La precede una polémica. La contiene una realidad. La resignifica un contexto. Nos referimos a Cuties, la película que, dirigida por Maïmouna Doucouré, narra la historia de Amy, la hija preadolescente de una familia de inmigrantes senegaleses que, mientras crece entre rígidos mandatos culturales y religiosos, intenta adaptarse a su nueva vida en los suburbios de París. En la escuela, Amy conoce a un grupo de “chicas malas”, a las que -enseguida- admira. Ellas bailan de manera sensual, se visten atrevidamente, no le temen a la autoridad, y son audaces y descontracturadas.
Hasta aquí una película más sobre ese momento clave de la vida que todxs atravesamos, padecimos y de cierta manera disfrutamos: el traspaso de la niñez a la adolescencia, “hacerse grande”, que la voz se vuelva grave y el cuerpo cambie. Pero Cuties trae consigo una mochila a cuestas.
En Estados Unidos, la promoción de su estreno en Netflix fue objeto de controversias y rechazos bajo el hashtag #CancelNetflix. La protesta se vinculó con la denuncia de que película hipersexualizaba la niñez. Según publicó el New York Times “los llamados a retirar la película han sido amplificados por los partidarios de la teoría de la conspiración de que los principales demócratas y celebridades están detrás de una red mundial de tráfico de niños”. Figuras conservadoras del Partido Republicano como Ted Cruz o Tom Cotton levantaron el estandarte mediático de la persecución y pidieron investigar a Netflix.
Lo cierto es que, más allá del contenido o las intenciones del film, la cadena norteamericana de streaming -en un evento más de marketing e inescrupulosidad- diseñó para el estreno mundial un afiche ad hoc (distinto al original con el que la ficción participó del Festival de Sundance y se llevó el Premio del Jurado a la Mejor Dirección) que, de hecho, sexualizaba a las protagonistas. Por eso Netflix tuvo que disculparse y dar marcha atrás con esa promoción no sin antes provocar un escándalo que, probablemente, le dio muchísima más difusión y repercusiones al estreno.
A la izquierda el afiche que utilizo Netflix y provoco la polémica / A la derecha el afiche original utilizado en el Festival de Sundance
Las multinacionales siempre ganan. O al menos así está planteado en estos tiempos de globalización. Queda en la responsabilidad de cada uno agudizar la mirada crítica, no solo sobre la ficción, sino también sobre las narrativas de difusión y venta que la preceden y contienen como un producto más del consumo cultural masivo.
Para opinar sobre el contenido de la película y su posición respecto de la sexualización de la niñez acudiremos a un antiguo refrán: “Lo que Juan dice de Pedro, dice más de Juan que de Pedro”; y exhortaremos a cada espectador a hacerse cargo.