Nada más frágil e inestable que ese estado de insatisfacción y ahogo al que conlleva una crisis existencial. A la deriva, el valor de las cosas se vuelve relativo y el horizonte, difuso. Los deseos y las fantasías se confunden. Las responsabilidades pierden el aplomo de su peso y lo neurótico se dispersa en el espacio y tiempo cubriéndolo todo. El foco se desajusta. Lo importante se releva. La confusión ilusiona y desilusiona en partes iguales y la insatisfacción, aunque pese, termina siendo la conclusión de cada día. Un estado así es el que atraviesa Lucas Pereyra, un escritor llegando a los 50 que viaja a Montevideo para cobrar el dinero por su próxima novela y evitar el cepo cambiario. El viaje es, también, una excusa para encontrarse con Magalí Guerra, una admiradora veinte años menor que él que había conocido -de forma fugaz- en una visita anterior. Finalmente, cruzar el río lo transformará para siempre. 

La película acompaña el proceso de Pereyra. Su punto de vista es el del espectador aunque una voz en off femenina -la de su esposa- va advirtiendo sobre detalles no mostrados e información complementaria. El recorrido lleva al escritor por barrios, símbolos y escondites de la capital uruguaya. Errático, el relato avanza a la par que el día y el vínculo entre los personajes. Con algunos acentos innecesarios, la puesta en escena recrea el estado de enamoramiento de Pereyra, interpretado por Sebastián Arzeno quien, aunque trabaja hace más de 23 años en la industria audiovisual en el área de fotografía y cámara, recién en 2003 incursionó en la actuación y este es su primer protagónico.  

La propuesta, naturalista y con pasajes musicales acertados -recurso que Ana García Blaya, su directora, ya había utilizado con ductilidad en su ópera prima Las buenas intenciones- es abierta y apta para diversos públicos. La relación entre los coprotagonistas -a Guerra la interpreta la debutante y carismática actriz uruguaya Fiorella Bottaioli- es sobre la que se tejen las expectativas de la trama. Ese presente que combina el deambular por la ciudad, sus conversaciones y ciertas situaciones de lo más cotidianas dan forma a la película que siempre está teñida por la crisis de Pereyra y las incógnitas sobre Guerra. Un cuento simple, de la neurosis y sus puntos ciegos, con un final tan triste como feliz. 

Coproducción colaborativa 

La uruguaya está basada en la cuarta novela del escritor argentino Pedro Mairal, publicada en Buenos Aires en 2016 y premio Tigre Juan en 2017.? A su vez, es una película financiada en su totalidad por la Comunidad Orsai, fundada por Hernán Casciari. El proyecto se presentó a los miembros de la comunidad, que para convertirse en coproductores debían comprar bonos de 100 dólares que se agotaron en menos de tres meses. Ahora que la película tiene fecha de estreno comercial, ha circulado por festivales internacionales (participó de la Competencia Internacional del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata) y tiene previsto su lanzamiento en plataformas antes de fin de año, todas las ganancias que genera son repartidas cada seis meses entre los 1961 socios. 

El sistema de Orsai Audiovisuales permite que los socios participen de encuestas e intervengan en la toma de decisiones. Para ello se creó una  app que cuenta con un sistema de votación que permite que los casi dos mil socios voten desde sus dispositivos con total transparencia. A esto se suma la implementación de un sistema para ordenar sugerencias, datos, colaboraciones y contactos que los socios productores ofrecen o ponen a disposición. 

Los socios eligieron a los protagonistas (Fiorella Bottaioli y Sebastián Arzeno) y pudieron espiar las reuniones de todas las áreas (arte, guion, finanzas, fotografía, etcétera). Durante el rodaje se publicó el podcast diario de La uruguaya con entrevistas, novedades y participación de los profesionales que trabajan en la película, así como también streamings de charlas en vivo con los integrantes del staff. La revista especializada Variety, publicada en Hollywood, informó este año que La uruguaya llevó el crowdfunding a un nuevo nivel, porque, por primera vez, el proceso de producción de una película se convirtió en una experiencia pedagógica, cuya principal finalidad fue la de aprender y enseñar cómo se hace cine. 

La uruguaya, dirigida por Ana García Blaya. 

Desde el 17 de agosto en salas de cine de Argentina. 

@lauruguayapelicula 

https://orsai.org/