
Las vacaciones son el escenario soñado para el romance, pero también, como se dice en esta historia, el marco perfecto para cualquier tragedia disfrazada de aventura. El verano es intenso, como todo en el pueblo. Las flores entregan sensaciones, los chicos ya no son tan chicos y los besos se dan a escondidas. El despertar sexual de dos varones en la pubertad busca terreno para germinar a pesar de los prejuicios sociales y mandatos familiares.
Este unipersonal escrito e interpretado por Javier Marra y dirigido por Lisandro Penelas es un viaje a la adolescencia del protagonista, en la década del 90. Se desarrolla en un contexto en el que los mandatos intentan encorsetar la expansión arrolladora del amor.
Entre lo inquietante y la belleza, como sugiere el título, la obra despliega, con gran sensibilidad para capturar detalles significativos, los días de calor en el pueblo, el flechazo, la ilusión del idilio al que se le impone un freno abrupto. Pero hay envión, hay caída y regresos tristes porque las cosas no deben hacerse a medias.
Como un gesto lúdico, casi un juego infantil, la puesta está armada con cubos que se van moviendo creativamente para montar los diferentes momentos y escenas aprovechando la destreza de Marra, que es también trapecista y clown. Una idea ingeniosa y sutil.
A pesar de ser un retrato generacional, que además está marcado por las tensiones entre el campo y la ciudad, es una historia que trasciende lugares y tiempos. Así, se clava en el centro del presente. Como marcó el propio actor al terminar la función: “En este momento en que parece que hay que volver a explicar ciertas cosas, contar algunas historias viene bien”.
FOTO: Mariana Ferreyra
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TRUNCO, UNA DE FLORES Y CUCHILLOS
Dramaturgia: Javier Marra
Dirección: Lisandro Penelas
Intérprete: Javier Marra
MOSCÚ TEATRO
Juan Ramírez de Velasco 535, CABA
Domingos 12 h