La idea es simple y resuena en la cabeza de cualquiera que haya visto películas de los noventas como, por ejemplo, Mentes peligrosas (1995). Allí, Michelle Pfeiffer interpreta a una mujer que intenta enseñar poesía en una escuela pobre de Estados Unidos a hispanos y afroamericanos. La violencia de los estudiantes con la profesora, la búsqueda del cuestionamiento de los métodos de enseñanza y el ablandamiento por parte de los chicos para que, por fin en el final, les pueda entrar la tradición letrada. Todo muy claro: un docente con alma democrática intenta abrir el acceso a la cultura a un grupo revoltoso y sin futuro escolar. También está por ahí, en el recuerdo, La sociedad de los poetas muertos (1989). Robin Williams es un profesor de literatura que busca romper los moldes de un grupo rígido con sus nuevas concepciones de vida y poesía. Aparece esa inolvidable locución latina “Carpe diem” como “aprovechar el día”, toda una forma vital de valorar el tiempo. Son películas que pueden estar en la memoria de cualquiera, aunque no las hayan visto más que por la publicidad de la televisión.
El suplente (2022), la película dirigida por Diego Lerman, trae esta idea del profesor salido de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires que va a dar clases a una escuela secundaria de Zona Sur para intentar llevar el placer, la valoración de la poesía y la lectura -la literatura en general- a un grupo de pibes y pibas. Juan Minujín interpreta a Lucio, un escritor con una novela y una hija que quiere hacer entrar -contra su voluntad- en el Colegio Nacional Buenos Aires, una ex-esposa lesbiana, y también un padre -chileno- que lleva adelante un comedor en el barrio de los mismos pibes. El lugar donde ocurre todo es un conurbano con un intendente mafioso y un grupo narco, similar a una mafia colombiana salida de una “América Latina global”. En una escena, la gendarmería entra a la escuela, requisa a los pibes y encuentra una cantidad insospechada de droga en el baño. A partir de allí, uno de los chicos es rechazado por el grupo y tiene que huir. Lucio intercede, poniéndose en peligro, y lo protege. No se trata solo de enseñar literatura, sino de interesarse por la vida de los pibes, ir más allá en lo que les pasa, ayudarlos.
La película Tan de repente (2002) de Diego Lerman es una película que merece ser más vista de lo que ha sido y ser recordada como un hito del cine (de hecho estuvo ausente en una encuesta reciente sobre las 100 mejores películas del cine argentino). Se trata de una película política. No solo porque no subyace ninguna idea de “buena conciencia” (como la del profesor que lleva un buen saber a unos pibes apáticos), sino porque no hay ninguna “moraleja” (en El suplente la verdad que subyace es “nadie se salva solo”, lo que no se dice es salvarse de qué). Tan de repente anticipa políticas públicas en torno a cuestiones de géneros y sexualidades, está mucho más allá de cualquier corrección y plantea una historia graciosa, sin sentido y, a la vez, con mucha profundidad. En cambio, El suplente nos plantea una sociedad donde hay buenos o malos y son todos pobres víctimas de cualquier bando. Casi no hay espacios para que circule el conflicto social, ni siquiera el personaje tan bien interpretado por Juan Minujín tiene casi lugar para la duda en su tarea educativa.