Bajo este título pueden cobijarse varias preguntas. Un heredero es una persona que recibe algo que no elige, sino que le viene dado, entonces ¿qué reciben estos herederos que no han elegido? ¿Acaso una forma, un estilo, mañas? ¿Serán expresiones, danzas, siglos de cultura eurocéntrica? ¿Se trata de su pasado? Estos son algunos de los interrogantes que asoman en esta pieza “expresionista” de “danza, humor, melodrama pop, romanticismo caótico, punk poético”, tal como intenta aclarar la gacetilla.
Natalia Tencer, Cristián Jensen y Gulliver Markert, creadores de la obra, cuentan que tiene que ver con algo que vienen trabajando como grupo porque antes fueron parte de otra formación junto a otras personas que ya no están, pero de alguna manera ha quedado su herencia. “También estaba la idea de un imaginario sobre unos herederos que están por fuera, que heredan las ruinas, lo que quedó de algo que supo ser grandioso”, expresan y agregan que además esa herencia está asociada a lo que son, “a lo que une trae como referencias a la escena, porque no sólo actuamos nosotres, actúan también otras fuerzas que heredamos, aprendizajes y técnicas que nos atraviesan y se mezclan en la pieza”, acentúan estos tres intérpretes que provienen de ámbitos artísticos distintos con formaciones en danza, teatro, clown, música, performance y sobre todo, improvisación. “Parecería como si el título nos invitara a que nuestra vida se afirme en esta pieza, todo lo que somos y nos pasa está en la obra, nuestros miedos, nuestras certezas, nuestro modo de sentir estos tiempos”, añaden estes trovadores que quieren ser escuchades y poder transmitir una idea quizás más inconsciente y que terminará definiendo el público.
En un escenario en el que vemos en un sector un gran cortinado de terciopelo rojo oscuro y en otro, un panel blanco como un bastidor (plagado de alusiones al teatro, la ópera, la pintura), aparecen les intérpretes, vestides como representantes del viejo continente en la época de Luis XIV. Avanzan caminando con una gran expresividad en sus rostros, condensando en su vestir y andar siglos de historia de la cultura occidental. En este primer momento, les tres danzan con la música de una manera que parecen interpretar alguna historia escondida en las frases musicales. Esto se debe a que sus actitudes corporales y gestuales son exageradas. Como si se tratara de una parodia de esos inicios del ballet de acción de Noverre, figura histórica cuya fecha de nacimiento señala cada 29 de abril justamente el festejo del día internacional de la danza.
Esa forma de moverse, de danzar y expresarse, recuerda al ballet de acción o ballet pantomima, un espectáculo coreográfico narrativo que se representaba en siglo XVIII y se expandió durante el reinado de Luis XIV, el Rey Sol, gran y pesada herencia en el mundo de la danza espectacular occidental.
En los sucesivos momentos de la obra, hay diferentes imágenes que emulan herencias culturales. Se puede suponer la recreación de alguna escena bucólica en referencia a la historia de la pintura en el período barroco francés en el que artistas como Fragonard o Watteau realizaban composiciones de escenas cortesanas o pastoriles, como en el cuadro El columpio de Fragonard.
Les intérpretes nos cuentan que no tenían un punto inicial para desarrollar más que la idea de trabajar sobre los materiales que surgían de la propia conformación del grupo y que querían que las decisiones fueran grupales. En la búsqueda creativa no había conceptos previos, pero quizás entienden que haya un código, intuición y percepción colectiva: “creo que nunca buscamos un resultado, no queremos ser resultadistas, todos los lenguajes mutan constantemente, por eso nos cuesta el sentido; hay significantes, hay signos, pero son infinitos”, expresa Tencer, en nombre del trío, y agrega que desde eso, “se fueron desprendiendo diferentes pautas que traía cada uno y de a poco se fue generando el imaginario, la idea de lo antiguo y moderno a la vez, de ser esos seres sin territorio. No pensamos nunca en un resultado específico, sino más bien en qué deviene la cuestión”, remarca.
La obra pasa de situaciones de danza a acciones clownescas, y sorprende con momentos musicales en los que las voces de les intérpretes se despliegan en juegos sonoros y expresivos que pueden configurar una composición musical en sí misma. En este caso, la propuesta podría ubicarse entre los inclasificables, para los que la palabra liminalidad viene a aportar un concepto que permite entender las creaciones que habitan las zonas limítrofes de las experiencias escénicas. “Creemos que estamos haciendo danza expresionista, poética, punk, romántica, por decir algo. Estamos en una búsqueda siempre, intentamos estar en un lugar abierto, porque venimos de la Improvisación y nos interesa que esa base esté presente”, puntualizan.
Lo cierto es que el público puede percibir el reflejo kinestésico de las danzas así como sumergirse en una comunicación sin palabras, pero sonora, y observar en las modulaciones de la voz la potencia expresiva del tono y el volumen, además del gesto corporal. Luego, el lenguaje desconocido que se articula en los diálogos vuelve a reforzar esa capacidad magnífica de comunicación, expresión y creación poética que posee el cuerpo. Las palabras inventadas, con su cadencia, sumadas a los colores del vestuario y del maquillaje colaboran con ese imaginario en el que se cruzan lo asiático con el altiplano. “Nos motiva la idea de movimiento, de poder mover sensaciones, de poder decir algo sin tener que ser tan gráficos, sino que lo que se vea, pueda tener múltiples significados. El hecho de poder estar en contacto con otres, de poder generar ese espacio y ese momento único e irrepetible que tiene lo escénico”.
El arte mueve energía, los actores y actrices, las bailarinas y bailarines, les performers mueven energías y crean mundos posibles en los que el público puede tanto imaginar, como permitirse crear los propios para habitar.
Los diálogos expresivos y silenciosos de movimiento disparan la imaginación poética que el posterior surgimiento del texto continúa. Porque también la voz articulada plantea una acción verbal con frases hechas que se combinan generando situaciones que no parecen coherentes pero guardan una lógica que alimenta esa imaginación, cargada de herencias culturales, como la obra, les intérpretes y el público, pero poética.
Esa es la potencia que hereda la obra.
Interpretación, creación y dirección: Natalia Tencer, Cristián Jensen y Gulliver Markert.- Asistencia: Valeria Polorena.-Diseño de escenografía y vestuario: Maru Tomé.- Diseño de maquillaje: Juan Gasparini.- Diseño de iluminación: Miguel Solowej.- Asistencia de iluminación: Ian Simón Sadowskiy.- Diseño sonoro y música: Leo Ghernetti.- Fotografía de prensa: Kenny Lemes.-Video/trailer: Natalia Labaké.- Producción: Zoilo Garcés.- Gestión Artística y Producción General: Grupo Una experiencia sensible.-