El cambio climático está produciendo una enorme alteración en la vida, en la salud y en el medio ambiente, y lo hará en mayor escala de continuar sin freno en esta dirección. Comenzando por el lenguaje, tal vez sea atinado incluirse como parte del contexto y plantear que lo que está en peligro es la salud del medio ambiente, humanxs incluídos.

Ese cambio está sucediendo, es ahora y de él se desprende una enorme cantidad de temas específicos inevitablemente conectados entre sí. Sólo por volar al ras, acá un breve punteo de algunos titulares: elevada emisión de gases de efecto invernadero, sobreexplotación agropecuaria y forestal, hiperconsumismo, alimentación ultra procesada, microplásticos en el aire y en el agua, sumados a una larga lista de etcéteras. En paralelo, se desarrollan tópicos menos tangibles pero igualmente determinantes, como la peligrosa idea de que el único sentido del progreso sea a través del crecimiento económico-industrial, ser sujetos de la sobreinformación y el mal uso de los canales de comunicación y redes sociales con la consecuente desinformación y mala praxis que esto genera y más ítems que se prolongan en otro largo etcétera. 

En esa ola caótica y sobreabundante, cada unx va surfeando como puede y poniendo en la balanza cuánto se va a favor o se resiste -dentro del margen de posibilidades que se tenga- a este sistema de vida que parece haber llegado a su tope e implotar a gran velocidad.

Y entonces, si se anda un poco inquieto, surgen algunas preguntas: ¿cuánto representa el aporte que cada unx hace, a favor o en contra, del cambio climático?, ¿cuál y cómo sería ese aporte?, ¿un cambio a nivel personal tiene sentido dada la magnitud del asunto? Se trata de un problema transversal e interconectado, pero, claro, no todo es lo mismo ni se encara de igual modo. Lo que a esta altura es seguro es que a nivel individual ya no se trata solamente de separar los reciclables o usar bombillas bajo consumo, hay mucho más por hacer y está al alcance de cualquiera. Y, cómo no, una de las claves es estar bien informado para saber distinguir paja de trigo, ya que cualquier acción basada en la desinformación será tan inútil como un residuo mal separado.

Con la pregunta activa sobre cuál es la mejor manera de comunicar lo urgente sin caer en fanatismos ni un vórtice de pesimismo planetario, más con ánimo de invitación que de prédica, Llegás abre un nuevo portón, Llegás al verde, un espacio que busca acercar estos temas desde el sentido común y el conocimiento en el día a día del ser urbano, para ir ampliando información, contestando dudas y ayudando humildemente con su grano de arena como de canal de comunicación. Nuestro plan y deseo es acudir a fuentes y referentes para acercarlos a la comunidad y tenerlos cerca a la hora de saldar dudas o informarnos de buena fuente y -por qué no- buena leche. 

Con ustedes Llegás al verde, que sea con salud.