Una vez más cuestionando el papel de las mujeres en la ficción, aparece Killing Eve otra creación de la talentosísima Phoebe Waller-Bridge, -guionista y directora de FLEABAG- que se puede ver por HBO o por Stremio.
Es la monstruosidad ese lugar más frágil y más hermoso; porque después de ahí no hay nada más que ocultar.
Killing Eve, es una serie de televisión británico-estadounidense (2018/2021) de tres temporadas (por filmarse la cuarta) Basada en los libros de Luke Jennings Codename Villanelle y adaptada para la televisión por mi favorita y exquisita Phoebe Waller-Bridge, transmitida por HBO.
A grandes rasgos, la serie trata sobre el vínculo entre una asesina serial, Vianelle -Jodie Comer- contratada por una organización criminal y una agente del servicio de inteligencia Londinense, Eve -Sandra Oh-. Entre la obsesión, el terror, la comedia; la relación entre ellas va de la furia, a la sensualidad, del éxtasis, a la agonía, envolviéndolo todo,
y haciéndonos quebrar. Imposible parar el tren, una vez que decidió su curso.
Podría decir también que Killing Eve trata sobre lo sutil y lo desesperante. Sobre esa sensación de borde entre la locura y la muerte. Entre la vida y lo ominoso. Entre el silencio y el sonido de un suspiro. Sobre ese delicado y fino filo de un cuchillo a punto de meterse en el cuerpo de alguien. Sobre ese empuje a querer perderlo todo, esa necesidad de arrancarse el nombre, y esa imposibilidad de borrar la imagen de alguien cuando se metió en el hueco que había dejado una marca.
Killing Eve trata sobre lo horroroso como poesía. Es un vaivén entre lo erótico y la muerte. Y no la muerte como un final, sino como una sensación. Más bien una ética, una transgresión.
Y la amoralidad no es explicativa ni obvia. Es una amoralidad en la que una se reconoce todo el tiempo. Como si hablaran de lo que conocemos pero no decimos, de lo que soñamos pero no contamos, de lo que imaginamos y muere en nosotros como secreto. Algo funciona de espejo. Como un susurro, una caricia y de golpe, sin explicaciones, hay sangre y una carcajada que lo conmueve todo.
Entre ellas la erótica de quienes conocen el riesgo, el borde, lo buscan, lo producen. Hasta convertirlo en algo que se puede tocar. Una delicia, una lágrima, un dolor.
La feminidad como un lugar también de monstruosidad.
Es ahí donde la serie despliega su singularidad, en ese pequeño gesto entre lo erótico y la muerte, donde brota una sublevación.
Mi único reproche, muy antirusa!
Fecha: 11/05/2021