Aftersun es un engaño. Al comienzo puede decepcionar: parece rosa e ingenua, una película más sobre la relación padre/hija bien contada y actuada, pero hasta ahí. Una del montón. Sin embargo, a medida que avanza la trama el film se transforma y, valiéndose de todas las herramientas del universo audiovisual (elipsis, silencios, temas musicales estridentes en el momento necesario, una fotografía sutil y medida que juega con encuadres desequilibrados, texturas y colores), comienza a producir pequeños descubrimientos en el espectador, a deslizar capas de conciencia nuevas y más profundas que logran activar emociones ancestrales -y oscuras- en quien mira.
La trama presenta a Sophie, de 11 años, durante unas vacaciones con su padre en Turquía. Desde el comienzo se sabe que ella vive en Edimburgo y él en Londres. Su relación es fluida y cercana, a pesar de la distancia geográfica y cotidiana. Él cuida de ella e intenta darle lo mejor. Durante el viaje, la preadolescente empieza a experimentar las sensaciones típicas de esa edad fuera del tiempo en la que la ingenuidad de la niñez parece escurrirse de los dedos y la sexualidad se presenta como algo nuevo y extraño que da miedo y ganas a la vez, el vértigo de toda nueva experiencia. Hasta ahí el film podría encasillarse dentro del tipo "coming of age" (hacerse grande). En paralelo, y por fuera de lo literal, se va develando algo de la personalidad del padre que hace ruido y en dónde radica el corazón de la película.
Desde su narrativa la película es compleja: combina los recuerdos fragmentados de ese viaje, el vhs filmado durante las vacaciones, y el tiempo presente de la protagonista 20 años después. Son tres tiempos subjetivos que caleidoscópicamente construyen un sentido para la protagonista y, a través de su punto de vista, para el espectador.
Aftersun recuerda cierta abulia y ocio que aparece en dos de las películas de Sofía Coppola: la inolvidable Lost in translation y Somewhere, en la que un actor de Hollywood recibe la inesperada visita de su hija -también de 11 años- en su mansión. Sensible, Aftersun reconecta con la mirada preadolescente y reflexiona sobre su ingenuidad e incompletud. Provoca melancolía al reconocer que esa manera de percibir las cosas es inocente y extraña.
Aftersun es una película sobre vínculos y limitaciones. Sobre la tragedia de no estar del todo comunicados y cómo lo que no sabemos del mundo interior ajeno puede decepcionarnos y dolernos aunque, la mayoría de las veces, no es mucho lo que podamos hacer. Sobre todo si estamos recién entrando al mundo adulto y de entender a nuestros padres se trata. Algo que, tal como la película demuestra, ocurre mucho después (si es que ocurre).
Actúan Paul Mescal (notable en la serie Normal People y también reconocido por su reciente aparición en La hija oscura) y la debutante Frankie Corio como la pequeña Sophie. Entre ellos hay complicidad y se construye un verosímil conmovedor. Dirige Charlotte Wells, una escocesa a la que habrá que tener en cuenta. Aftersun es su ópera prima y se perfila como una de las películas indies del año.
En Aftersun no solo los personajes se transforman. La película logra redefinir la mirada de lxs espectadores y develar otras posibilidades de entendimiento. Una lección de empatía: nunca sabemos del todo qué batalla está dando el otro. Y cuando lo descubrimos es posible que nos sintamos engañados. O será que no todo puede verse.
Aftersun (2022, 98 min, Reino Unido)
Trailer: https://www.youtube.com/watch?v=L-KeLPKWR94&ab_channel=zetafilmstrailerszeta
Aftersun está en cines. Próximamente podrá verse en la plataforma MUBI.