Cuando vemos una película de Martin Rejtman la primera sensación es de extrañeza. Los diálogos parecen forzados y los actores por momentos parecieran estar rígidos y atados de modo excesivamente artificial a lo que tienen para decir. Al rato todo lo que en un primer momento parecía extrañamiento se transforma en el reconocimiento de un mundo propio, original.
La práctica es, desde lo formal, una continuidad en relación al proyecto cinematográfico iniciado con Rapado y continuado con Silvia Prieto y Los guantes mágicos. La última película de Rejtman podría definirse como una comedia existencial. Su protagonista. Gustavo. interpretado de modo notable por Esteban Bigliardi, está recién separado y no sabe bien qué hacer con su vida. Lo característico de su personalidad pareciera estar determinado por su indecisión y apatía. El cimbronazo de su separación lo vuelve un sujeto frágil y torpe al que Rejtman trata con ternura a pesar de la distancia objetiva que el director plantea desde lo narrativo. La práctica es, en cierto punto, una comedia de estos tiempos en donde las mujeres se muestran mucho más resolutivas y empoderadas que los hombres. Tanto su exmujer como su madre parecieran tener en claro que es lo que tiene que hacer Gustavo con su vida. Rejtman construye a un neurótico antológico utilizando una economía narrativa que le agrega capas de misterio a las situaciones que nuestro héroe vive. Lejos de cualquier arrebato costumbrista Gustavo procesa internamente todo lo que le sucede y ese proceso interno es lo que produce la lograda sensación de extrañamiento. Rejtman no está preocupado por explicar lo que le ocurre al protagonista de su película. Tampoco hace falta sobreexplicar su estado de ánimo. Recién separado y en un país (Chile) que no es el suyo Gustavo pareciera estar atravesando algo parecido a la crisis de la mediana edad.
Al comienzo de la película vemos a Gustavo haciendo terapia de pareja cuando está más que claro que ese vínculo está roto y que su mujer no tiene ninguna intención de reparar esa relación. Su madre, interpretada de modo brillante por Mirta Busnelli, decide ir a Chile a ayudarlo no se sabe bien en qué. A sus problemas emocionales se le suma una lesión en la rodilla que funciona como metáfora del estado en el que se encuentran su cuerpo y alma. Gustavo sufre un estado de aturdimiento y se cruza a una chica que fue alumna y que será la oportunidad que el destino le presente para salir del agujero interior en el que se encuentra.
La práctica es una película de un ritmo fenomenal en donde no dejan de pasar cosas pero la suma de esas situaciones que podrían enmarcar a la película de Rejtman en una comedia de plataformas tienen todo el tiempo el toque propio de su cine. Comprendemos, hacia el final, que Gustavo no hace otra cosa que transitar a lo largo de todo el film el camino que lo encuentre consigo mismo sin las inseguridades propias del comienzo de la trama. La comedia es, entonces, el modo que Rejtman utiliza para hablar de la tristeza y el dolor, de un modo profundo y sin estridencias. La distancia objetiva que al inicio de sus películas pareciera alejarnos de sus personajes finalmente opera como un dispositivo formal que nos genera empatía con los mismos. Entonces comprendemos que cada gesto, cada palabra y cada personaje (con sus entradas y salidas) está ahí porque cumple un rol esencial en el relato y que las cosas no podrían ser de otra manera. Lo formal en Rejtman es inevitable pero lo que los sujetos de la ficción hacen con sus vidas depende de ellos mismos. Esa sensación de libertad y humanidad es lo que hace que el cine de Rejtman funcione como un artefacto poético que no tiene par en la escena contemporánea.
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La práctica (Argentina/Chile/Alemania/Portugal, 2024)
Dirección y guion: Martín Rejtman
Elenco: Esteban Bigliardi, Camila Hirane, Manuela Oyarzún, Catalina Saavedra, Amparo Noguera, Gabriel Cañas, Mirta Busnelli.
Viernes y domingos a las 19 h en Cine Arte Cacodelphia
Sábados a las 20 h en Malba Cine