A partir de ese mapa yo hice las canciones conociendo de antemano el lugar que tendrían y Ana pudo escribir las escenas.

Ana agrega que “el tiempo real de nuestra obra es el tiempo de montaje de una obra ficticia y termina en el estreno de esa obra. Todos los momentos: la prueba de vestuario, la puesta de luces, todo se va desarrollando diacrónicamente.”

La pregunta por el armado del equipo de trabajo aparece pronto. Ian cuenta que él es parte de la Compañía Teatro Futuro, que también conforman Mariano Tenconi Blanco, Carolina Castro, y que cuando se terminó con la escritura de esta obra les propuso la producción de la misma. Se reunieron los cuatro, con Ana, para pensar cómo constituir el elenco. Ian reflexiona sobre la dificultad que implicó ya que “un musical requiere de la unión precisa de buenos actores con buenos cantantes” y subraya “Hay muchos musicales que tienen una técnica vocal impecable y en el momento de actuación sentíamos que no era el código al que estábamos acostumbrados”. Todo un desafío. El entrenamiento vocal de los actores de teatro musical es muy específico, muy intenso y tienen mucha técnica para llevar a cabo lo que hacen, pero la actuación con la que nos gusta trabajar no aparecía.

Ana suma que no tenía mucho conocimiento de quienes trabajan en el teatro musical: “estamos en la misma ciudad y nos dedicamos a hacer teatro, sin embargo, pareciera que son dos formas escénicas con distintos referentes, con públicos distintos y queríamos ver si podíamos unir esos mundos, generar una combinación de personajes donde ponderar un poco más el trabajo vocal, personajes donde ponderar un poco más el trabajo actoral” Toda una toma de posición. 

Tuvieron en cuenta desde la dramaturgia estos niveles de manejo vocal y/o actoral. Es decir, en la puesta está este equilibrio entre esos dos mundos. Ambos coinciden en que parece haber funcionado bien ya que la respuesta de los espectadores suele halagar la homogeneidad de los trabajos, un elenco equilibrado y que genera la sensación de que la obra fue escrita para ellos.

En la obra hay una tortuga y les pregunto por esa particular inclusión. 

Cuentan que el escenógrafo, Rodrigo González Garillo es el responsable de ese objeto. La obra transcurre en la sala de ensayo y se va montando la escenografía a medida que se va ensayando, como sucede en una obra real. Les interesaba que hubiera un trabajo con las alturas, algunos anvils que les sirven para pararse, sentarse, moverse. Pero la clave está en ese objeto que tenía que ser algo que pusiera en situación de incomodidad a Brenda, la asistente, eso fue Flavia, la tortuga. Un objeto (hermoso) que le provoca una molestia constante ya que debe encargarse de él.

Ian agrega “En una obra de teatro independiente el presupuesto es un tema, ni hablar si querés armar una escenografía dinámica, que vaya cambiando en el tiempo, que vaya creciendo; esta idea de que la obra arranque pelada y que se convierta en una puesta que se estrena.” Ana, acota que para que de verdad funcione la obra, la falta de recursos debe estar presente.

Ambos tienen claro que es necesario visibilizar el crecimiento de la obra, aunque las cosas sean mínimas, va apareciendo el vestuario, la escenografía, las luces.

Gerardo Chendo, uno de los actores, asegura que el texto estaba muy comprendido por los directores/dramaturgos y que había una huella clara, que sabían muy bien lo que querían y que, además, sumaron el descubrimiento en conjunto. Diría que lo más difícil de definir siempre es el tono, uno que oscila entre lo musical y la comedia, definir ese tono “nos fue uniendo, hilvanando el trabajo.”

Victoria Baldomir, otra de las actrices, agrega que nunca había trabajado de esa manera, que dedicó mucho tiempo a las canciones, que trabajaban por separado y que cuando se reunían eso retroalimentaba la canción. Hubo, además, mucha conversación, idas y vueltas para que su personaje que es la directora no fuera hiper rígida, trabajó en generar ambigüedad.

Los actores -Chendo y Baldomir- dialogan sobre los personajes (propios y ajenos) calibran el nivel entre paródico y realista, que no los ubica ni en un lugar ni en otro. Llegan a la conclusión de que son personajes posibles y que se puede empatizar con ellos, que el público está habilitado para cambiar de perspectiva cuando los tiene enfrente. Retoman las palabras que les llegan de los espectadores: que construyen estereotipos y ,a la vez, cada uno tiene sus rasgos particulares. 

Gerardo subraya la posibilidad de humanizarlos, dice que “están escritos con piedad los personajes”. El suyo es visto con sus miserias, podría ser muy atacado y sin embargo, se produce un desvío para que no suceda. Tampoco se sublima el rol de Brenda, la asistente de dirección.

Victoria confirma que trabajó su personaje para que no se lo observara como alguien que no iba a modificarse a lo largo de la puesta. Ese fue su desafío.

“Hay algo ahí de la fragilidad de los personajes que está presente” suma Ana.

Me interesa insistir un poco en lo que tematizan ¿el lugar de la asistencia de dirección o una mirada más amplia sobre el modo de trabajar en las artes escénicas?

Son las dos cosas, afirma Ana y señala que el mismo público les abrió un poco la perspectiva. “Habla sobre el hacer teatro. Para mí, un rol fascinante es el de la técnica de luces que está en todos los teatros, en todas las funciones pero que no suele estar narrada en las ficciones y es alguien que ve todo, tiene un conocimiento específico.”

También aparecen los miedos, las inseguridades ¿en manos de quién deja el dramaturgo su obra? ¿qué lugar ocupa el productor? ¿quién construye autoridad y luego la pierde frente a una contraorden?

Ana se interroga sobre la fuerza de trabajo que se pone en juego en las escénicas y sobre la remuneración que nunca está a la altura. “Algo de eso problematiza el vínculo con nuestro trabajo, tengamos el rol que tengamos.”

Ian dice que hay referencias a lo real porque es imposible escribir de otra manera pero que les gusta contar historias desde la ficción, no hacen ni teatro documental ni biodrama. Nada de lo que sucede les pasó a ellos en particular, pero sí hay gestos de acontecimientos de personas cercanas. 

Gerardo confirma que los estereotipos son fundamentales para narrar lo que quieren narrar: una directora déspota, un actor con el ego demasiado alto, eso ayuda a narrar el otro punto de vista, la perspectiva invisibilizada de la asistente. 

La directora confirma “a partir de la ficción pensar nuestra realidad, empezar a pensar sobre algunas cosas relacionadas con nuestro trabajo. Como es un trabajo que elegimos hay cosas de las cuales no se habla.”

Les pregunto sobre los espectadores, los ideales y los reales de esta puesta. 

Gerardo Chendo dice que venían hablando de eso en la reunión de cooperativa, cómo ajustar la difusión, cómo pensar cuál es el público de esta obra y dice que no llegaron a una conclusión definitiva. 

Aparecen otros comentarios: las personas que los ven les dicen que no suelen ir a musicales pero que éste les gustó. También reconocen haber llegado a los que sí tienen tradición en el teatro musical. La idea de ser puente, esa de la que se hablaba al principio de la charla, vuelve a aparecer.

Ian suma la siguiente reflexión: “No sé qué público tenemos, pero para mí lo más importante es la búsqueda del público que queremos formar y me parece hay un movimiento para juntar estos dos mundos que decíamos que están separados”

Gerardo Chendo dice que mientras actúa de manera frontal ve al público y observa que el rango etario es amplio, que hay gente de todas las edades. “También me parece que es un poco este tipo de obras como el eslabón perdido entre teatro musical y teatro independiente (no solo por la manera de producción) sino que no tiene que rendir cuentas a presiones comerciales o a cosas por el estilo, no lo hacemos para hacernos millonarios, en principio, (risas) entonces permite establecer reglas y me parece que lo que decís Ian es interesante, a lo mejor se está generando un público, una tribu, un nicho.”

Para cerrar, Ian suma otro dato fundamental, el espacio donde se lleva a cabo “Estamos en el Guevara, que es de las pocas salas independientes que por una cuestión técnica nos permite esto, el despliegue de micrófonos, más la banda en vivo, la cantidad de luces, el espacio, eso es algo que no se puede hacer en demasiados lugares.

Foto: Boria Audiovisual

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DERECHO DE PISO
Actúan: Victoria Baldomir, Gerardo Chendo, Vero Gerez, Nicolás Martin, Guadalupe Otheguy
Voz en off: Marcos Montes
Músicos: Agustin Cañas, Pablo Moral, Toto Shifres
Dirección vocal y musical: Ian Shifres
Dirección: Ana Schimelman y Ian Shifres

EL GALPÓN DE GUEVARA
Guevara 326
Sábados 22.30 h

Monica Berman Autor
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