Desde hace dos décadas Luis Ziembrowski es uno de los grandes actores de la escena nacional. Baluarte del cine independiente su trabajo siempre se ubica en una zona gris entre la tradición y la vanguardia. El villano es su primera experiencia detrás de cámara en dupla junto a Gabriel Reches. En este primer trabajo podemos observar los mismos atributos que lo definen como actor. El villano es un documental en el que Ziembrowski narra su vínculo con su padre, un personaje esquivo y problemático que brillo más por su ausencia que por su presencia en la vida del protagonista del relato. Ziembrowski narra con extrañeza, gracia y perplejidad el vínculo con su progenitor y que es lo que significa ser un hijo. Ausente su padre en la vida familiar desde que este fuera detenido al caer la banda delictiva en la que participaba Ziembrowski hijo investiga como si su oficio fuera el de un detective a los miembros de su familia indagando en busca de sus orígenes. Esa búsqueda en relación a quien fue su padre se transforma en una pregunta sobre su propia identidad. Para reconstruir los pedazos de su espejo roto interior Ziembrowski toma una decisión estética arriesgada y que funciona muy bien dentro del relato. Para reconstruir y armar a su padre Ziembrowski decide salir del mero registro documental y agregarle dosis de ficción a su relato. Alejándose de la veracidad de los hechos y por medio del artificio de la invención ese padre mitológico (Que es un padre si no un mito que a medida que transcurre nuestra vida se va tornando cada vez más irreal) va tomando forma. Así se suceden a lo largo de la película una serie de actores que intentan reconstruir a ese padre esquivo en una especie de casting donde lo vemos al propio Ziembrowski dar una serie de indicaciones acerca de cómo debería ser interpretado este padre reinventado por medio de la actuación. Incluso el propio actor en un determinado momento intenta representarlo. En ese momento se oye una voz detrás de cámara que le dice que en realidad no está interpretando a su padre sino que está haciendo de el mismo. Sin dudas ese es uno de los momentos claves de la película. El momento en el que padre e hijo se confunden de tal manera que es difícil entender que son dos personas distintas. A medida que Ziembrowski se acerca a la verdad de ciertos hechos más brumoso se hace su pasado pero eso no impide que la tragedia se desenvuelva de modo irrefrenable. Entre el registro documental en el que el detective Ziembrowski indaga en el tejido familiar y la representación ficticia de su padre y de ciertos hechos que marcaron al protagonista se desarrolla esta película inusual y hermosa. Es extraordinaria la escena en la que se recrea la detención del padre que es sin dudas uno de los momentos fundacionales en la vida del protagonista del relato. La mixtura de registros formales de la que da cuenta el villano es sin dudas una de las grandes virtudes de la película de Ziembrowski y Reches dando cuenta de una curiosidad y libertad formal que invita a imaginar nuevos proyectos detrás de cámara. La idea del mal como algo contagioso y que ocupa el lugar de una entidad metafísica es otro de los grandes temas de el villano. Al inicio del film observamos como luego de una representación teatral un desconocido aborda a Ziembrowski en la calle y le empieza a recriminar un supuesto maltrato a su hija. La conversación comienza a subir de tono hasta que Ziembrowski pide que apaguen la cámara. En esa escena nuevamente se confunden ficción con realidad pero esta vez no como una decisión estética. Los directores parecieran querer decirnos que ambas entidades se superponen, se entrelazan de un modo difuso y prácticamente indistinguible.
El encuentro final de Ziembrowski hijo y Ziembrowski padre en Mar del Plata funciona como el clímax definitivo de la película. Lo que en otras manos podría haber terminado en un tour de forcé lacrimógeno entre un padre que no sabe ni puede dar respuestas y un hijo que no sabe que es lo que está esperando es resuelto con gracia y sutileza por parte de los directores. El villano es una gran película porque básicamente no busca ninguna certeza sino que se construye a partir de ese cumulo de incertidumbres y preguntas que nunca se resuelven. Ese nudo que no se desata es una metáfora de lo que significa ser hijo y ser padre. El film se potencia básicamente a partir de la imposibilidad de dar respuestas a ese enigma fundacional. ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Cuánto nos marca lo que nos pasó? ¿Hacia dónde vamos? Preguntas que nunca podremos responder del todo pero que seguiremos haciendo hasta el último día de nuestras vidas.
El villano (Argentina,2023). Guion y Dirección: Luis Ziembrowski, Gabriel Reches. Elenco: Luis Ziembrowski, Alejandra Flechner, Gabriel Goity, Dady Brieva, Pablo Echarri, Sergio Boris, Flor Dyszel, Luis Aranosky, Ricardo Ragendorfer, Gabriel Reches. Duración: 75 minutos
Por Juan Pablo Susel