Una historia que se impone por su audacia y contundencia, con la primera protagonista trans de la cinematografia argentina: Isabella G.C., de 7 años.

Más real que la realidad 

Hay historias que trascienden, impactan, se cuentan muchas veces -incluso de diferentes maneras- y siempre funcionan. La de Luana es una de ellas. Se trata de la primera niña trans argentina que obtuvo su DNI femenino -sin proceso judicial- cuando tenía 6 años. Así se convirtió en la persona trans más joven del mundo. Pero como toda gran historia, no tiene una única protagonista. Aquí, la segunda figura clave es Gabriela, su mamá, quien supo escuchar lo que antes nadie había oído y se propuso no solo ayudar a su hija sino también sensibilizar y visibilizar la existencia de la infancias trans en nuestro país.  

Por su fuerza, audacia y contundencia la historia se convirtió en noticia, fue paradigma y ejemplo. A partir de allí, el germen para otros cientos de casos y un precedente para tantos derechos ganados. La historia trascendió formatos: fue libro y documental. Ahora llega como ficción a la pantalla grande. Protagonizada por Isabella G.C. de 7 años -la primera protagonista trans de la cinematografía argentina-, Eleonora Wexler y Juan Palomino, la película transita todo el proceso de reconocimiento que primero la familia, luego la escuela y el sistema de salud, y por último el estado -al otorgarle un documento con su género autopercibido- hicieron de la identidad de la pequeña.  

Dirigido por Federico Palazzo y coescrito por él mismo junto a José Paquez, el film acompaña el proceso en tono dramático y melancólico, intercalando a las escenas de acción secuencias musicales de distensión que intentan transmitir la subjetividad de Lulú: su satisfacción al vivir en el género que se autopercibe y la armonía que siente al ser aceptada por sus seres queridos primero, y el resto de la sociedad después.  

Palazzo cuenta que conoció la historia de Luana, como tanta gente, a través de las noticias y las redes sociales. Convocado por el productor Fernando Sokolowicz para dirigir la película, su manera de trabajar incluyó una investigación muy exhaustiva al interior de la familia en la que se inspira la ficción. “Necesitaba oler su olor, tomar su agua, conocer sus vidas y así fue cómo entendí que merecían una película porque lejísimo de cualquier tipo de manipulación estamos frente a una historia singular: de una madre que supo escuchar y de una niña que, a pesar de una sociedad que esconde, de un destrato intrafamiliar, de un ninguneo a cualquier forma de minoría, sostuvo con valentía su grito interior. ¿Cómo no tratar de ponerse a la altura de las circunstancias?”.  

Sin sutilezas y con cierto tono novelesco, la película es didáctica, romántica y binarista. Las transformaciones son rápidas y los procesos precipitados. La evidencia se explicita: la burocracia se impone y la resolución es casi propagandística. Basada en hechos reales y con una transposición casi literal, la película nuestra que lo que la justicia civil no otorga es finalmente entregado por el poder ejecutivo de turno sin miramientos ni intervenciones. No es que no sea cierto, pero sin dudas ha sido más complejo y la película lo omite, simplificando lo político y sus vicisitudes.  

¿Los destacados? La elección del elenco infantil. Y la historia, tan conmovedora como necesaria incluso a pesar de que ya haya sido contada.  

FICHA ARTÍSTICA 

Director: Federico Palazzo. Basado en el libro "Yo nena, yo princesa: Luana la niña que eligió su propio nombre", de Gabriela Mansilla. Guion Cinematográfico: Federico Palazzo - José Paquez. Protagonizada por Eleonora Wexler y Juan Palomino, con la presentación de les niñes: Isabella G. C. y Valentino Vena. Elenco: Valentina Bassi - Lidia Catalano, Mariano Bertolini, María Onetto y Paola Barrientos. 

Estreno: 28 de octubre en salas y Cine.Ar