Partió de mí un barco llevándome es una película inclasificable. Es un falso documental pero tiene aires de melodrama. La película se mueve todo el tiempo entre el espacio público de la tragedia familiar y la historia política que acosa y agobia a sus protagonistas. La directora del film, Cecilia Kang se ahonda en la violencia de genero para dar cuenta del universo privado de sus protagonistas para luego sumergirse en una historia de la violencia sexual del siglo XX. La película es un virtuoso y potente ensamblaje que navega entre esos dos universos. Muchas de las virtudes de la película se las debemos en parte a Melanie Chong, la heroína del relato “. Una joven sensible que no sabe bien que quiere hacer con su vida pero que a pesar de esas dudas busca su destino de modo amoroso y tenaz. Angustiada por la tragedia familiar en la que se vio envuelta su madre la protagonista conecta de modo muy lúcido esa tragedia individual con la esclavitud sexual a la que eran sometidas las mujeres en el Japón de entreguerras. La película nos muestra a Melanie primero en Buenos Aires y luego en Corea del sur. De algún modo lo notable del film es que su directora Cecilia Kang también filma un ensayo sobre el exilio y las perdidas. La multiplicidad de temas que podría ser una dificultad narrativa en este caso no hace más que agregarle capas de sentido a un relato desolador y esperanzador al mismo tiempo.
Kang narra un crimen de guerra atroz. El de las llamadas mujeres de consuelo. Estas eran secuestradas por el imperio japonés y forzadas a la esclavitud sexual durante la segunda guerra mundial. Kang se acerca a ese universo pesadillesco desde lejos y a medida que el relato avanza la directora nos va introduciendo en el mismo a partir de las herramientas del falso documental ya que en el inicio de la película vemos a la protagonista del relato participando del casting por el cual finalmente conseguirá su papel. Partió de mí un barco llevándome entreteje la violencia familiar y la violencia política de un modo sutil que nos permite reflexionar e historizar el problema de la violencia sexual en un momento de necesaria visibilización de estas temáticas. La película de Kang no es buena por el tema que trata sino por como lo trata desde el trabajo de puesta en escena. La directora resignifica la tragedia social de la que da cuenta su protagonista a partir de una poderosa reflexión sobre la representación del horror. Así vemos a Melanie estudiando un texto en el que una de las mujeres sometidas a esclavitud sexual cuenta cómo fue su vida luego de haber vivido el horror en carne propia. Esa tragedia macro que se estima alcanzo a 400 mil mujeres durante el lapso de la segunda guerra mundial se vincula con una historia mínima que tiene que ver con el exilio y con la condición propia del migrante. Ese terror de estado que padecieron las mujeres japonesas en la segunda guerra mundial se entrelaza de modo notable con el padecimiento que sufrió la madre de la protagonista durante su matrimonio. A su vez esas dimensiones de la violencia se vinculan con la experiencia subjetiva de Melanie que añora viajar a Corea del sur para reencontrarse con su hermano. De este modo Corea funciona para Melanie como la representación de “lo otro familiar” frente a la realidad de una vida monótona en Buenos aires signada por ese pasado opresivo que pareciera no poder desaparecer. Todo este argumento por momentos agobiante funciona gracias a la graciosa y sensible interpretación de Melanie y al trabajo de Kang que sigue a su heroína leyendo poesía en uno de esos eventos masivos que fueron furor en Buenos aires hace algunos años o comiendo un Marroc con su hermano en Corea en una escena conmovedora que remite a las enseñanzas de Marcel Proust en su libro “En búsqueda del tiempo perdido”. Aquellas que remiten a que la simple evocación de un sabor opera en la memoria de una manera tan poderosa como todo lo que sabemos acerca de nuestro pasado. La notable virtud de la película de Kang es que es una profunda reflexión sobre como reelaborar nuestro pasado para poder así seguir adelante con nuestras vidas.
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Partió de mí un barco llevándome (Argentina, Singapur 2024).
Dirección: Cecilia Kang.
Guion: Virginia Roffo.
Elenco: Melanie Chong, Hae Kyung Jeon, Alex Chong, Eunice Cho, Mora Lestingi, Julio Chávez.