Aunque el contexto actual retrocede con discusiones que creíamos saldadas, podemos pensar que nos alejamos un poco de ese juego de opuestos que organizaba la modernidad. Desde el cartesianismo, que separaba el sentir del pensar (para decirlo llanamente), hasta el binarismo de género o la oposición humano/máquina, nada es blanco o negro, vivimos entre cada vez más grises. Las dicotomías naufragan en la complejidad de lo liminal porque la vida misma es un cambalache.
El arte abreva en este futuro que llegó hace rato y en el que las nuevas tecnologías tensionan los límites entre lo real y lo virtual, el cuerpo y la máquina, lo humano y lo no humano. Por eso, nuestra atención se detiene en Iván Haidar, un artista que crea en la encrucijada. Esta vez con una propuesta performática en el Espacio infinito del Centro Cultural Borges, titulada Parece ser.
La pieza cuelga de ese intersticio entre lo material y lo virtual preguntándose de alguna manera, por qué lo que se ve realmente es. Desde el título de la obra nos deja en esa zona ambigua de lo real, porque ¿es o no es?
Haidar trabaja con los recursos técnicos que el artista utiliza en sus proyectos para espejarse y poder estar sentado delante de sí mismo, creando la ilusión de que no hay nada más real que creer en lo que vemos, aun cuando sabemos que no es cierto, lo que tensiona la conocida idea que dice ‘ver para creer’, que Haidar pone en jaque con la propuesta.
“Tomando las experiencias que vienen sucediendo con esta simultaneidad de imágenes entre cuerpos, espacios, realidades visuales que en estas superposiciones distorsionan un poco entender qué es lo indiscernible, entre lo que se ve, lo que hay y lo que no hay, o en lo que se conforma, empecé a pensar en esta cuestión muy contemporánea sobre la posverdad, de la creación de narrativas y sentidos que producen realidades consumibles de lo que leemos o vemos a través de las redes sociales y lo entendemos como verdad”, expresa el performer y explica que la obra tiene esos contornos, se pregunta qué hay o qué más hay.
En el trabajo entre lo aparente y lo real surge la pregunta por esa verdad que se persigue como al horizonte que se aleja a medida que caminamos. Sumidos en un contexto de avance de las tecnologías de la información y comunicación, en el que la vida parece devenir entre pantallas, es una pregunta que motoriza la problematización crítica, por lo menos. ¿Qué de lo que hay ahí, frente a mis ojos, es exactamente lo que es?, ¿o es algo que creo que es?, ¿o lo que veo es acaso algo que solo siento yo?
La propuesta muestra en escena a un intérprete con palabras que circulan sobre él como un cuadro de texto animado en una viñeta de cómic. “La obra se va llevando a través de pensamientos flotantes que están proyectados y son scrolleados como se scrollean las imágenes en el teléfono, y que van siendo como una especie de guía del pensamiento del público que está ahí acompañando la performance, invitando a leer a través de esos pensamientos lo que va viendo e imaginando”, cuenta Haidar.
El artista propone dos mundos en la escena: el de la realidad concreta del hecho performático y el de la imaginación poética. “Una especie de mundo paralelo se abre, que es la fantasía. Hay dos planos: uno muy concreto que es el teatro, la obra, la performance, la relación entre el público y el autor, todo lo más concreto de lo que vemos, casi descriptivo. Y otro: la fantasía visual, lo más abstracto, la poesía, el arte, la música, la danza, que emergen casi románticamente en el medio de la obra para imaginar un otro mundo, un otro mundo posible”.
Parece ser es un nuevo estreno de Haidar que viene de un proceso creativo de un par de años. Un proyecto que nació en el 2019 a partir de la invitación a realizar una presentación en «Artlab» a modo de intervención visual en medio de las actividades de ese espacio en el que conviven DJ’s y música en vivo. Allí propuso un dispositivo visual con proyecciones y todo lo que viene trabajando en sus obras, que incluía uso de loopera, voz, imágenes y textos, pero teniendo en cuenta la menor atención de esos espacios festivos de dispersión. Luego, entre una pequeña residencia en Curitiba y el Festival Estival de San Martín de los Andes, continuó su desarrollo. “Me llevé en la mochila esta cosa que en ese momento todavía no era obra”, recuerda respecto a esta pieza en la que investiga un poco más sobre textos, algo no tan explorado en sus creaciones.
El arte jaquea la realidad a veces incluso antes de que esta se manifieste frente a nuestros ojos. La tecnología merodea en las piezas de Haidar aunque él considera que sus obras son “bastante artesanales” porque tienen “mucha mano humana”, al intervenir en el uso de esas tecnologías. “hay un uso de esas facilidades que ofrece la tecnología que no es apretar un botón y que lo resuelva la máquina, sino ver cómo a través de la máquina puedo encontrar formas, pensando en términos poéticos”, señala el artista que considera que no pasa eso con la IA ni con la tecnología en sí y añade: “creo que es una condición muy humana la de pensar y crear poesía, porque hay factores que la máquina no tiene ni hace, que es sentir, no tiene emociones, tampoco intenta equivocarse, no tiene ese margen que el humano tiene y que en el error aparece una enorme cantidad de posibilidades para resolver o para encontrar formas de salir de ahí que no son programadas, que son soluciones creativas. Por lo menos hoy, todo avanza muy rápido”.
No sabemos si el futuro llegó como alguien lo esperaba, pero sentimos esa velocidad a la que viaja la información (y desinformación), las comunicaciones y la creación. El arte se vincula con las nuevas tecnologías de diferentes maneras y a veces se entrega el mando para que la tecnología cree, pero la condición humana es (por ahora) inimitable. “Nada que cree la IA ni la tecnología me conmueve, todo lo que me produce emoción tiene que ver con cualidades humanas, de cómo las personas interactúan, en tal caso (o utilizan como medio) ciertas herramientas como un tacho de luz en un teatro. No es el tacho lo que te va a conmover sino cómo usás la luz”, puntualiza Haidar que no reniega de las posibilidades de asistencia y uso de la IA. “En definitiva, todo es tecnología, lo que hemos creado, desde la rueda, el fuego hasta la inteligencia artificial, es el uso que le damos, cómo lo utilizamos con los otros, se trata de eso, de medios para encontrarnos. Y la IA tiene algo de asistencia, de simplificar algunos procesos, como antes que íbamos a la biblioteca a buscar info en los libros y después apareció Google; ahora la IA tiene esa inmediatez en ciertos trabajos que la simplifican”.
Como seres humanos vivimos en las zonas liminales de la complejidad de esta existencia. Cambalache del siglo XXI, nada es blanco o negro, ni bueno o malo. Pero en esa región de límite difuso, entre los grises ambiguos, ¿cuál es el límite que nos da contorno?
Que el arte nos siga haciendo humanxs. Que no parezca, que sea.
Foto: Iván Haidar
---
PARECE SER
Director, autor y performer: Iván Haidar
Asistente de dirección: Soledad Pérez Tranmar
Asistente técnico: Candela Sindes
Asesor dramatúrgico: Gustavo Tarrío
Gestión y curaduría: Jimena García Blaya/La infinita
CENTRO CULTURAL BORGES
Espacio Infinito - Viamonte 525
Jueves 3, 10, 17 y 24/7 - 20 h
Domingos 6, 13, 20 y 27/7 - 19 h