Fito Páez es uno de los músicos argentinos más importantes de los últimos cincuenta años. Sus canciones narradas en una feroz primera persona se acercan a la literatura como nadie de su generación pudo hacer. En los últimos años gracias al furor retro que hizo de las biopics uno de los géneros populares por excelencia su obra volvió a estar en el candelero. La serie de 2023 “el amor después del amor” significo un furor de masas y conecto a varias generaciones en relación a su obra. La ficción de la serie de Felipe Gómez Aparicio y Gonzalo Tobal conecto a Fito con un nuevo publico alejado de la iconografía rockera. Los fans de Fito son hoy ya cincuentones. Son ellos los que llenaron los estadios cantando junto a sus hijos esa serie de canciones que funcionan como marca identitaria para más de una generación. Páez construyo su estética rockera reelaborando la obra de Spinetta, García y Nebbia aportando a su vez un tinte personal construido desde el poder de sus letras furibundas y sus melodías sofisticadas. “La Habana de Fito” entonces funciona como una especie de bonus track en relación a los orígenes mitológicos del personaje “Fito” pero no es solo una película sobre Páez. El documental de Juan Pin Villar rastrea ese primer encuentro entre el artista y la ciudad. En 1987 luego del atroz asesinato de sus tías Fito llego a La Habana para tocar en el festival de Varadero. Esos primeros momentos de la película muestran la relación que se da entre el artista y la ciudad y la relación que Páez establece con Pablo Milanés que de alguna manera es el personaje que introduce a Fito a la cultura cubana. La película de Villar funciona a partir de un ejercicio de retroalimentación entre artista y ciudad porque si Cuba funciono como un faro para Fito a partir de la participación de artistas como Silvio Rodríguez y el propio Pablo Milanés en el final de la dictadura cívico militar del periodo 76-83 la llegada de Fito a Cuba funciono como un torbellino que sacudió el panorama estético de la isla a finales de la década del 80.
El documental de Villar registra el respeto y admiración de Fito por la historia y cultura cubana pero también muestra una zona incomoda en la que el artista observa la realidad cubana marcando una distancia con la mirada mitologizada de la experiencia revolucionaria. Esas reflexiones llevaron a que el film de Villar fuera censurado por las autoridades culturales cubanas lo que desato una lógica polémica que excede a las virtudes y defectos propiamente cinematográficos. Lo más interesante de la película de Villar es la descripción de esa relación en la que el artista se nutre de la cultura cubana a partir de las relaciones que el músico va tejiendo a lo largo de su estadía. Al ya mencionado Milanés se le suma la influencia que los músicos de la trova cubana y principalmente Santiago Feliu produjeron en el músico rosarino. Las evidencias del paso de Páez por Cuba dejaron esa canción hermosa que es “Habana” y que se encuentra en abre, el disco de fin de siglo XX de Fito. A su vez Villar también registra el impacto que género en Cuba la obra de Páez. El archivo de la película funciona para mostrarnos a un artista en estado de gracia que llego a la isla para demostrar que el rock es también una de las tantas formas en las que se puede manifestar la revolución.
“La habana de Fito” funciona entonces como parte del viaje sentimental y biográfico de un artista central de la música latinoamericana de los últimos veinte años del siglo XX pero también es un complejo ensayo en el que se observan las tensiones que se presentan entre arte e ideología.
En un mundo en donde las formas de la injusticia y la desigualdad brillan a cada momento vale mirar también con ojo crítico la película de Villar para entender que el legado de un artista o de una revolución debe poder juzgarse de modo integro tanto para problematizar falencias como para resignificar virtudes. En un mundo tan cínico y brutal la epifanía que va de la mano del arte y de la revolución funcionan como banderas que bien vale la pena seguir izando.
La habana de Fito (Cuba, 2023). Dirección: Juan Pin Villar. Fotografía: Raúl Prado. Elenco: Fito Páez, Pablo Milanés, Cecilia Roth, Carlos Alfonso, Ele Valdés, Luis Alberto García y Wendy Guerra. Duración 62 minutos.