Llamen a Joe
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Cine y series

Llamen a Joe

12 de septiembre de 2023

En la década del 80 y del 90 cuando un rockero tenía algún inconveniente con la justicia debido a la vinculación de este con alguna sustancia “ilícita” era recurrente ver en la televisión a un abogado con una barba a lo ZZ Top que se hacía presente para sacarle al músico en cuestión  las papas del fuego. La televisión de fines del siglo pasado reproducía entonces todo su arsenal de consignas estigmatizantes sobre la cultura rock. El personaje en cuestión se llama Joe Stefanolo y sobre el trata Llamen a Joe, documental de Hernán Siseles que funciona como un retrato de un personaje lejos de cualquier atisbo de bizarrismo. Los medios de comunicación hegemónicos de la época intentaban de algún modo mostrar a Stefanolo como a un excéntrico que se encargaba de defender a una parva de adictos. Lo interesante de llamen a Joe es que lejos del retrato de la figura en cuestión también se puede pensar la película de Siseles como  un retrato de época en donde la vuelta luminosa de la democracia convive con la persecución a los diferentes. El documental se sostiene gracias a las entrevistas a los músicos que conocieron a Stefanolo y a la sutileza con la que el film de Siseles se acerca al personaje en cuestión.

Circulan durante la hora y monedas de llamen a Joe testimonios notables como los de Gustavo Bazterrica que fue condenado por tenencia de drogas apenas regresada la democracia junto a la de otros músicos como Pipo Cipolati, Andy Chango y Andrés Calamaro que genero un debate social cuando una noche en un recital dijo que era un momento ideal para fumarse un porrito

Lo que en la década del 90 era presentado como estigmatizante y bizarro el paso del tiempo lo transformo en inocuo e irrelevante. Los debates a lo largo del mundo acerca de la tenencia de drogas para uso personal transformaron en absurdos a los querellantes y a la pacateria de una sociedad que hacia un culto de la estigmatización hacia el distinto.

Es notable sobre el final de llamen a Joe la utilización del archivo de época para mostrar en toda su magnitud la absurda pomposidad y seriedad con la que la sociedad debatía acerca de los dichos de un músico popular cuando el mismo tejido social comenzaba a resquebrajarse debido al ocaso de la convertibilidad y de las medidas económicas del equipo económico liderado por Domingo Cavallo.

El retrato de época del film de Siseles muestra la trama invisible de una sociedad que se encontraba saliendo de las tinieblas medievales de la dictadura. La cultura rock se encontraba en las antípodas del pensamiento autoritario y represivo. De ese choque de culturas surgen las tensiones entre esa legalidad heredera de ese estado represivo y la libertad propia del arte. La figura de Stefanolo entonces pierde definitivamente cualquier atisbo de excentricidad para tomar la forma de un hombre justo que atiende las necesidades de sus clientes sean estos ilustres rockeros como los violadores o Andrés Calamaro o las de cualquier ciudadano anónimo.

El final con Andrés Calamaro debatiendo junto a su abogado en el programa de Grondona acerca de si es o no un delito haber deseado fumar un porrito da cuenta de la sociedad argentina de fines del siglo XX.

El retrato humano de un personaje noble que funciona a contrapelo de la maquinaria judicial transforma a Joe Stefanolo en un héroe silencioso imposible de reducir a la estigmatización y la parodia. El mismo archivo del film que lo muestra debatiendo con Grondona y Scioli en hora clave lo muestra organizando un recital de rock pesado en el penal de Olmos o militando ya en la actualidad la legalización de la marihuana. La principal virtud de la película de Siseles gira sobre la mirada política del personaje en cuestión más que en en el look quijotesco basado en las particularidades de su personalidad. Llamen a Joe es principalmente una gran película sobre un buen hombre que muestra que siempre resistir es una opción. No deberíamos olvidar esa enseñanza

Por Juan Pablo Susel

 

Llamen a Joe (Argentina, 2023) Guion y dirección: Hernán Siseles. Fotografía: Pablo Parra. Edición: Manuel Margulis. Duración: 70 minutos

 

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