Se dice que las historias nacieron alrededor del calor del fuego para aminorar la llegada de la oscuridad, dar sentido a lo inexplicable y transmitir experiencias. Ese espíritu ancestral de la ficción es el que retoma La leyenda del rey cangrejo, un film de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis, que puede verse en salas locales desde hoy.

Al comienzo, un grupo de viejos cazadores recuerda, alrededor de la mesa de una taberna en algún pueblo de provincia italiano, la historia de Luciano, un hombre que no encaja en la sociedad de fines del siglo XIX en la que vive. Por borracho, por loco, por rebelde, por vivir fuera de las normas, por andar sucio y despeinado, por no acatar las reglas ni atenerse a los mandatos... como un paria o un lumpen, pero con la capacidad de amar, de saber sobre lo justo y de la ambición.

A partir de esas tres características del personaje es que se desarrolla la trama y aparecen los conflictos que, por pertenecer al género leyenda, tienen resoluciones que oscilan entre lo fantástico y lo trágico (en el sentido de irrevocable). Así es que “la rebelión ante la autoridad y un amor prohibido desencadenan una tragedia” y Luciano, convertido en un desafortunado criminal, es exiliado del otro lado del océano donde, con la ayuda de despiadados buscadores de oro, se embarca en la búsqueda de un mítico tesoro.

Estructurada en dos capítulos -el primero ocurre en Vejano, un pueblo cerca de Roma y el segundo en “la lejana” Tierra del Fuego- la súper ficción está inspirada en relatos orales que los directores oyeron de los viejos aldeanos que aparecen en la mencionada taberna. Entre ficción y tradición, La leyenda del rey cangrejo logra -y  no es poca cosa- que el espectador se abstraiga de su contexto y viaje hacia el espacio tiempo que propone la película.

 Su maestría está en convertir aquellos “cuentos” en un guion sin divergencias al que los directores le imprimieron una puesta en escena con carácter, verosimilitud y originalidad. Allí se destaca el uso de la música para recrear la atmósfera espacio-temporal-emocional propuesta, lo sutil de los parlamentos y la impecabilidad de las actuaciones, tan solemnes como sensibles. 

Sobre sus aspiraciones, los directores han declarado: “No nos hemos limitado a grabar lo que existe, sino que hemos querido dialogar con la tradición, contribuir a su evolución”. Y si de ficción se trata qué mejor que La leyenda del rey cangrejo para evocar, en la oscuridad de la sala de cine, algo de ese espíritu ancestral que supo reunirnos en torno al fuego para combatir la llegada de la noche.

La leyenda del rey cangrejo, de Alessio Rigo de Righi y Matteo Zoppis

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