El universo ficcional construye tiempos tal como lo hace el cuerpo que danza en escena y con su imaginario acelera, suspende o ralentiza la temporalidad haciendo que el público se sumerja en ese otro estado que el arte propone habitar.
Esta obra indaga sobre las narrativas posibles a partir del cruce entre la danza y la tecnología, tal como expresan sus creadoras en la gacetilla que las presenta. En escena, las dos intérpretes se vinculan con diferentes dispositivos tecnológicos en una exploración de un posible vínculo sensible con la tecnología.
En ese universo que se va desplegando, el público va entrando lentamente en un diálogo en el que los recursos tecnológicos aparecen como objetos subjetivados por la relación sensible y hasta afectiva que establecen las intérpretes, que crean un universo ficcional con “imágenes de una película de terror clase B” o “cuerpos monstruosos fundidos entre el plano real y virtual”, como anticipan.
El proyecto surgió como semilla inicial durante la pandemia, en ese momento de encierro en el que todas las personas desde sus casas tuvieron que echar mano de los dispositivos tecnológicos para comunicarse con el mundo exterior. Desde estudiar, asistir a una clase, entrenar o crear una obra, todo debía hacerse en el formato virtual y compartirse a través de las redes, único medio de comunicación posible entre las personas.
Pero también hay que sumar la influencia de Donna Haraway con su Manifiesto cyborg: “ella habla mucho sobre cómo es desjerarquizar la dominación y el poderío de la máquina por sobre la naturaleza”, expresa Katzowicz, haciendo referencia a lo que se proponen en escena con preguntas que atraviesan la obra sobre cómo desjerarquizar las relaciones habituales entre movimiento y sonido.
La obra fue seleccionada como parte del Programa Danza en Tecnópolis 2023, un proyecto que proponía un proceso de acompañamiento integral para la creación, y participó en el marco del 2° Festival de Danza realizado en el predio de Villa Martelli en ese mismo.
La propuesta escénica dialoga con la tecnología mediante los dispositivos del audio y de la imagen poniendo en tensión esa relación entre el cuerpo humano y la máquina, en un momento histórico en el que la inteligencia artificial genera muchos interrogantes hacia el futuro.
Por otro lado, el título hace referencia a la idea de lo efímero al plantear la temporalidad como algo que se esfuma, que desaparece igual que unx mismx, y que ellas proponen como la idea de “suspendernos en el tiempo”, tal como señalan, pero que también puede llevar a preguntarse sobre qué cosas perduran más en el tiempo en ese cruce de tecnología y humano.
¿Es posible el desarrollo de un aparato tecnológico que sobreviva al ser humano o es imprescindible la existencia del ser humano para el desarrollo de la tecnología?
En escena, distintos momentos pueden introducirnos como público en un juego en el que ese vínculo sensible equipara ambas partes de la disyuntiva máquina-humano en un mismo horizonte de posibilidad, aunque la cámara Kinect nos seduzca con sus posibilidades audiovisuales hasta hacernos desaparecer también.
Funciones los domingos 16 y 23 de junio a las 20 hs., en Teatro: Planta Inclán - Inclán 2661
Ficha técnica-artística: Diseño audiovisual, sonoro y programación interactiva: Camilo Ortiz.- Diseño de vestuario: Carolina Caamaño.- Diseño de iluminación: Lía Bianchi Kujawa.- Operación técnica: Nicolás Platner.- Edición de video: Lucas D’ Alo.- Colaboración artística: Carla Pezé Di Carlo.- Producción: Pronostiko fixxion. Coproducción Programa Danza en Tecnópolis.- Asistencia de dirección: Nayla Jacqueline Kim.- Dirección e interpretación: Mijal Katzowicz, Sofía Rypka.-