Hace casi cuatro décadas Mónica Villa miraba fijo a cámara al finalizar “Esperando la carroza” y rompiendo la cuarta pared le decía al público que se reía de todos nosotros. Ese personaje sufrido de Villa lograba gracias a una actuación consagratoria entrar en el imaginario del cine argentino de una manera atemporal. A esa consagración y a ese rostro tan particular le faltaba un protagónico en el que Villa pudiera recrear nuevos universos ficcionales. La oportunidad se hizo esperar pero finalmente ocurrió luego de casi cuarenta años. En crónicas de una santa errante Villa es Rita, una mujer que vive con su marido en Santa Rita, un pueblito alejado de todo y donde nunca pasa nada. Rita encuentra un día una estatua en la iglesia del pueblo y quizás para romper con la monotonía de sus días decide apropiarse de la misma. Obviamente este evento generara una serie de trastornos que sacaran a la protagonista de la rutina en la que pareciera transcurrir su vida. De tono bucólico y con actuaciones que llevan la imprenta del cine de Martin Rejtman el director Tomas Gómez Bustillo logra encontrar el sin sentido a cada una de las acciones de sus personajes y ese sin sentido se sostiene en el rostro de Villa que registra de modo minimalista y conmovedor cada una de sus emociones.
Rita está casada hace cuarenta años con Norberto (notable actuación de Horacio Marassi). De inmediato entendemos el tedio que la invade a la protagonista mientras la vemos comer unas milanesas junto a su marido mientras el recuerda lo felices que fueron en su lejana luna de miel.
Si la felicidad se encuentra inexorablemente asociada al pasado el apropiarse de la estatua será el primer paso que conducirá al personaje de Villa a romper con esa monotonía en donde pareciera habitar desde hace mucho tiempo. Ese hurto menor lejos se encontrará de cualquier conexión mística. A la protagonista del relato pareciera que la mueve el deseo de jugar, de instaurar una nueva realidad a partir de la falsificación e invención de un supuesto milagro. Crónicas de una santa errante está dividida en dos con los títulos del final de la película insertados cuando apenas transcurre la mitad de la misma. Esa decisión que a primera vista pareciera significar un mero gesto snob resignifica finalmente la totalidad del relato. La segunda parte de la historia dejara de lado la lógica de la historia mínima para sumergirse en el terreno del género fantástico de manera original alternando la gracia y el distanciamiento propio de cierto cine indie hecho recientemente en el país con un registro conmovedor sostenido sobre todo en la actuación de Mónica Villa. Rita nos conmueve desde su economía gestual pero ese registro actoral nunca funciona como impedimento para la trasmisión de la tristeza y la incredulidad que trasmite la película antes y después de la divisoria escena de créditos que en vez de clausurar el relato lo deriva hacia otras aguas. Crónicas de una santa errante se pregunta por la existencia de los milagros y si en su primera parte pareciera narrar la historia de una estafa menor poniendo en discusión la idea de fe en la segunda parte del relato deja de lado los asuntos mundanos para pensar de modo filoso y divertido una serie de asuntos relacionados con la muerte, la trascendencia y el vacío que dejamos en los que nos sobreviven. En esa segunda parte en donde la película podría haber desbarrancado hacia un absurdo en donde la abulia y la intrascendencia hicieran naufragar el relato el director y la pareja protagónica logran emocionarnos gracias a los detalles que cuida la puesta en escena y que sostienen Villa y Marassi. El milagro lejos de encontrarse en los objetos pareciera hallarse en los afectos y en la supervivencia del amor más allá la duración de nuestras vidas.
Por último, el rostro busterkeatiano de Villa en sus silencios y sus pequeños detalles sigue conmoviendo como hace cuatro décadas. Gracias a dios hay cosas que nunca cambian.
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Crónicas de una santa errante (Argentina, 2023).
Guion y dirección: Tomás Gómez Bustillo
Elenco: Mónica Villa, Horacio Aníbal Marassi, Pablo Moseinco, Iar Said y Dahyana Ruth Turkie.