La obra se construye a partir de un centro que es la ópera de Giuseppe Verdi, La traviata, de 1853 la cual a su vez está basada en La dama de las camelias, novela de Alejandro Dumas (h). Esta pieza es su principal intertexto: se hacen referencias a su argumento original y se lo interviene de distintas maneras. A su vez, como se evidencia en la obra, la protagonista, Violetta Valéry, está íntimamente ligada a Violeta Montes.
De esta manera, La (ex)TraviaTTa, además de trabajar en torno a la ópera que acompaña como una corriente subterránea el desarrollo de lo que vemos en escena, también está construida en torno a los cruces entre la ficción y lo autobiográfico. La protagonista narra partes de su propia vida la cual, en lo que hizo a su formación como bailarina clásica, se entrecruza nuevamente con la ópera de Verdi. La entrega por parte de la bailarina y actriz es absoluta. Su corporalidad se desplaza por el escenario ocupándolo todo y se produce una intimidad especial con el público.
Su cuerpo que está desnudo por momentos sobre la escena y la cercanía que propicia la sala del teatro entre ella y les espectadores refuerza esa intimidad. Junto con esto, hay una incorporación de tecnologías médicas que son puestas a favor del tratamiento hormonal y de la cura de enfermedades. La Violeta que toma la palabra, por momentos indiscernible de la protagonista de Verdi, ya no tiene tuberculosis y por suerte tiene cura. Se encarga de hacernos ver eso en escena y despliega así una confianza e intimidad que conmueven.
La obra brinda la maravillosa oportunidad de ver un cuerpo que no es el de una persona cisgénero bailando ballet. En este gesto, que es orgánico y vital para Violeta Montes, radica una potencia política inconmensurable. Es un modo de resquebrajar las estructuras sólidas y en apariencia eternas del ambiente de la danza clásica.
La (ex)TraviaTTa fue escrita por Montes y Candelaria Gauffin, quienes también se encargaron de la dirección escénica. La propuesta nos hace partícipes de una manera especial desde el momento en que pasamos a la sala. A su vez la puesta en escena y la iluminación terminan de componer un entorno fantástico donde es posible el entrecruzamiento de universos. De esta manera, un espejo ubicado en el fondo del escenario amplía el espacio y pone en escena el reflejo de parte de les espectadores.
Sobre el escenario, está acompañada por el músico Juan Ignacio Battista quien sentado al piano toca piezas maravillosas e interactúa con la actriz. El piano cobra aún mayor importancia por el contrapunto que se ofrece en la obra entre la música académica y la electrónica. Es que en el universo de Violeta todo parece ser posible: hay lugar para una multiplicidad de historias y para las relaciones más impensadas.
Desde el título de la obra se instaura la idea de una piel que se cambia, de una mutabilidad. ¿Cuál es aquella identidad que se dejó atrás? En este marco, el impacto de las palabras que dice en escena Violeta Montes es evidente: “la danza fue mi primer acto de travestismo. Después de haberme puesto el nombre de una cortesana del romanticismo, lo mínimo que podía hacer con eso era una obra. Me dirán romántica, colonialista, eurocentrista, pero siendo trava puedo decir cualquier cosa. Aunque Violeta me dio su nombre, la única real en todo esto soy yo”.
Por Agustina Trupia
La (ex)TraviaTTa se presenta los sábados a las 23:00hs en El fino espacio escénico, en Paraná 673 1° piso, CABA. Tienen disponibilidad de cupo travesti-trans-no binarie y se puede solicitar a la cuenta de Instagram de la obra: @laextraviattadanza.