Juan Pablo Susel analiza la nueva película de Disney+, una notable reversión de la villana de “101 dálmatas”, protagonizada por Emma Stone y múltiples referencias al mundo del arte y el punk.
Si esta nota estuviera escrita por un crítico anti Disney sin dudas la empezaría diciendo que Cruella, la última película del australiano Craig Gillespie se encuentra lejos del universo creado por el congelado Walt. Lejos de esta mirada considero que los clásicos de Disney dentro de los que se encuentra la original 101 dálmatas son exponentes inoxidables del cine de animación y a su vez fundan un modo de narrar en donde la crueldad y la ternura funcionan como los vórtices sobre los que se construye(n) estos perfectos cuentos contemporáneos.
En Cruella el universo de la original 101 dálmatas sufre una modificación notable en relación al contexto epocal en el que se sitúan los personajes de la historia. La Cruella interpretada de modo notable por Emma Stone es un personaje misterioso en donde la bondad y la maldad parecieran mezclarse hasta confundirse. En la Cruella versionada por Gillespie hay una apuesta arriesgada a tematizar el tema de la locura como sucediera en la notable Joker de Tod Phillips (que a su vez es una remake encubierta de Taxi driver). El notable inicio hace pensar en la clásica historia repleta de crueldad a lo Disney mixturada con el ambiente y espíritu de las grandes novelas de Charles Dickens.
El original lleno de la tristeza y angustia propia del Disney clásico le dará paso luego de una primer extraordinaria media hora a una puesta en escena en donde se tematiza la locura y la ambición a gran escala. El film inicia siguiendo los pasos de la pequeña Stella junto a su madre. La candidez propia de los cuentos de hadas dará luego paso a la descripción de los años de orfandad y descubrimiento del mundo de la mano de Gaspar y Horacio, sus dos ingenuos amigos ladrones. De este modo nuestra joven protagonista se transformará finalmente en la villana conocida como Cruella De Vil. De la mano de estos entrañables rufianes se desarrolla el costado de fábula moral que tantas veces le rindió sus frutos a la cofradía Disney pero todos sabemos que un buen cover tiene que tener personalidad propia y no solo reducirse a calcar las virtudes del original. En este sentido Cruella como ya sucediera con la “101 dálmatas” de 1996 protagonizada por la fantástica Glen Close se atreve a excederse en la crudeza de lo narrado para oscurecer aún más la trama de la novela de Doddie Smith escrita en 1956.Gillespie y Stone hacen foco en el aspecto bipolar de la personalidad de Cruella. Director y actriz trabajan a lo largo del film desde la ambigüedad de lo que representa el bien y el mal. El espectador por momentos pierde la nocion de quien es la que está al comando de la personalidad de la protagonista, si la dulce y temerosa Stella o la impiadosa Cruella. Todo esto sucede mientras se desarrolla el viejo cuento del personaje que comienza a escalar en la escala social gracias a méritos propios repitiendo la vieja y trillada fabula del american way of life.
El film y esta es otra de las virtudes de Gillespie se encuentra ambientando en los swingig sixteens y ese espíritu de época le agrega un componente revulsivo a la trama. Desde una estética visual bien personal ambientada en los conflictos sociales de la segunda mitad del siglo XX hasta la extraordinaria banda de sonido deudora del espíritu de Quentin Tarantino el film es un disfrute para los sentidos. El vínculo con el imaginario tarantinesco no se reduce al soundtrack. Algo del espíritu del director de Bastardos sin gloria pareciera circular en esta versión Cruella 2.0 como si Disney quisiera filmar uno de sus clásicos invadido del espíritu de esta época convulsionada en donde la locura que invade a los protagonistas pareciera tener un correlato en los tormentosos tiempos sociales que se viven a escala global. A Cruella al igual que la heroína protagonizada por Uma Thurman en Kill Bill la mueve la venganza pero Cruella es menos pura que la heroína de Tarantino. En el film de Gillespie la tensión se juega también en relación a la ambición y en ese sentido el contrapunto del personaje de Ema Stone con el de la varonesa Von Hellman interpretada con maestría por Ema Thompson no hace más que oscurecer aún más la trama agregándole el matiz psicológico propio de la cofradía Disney.
Ese conflicto entre ambas cobrara dimensiones de tragedia griega cuando Cruella finalmente descubra la verdad sobre su origen. De este modo sobrevendrán una serie de explicaciones acerca de la locura y la maldad relacionadas con la sangre y el mandato familiar.
Ese descubrimiento sobreexplicado desde la lógica de un guion férreo se convierte en el momento menos logrado de la película. Lo que finalmente salva a Cruella de ese pozo narrativo es la potencia vital de sus dos protagonistas y todo el trabajo de puesta en escena, musicalización y montaje que Gillespie le imprime a la historia. Al espíritu del cuento clásico de Disney el director de “Lars y la chica real” le agrega la crudeza del origen callejero de Cruella para luego conectar con esa historia de venganza musicalizada por los stones, The clash y los stooges entre otros.
Gillespie logro combinar en un fresco de un poco más de dos horas a Charles Dickens, Quentin Tarantino, Martin Scorcese y Walt Disney en una película que los chicos solo pueden tolerar teniendo cerca un adulto que pueda explicarles toda la crueldad de la que es posible el ser humano. Lo que hace de Cruella un exponente notable del cine mainstream contemporáneo es que esa oscuridad que cubre toda la escena durante esas dos horas transformando a Londres en una ciudad espectral no logra derrotar la vitalidad y humanidad que la actuación de Emma Stone irradia durante todo el film.
Ese ardor en la mirada que Stone produce es lo que permanece en el espectador cuando todo finalmente ha terminado y nos quedamos esperando la evidente secuela. Eso e Iggy Pop cantando I wanna be your dog mientras vemos a Cruella desarrollar su arte de la venganza ubican al film de Gillespie entre las mejores películas de este año. Say no more.
Por Juan Pablo Susel
Cruella. Director Craig Gillespie. C/ Emma Stone, Emma Thompson, Joel Fry, Paul Walter Hauser y John McCrrea
Director Craig Gillespie. Guion: Dana Fox y Tony McNamara
Duración 134 minutos